martes, 30 de julio de 2013

Lo inmortalizado de los gorgoritos



Un hombre cualquiera se zambulle a pecho descubierto en el monótono mar de la tranquilidad de la mañana.



El tren de aterrizaje toma tierra en el horario previsto cuando el ensordecedor ruido del centrifugado deja paso al tintineo metálico del tendal. La musical cotidianidad se cuela por el balcón mientras la humedad de la colada se comienza a evaporar con la ayuda del meteórico mercurio del mediodía. De repente, un operístico gorgorito rompe la atareada paz de la calle, lo que dura el automático parpadeo de una cámara que inmortaliza la fugacidad del alma.


Los cinco sentidos se agudizan en el ecuador del día, cuando la crudeza de la vida se cocina al calor de los fogones. Y el tiempo va aderezando la vida con las puntuales señales horarias de las ondas hertzianas, el expandido aroma del crepitar sin pasaporte ni fronteras, la fusión agridulce del experimento de Paulov, la geografía cambiante sobre los platos y el hambriento aviso de las señales del vapor sobre las ollas.


Y así un hombre cualquiera descubre el atareado mar de la tranquilidad que baña la orilla con la pleamar del mediodía.

jueves, 25 de julio de 2013

Lo irónico de los secuestros



Un hombre cualquiera sufre un secuestro exprés sin nocturnidad ni alevosía puertas hacia dentro de su propio hogar.


La mañana se desperezaba bajo un sol de justicia, que dejaba visto para sentencia el irrevocable fallo del mercurio. El ruido de platos provocaban el consiguiente experimento de Paulov de cada día, mientras el pinche preparaba las ideas para el horno del chef. Un chivato tintineo de llaves anunciaba la llegada de una soñadora en pijama. Su skyline metálico se internó en la cerradura y, de repente,  un férreo agarrotamiento imposibilito el reencuentro con los dos protagonistas forcejeando a un lado y a otro del dintel. Izquierda, derecha, izquierda... la llave giraba 60º, se encasquillaba, volvía al punto inicial y comenzaba su vuelta, cuando inesperadamente la puerta se abrió.


Un hombre cualquiera y la soñadora en pijama se reencontraron tras la caída de su momentáneo muro de Berlín, cerrando con un beso el accidente y la puerta. Sobre todo la puerta, que les secuestró sin combinación ni llave en su hogar dulce hogar. Tras varios infructuosos intentos y una llamada de urgencia, la libertad dejó de guiar al pueblo y se puso el uniforme de cerrajero, que les abrió las puertas en un periquete, mientras por el patio de luces un irónico dial sintonizaba a Ana Belén cantando: "Tun tun, ¿quién es?, una rosa y un clavel, abre la muralla."


Y así un hombre cualquiera consigue la libertad después de que la soñadora en pijama pagara un cuantioso rescate al cerrajero vía datáfono con la tarjeta de crédito.

lunes, 22 de julio de 2013

Lo esperado del futuro



Un hombre cualquiera celebra el 14 de julio, brindando con un afrutado burdeos y degustando un aromático roquefort, durante su anual ataque de amnesia histórica.


Un hombre cualquiera siente el desperezar de una nueva vida a mano descubierta sobre el cómodo cobijo materno, a menos de un mes de comenzar a bordar futuros recuerdos sobre el libro de familia. Esta sensación provoca un escalofrío desde las yemas de los dedos y hasta las entrañas del corvejón , que empequeñece, en lo que dura un simple parpadeo, las triviales preocupaciones y problemas del día a día.


Y mientras tanto, la espera, que el reloj recorta en forma de guirnaldas entre sus manecillas, se aminora entre preparativos, arreglos y planes. La lenta rapidez del tiempo nos hará recordar aquel caluroso verano, que tardó un siglo en pasar, a la sombra del continuo planear de una cigüeña que no acababa de llegar con su parisino pedido.


Y así un hombre cualquiera afrancesa su paladar mientras comienza a tararear aquello de 'allons enfants de la patrie...' hasta que recobra la entonación del himno de Riego.

lunes, 15 de julio de 2013

Lo cifrado de las murallas



Un hombre cualquiera grita indefenso, ¡a mí la guardia!, al sentirse secuestrado dentro de una fortaleza sin antídoto para su encriptado.

Los ladrillos van fortificando un alcázar único y propio contra las surrealistas incoherencias y las lógicas masificadas de la realidad. Un código secreto y cifrado marca la comunicación interna, tan encriptada que se escapa de los espías y de los drones que sobrevuelan nuestras vidas. Unas vidas tan publicitadas y conocidas que acaban liberando la intimidad del común de los mortales; la contradictoria intimidad pública de la globalización en red. Por eso, nos convertimos en alfareros de ladrillos que pongan diques al mar y murallas a los voyeurs de lo privado.

Una cámara de seguridad intensifica el zoom ante la niebla para ver con mayor claridad la nada. Una nada gaseosa