jueves, 31 de enero de 2013

Lo involuntario de las agujas



Un hombre cualquiera sufre la inyección dolorosa y continuada del tiempo por las agujas de su reloj analógico de cuerda.

A media luz el tocadiscos consigue aportar una sostenida intriga de cine negro con el vaivén de las vibraciones de un violín quedo. A punto del infarto de miocardio, por la tensión del momento, la amenazante aguja se aparta del vinilo con el poder de quien sabe manipular  el traste del títere a su entera disposición y voluntad. Y, la verdad, las agujas tejen el devenir con un enmarañado unir y alejar de los hilos que se acaban reencontrando en un mundano pañuelo, antaño dirigido por las góticas puntas de orientación divina.

El analógico avanzar del tiempo está apuntado en cada fracción de segundo por las manecillas que pinchan y hieren la vida de muerte casi involuntariamente.  Y ni siquiera los aguijones de las preventivas vacunas pueden frenar el crónico avance del tiempo, sin retorno y con efectos secundarios.  

Y así un hombre cualquiera ante un descontrolado ataque de belonefobia se amarra el reloj digital a la muñeca aunque el tiempo sigue aguijoneándole sin cesar.

lunes, 28 de enero de 2013

Lo endémico del business



Un hombre cualquiera se duele del gobierno, que le ha tocado vivir, al leer la astronómica cifra de desempleados en el papel reciclado del periódico

La tristeza se extiende parsimoniosamente, como la eterna playa del desierto, dejando a la multitud en un peligroso estado de supervivencia con la arena al cuello. Mientras, en el exterior, las dunas de nieve no enfrían el caldeado ambiente laboral y político de una guerra social abierta en todos los frentes, tanto interiorizados en sobres estampados con billetes como a la puerta de instituciones gélidas por las temperaturas del incesante temporal. Y el mal endémico de la tristeza sigue extendiéndose sin vacuna ni lógica inversión en I+D+i.

Ni siquiera el sol se atreve a salir por si su corazón se congela con tanta apatía al prójimo. Las nieves de enero dan una segunda oportunidad creando un lienzo sobre el que comenzar de cero, pero los dueños de los salarios y el cloruro sódico no hacen más que diluir las posibilidades con su business de escaño de su cercada torre de marfil.

Y así un hombre cualquiera roba unos impolutos copos a pie de calle para custodiar la imaginación caída del cielo en su congelador.

jueves, 24 de enero de 2013

Lo manuscrito de los principios



Un hombre cualquiera desempolva el libertario vinilo de Jarcha y al son de "gente que tan sólo pide vivir su vida, sin más mentiras y en paz", abre la ventana al patio. 

El vecino de enfrente ha abierto la jaula de su jilguero y le ha enseñado la libertad. El extinto dueño y señor ha reconvertido la cárcel con alpiste en un cobijo sin hipoteca y libre de impuestos. Todo ello, bajo una nota manuscrita en la que se puede leer: "abierto por principios". Los barrotes se convierten en paredes transparentes con vistas con 360 grados discontinuos de realidad. La puerta, sin llave ni cerrojo para el libre albedrío sin cámaras ni cancerbero, se ha convertido en un amasijo de hierros en el suelo del patio, junto a un reloj analógico hecho añicos.

Los esclavos saben que no hay mal que dure cien años, cuando el batir de las alas de una paloma remueve los oxidados cerrojos y los prejuicios de las petrificadas mentes contra el progreso. Y, la verdad, la consecución de la libertad es como el advenimiento de la república ante los tropiezos de una agónica monarquía; cuestión de tiempo. 

Y así un hombre cualquiera aprovecha el altavoz de su ventana para sacar lustre a sus principios reflejados en el espejo con moraleja al otro lado del tendal.

lunes, 21 de enero de 2013

Lo antagonista de los vecinos



Un hombre cualquiera juega al funambulismo sobre el delgado y fronterizo baldosín entre la vida y la muerte al salir del ascensor. 

Diez escalones bajo el descansillo hacia la realidad, dos antagonistas vecinos comparten luz y saludo a una mirada de mirilla de distancia. A la derecha, la oscuridad se extiende del callejón hasta la cocina. La escala de grises dibuja una vida enlutada, de la funeraria al cementerio, con un descanso en paz condicionado por el despertador entre el sollozo del último funeral al atardecer y las plañideras del responso de doce. La tristeza le acompaña al enterrador, sin chistera ni sogas, que ensombrecido por unas ojeras crónicas revive en vida por la saturada alegría con dirección postal a nueve losas y media de distancia de su felpudo.

A la izquierda, las visitas y los extraños son recibidos por un bienvenido corazón, rojo sobre blanco, en su felpudo, que late audiovisualmente en el enlosado tablero a pesar del putrefacto coma inducido del oponente. A pesar de todo, flotando a mitad de la puerta, la cerradura, agolpa el color que invade cada rincón con la nocturna iluminación por divertidas lámparas de tungsteno y, entre el despertar y "luscofusco", por las ventanas hacia el parque, colonizado por risas y juegos de ida y vuelta sobre los columpios. Y, también, salpica el bisoño arte decorativo de las estancias construido por cartulinas, collages y ceras cuyos inocentes autores regalan a la maestra, como altruistas donaciones por conocimientos de por vida.

Y así un hombre cualquiera cae sin red, hacia la izquierda, en ese instante en que los vecinos se cruzan, conscientes de la existencia propia y contraria, y rematan el educado saludo con un portazo y aparte.

jueves, 17 de enero de 2013

Lo disimulado de los boomerang



Un hombre cualquiera disimula las arrugas de la pereza sobre la mejilla cuando se lanza a la realidad con bufanda y café.

Una invernal noche de enero, a mitad de semana, sirve de excusa para un período de entreguerras en el sofá. Ahuyentadas las vacas flacas, las provisiones del pasado temporal desaparecen frente a las historias inventadas que rellenan la infelicidad de la realidad. Sin duda, nuestras vidas se pierden en el prime time con las vidas de otros, aburridos de nuestros pensamientos con forma de boomerang de ida y vuelta.

Así, los vuelos sin motor, que el cine y la televisión nos regalan, nos proporcionan descanso y perspectiva para retomar la realidad. Y si en la peor de las circunstancias llegas tarde a la sesión o la tormenta ha cortado la emisión, lo mejor será que contrates un equipo de guionistas para no suspender el rodaje de tu biopic con emisión en tiempo real.

Y así un hombre cualquiera amortiza la vida entre las pesadillas en mitad del día y los sueños sobre la almohada al anochecer.

lunes, 14 de enero de 2013

Lo inconfundible de los extraordinarios (4º caso práctico)



Un hombre cualquiera tiene la innata capacidad de toparse con seres extraordinarios y personajes inconfundibles entre el prerrománico del Naranco y el faro de Hércules.

El sabor de la sidra sólo es auténtico cuando se toma escanciado en pleno paraíso natural al acompasado son de un gaitero. Sin embargo, el asturiano sigue siendo igual de auténtico allá hasta donde las raíces le dejan llegar con devolución a medio plazo. Sin duda, el caso más empático, con estas circunstancias, viene diseñado por el arquitecto de utopías, en cuyo portafolios viajan folios del color de la nevada cordillera junto al Enol y del salitre abandonado por la bajamar sobre la escalerona. Y sobre ellos el arquitecto de utopías lo mismo le hace un renovado boceto de la cuevona a la Santina que entrena marciales llaves sobre las piedras de defensa de Don Pelayo. 

Sus irónicos sarcasmos sobre la realidad salpican sus conversaciones y charlas ávidas de temáticas y experiencias, que no arreglan el mundo pero plantean soluciones a la persistencia de las goteras y humedades. Y, en el luscofusco de enero, el arquitecto de utopías observa el vaivén del tiempo con los pies enterrados en la playa de Riazor, donde las aguas del Cantábrico se internacionalizan sin pasaporte y con polizones hacia una nueva vida.

Y así un hombre cualquiera observa los planos de las utopías de hoy desde los que se construirá el mañana de lo inconfundible de los extraordinarios.


Descubre más inconfundibles extraordinarios de la mano de un hombre cualquiera:
El bienhumorado sureño:  http://bloghombrecualquiera.blogspot.com.es/2012/11/lo-inconfundible-de-los-extraordinarios.html
El tertuliano de las antípodas: http://bloghombrecualquiera.blogspot.com.es/2012/10/lo-inconfundible-de-los-extraordinarios.html
El mafioso polaco: http://bloghombrecualquiera.blogspot.com.es/2012/09/lo-inconfundible-de-los-extraordinarios.html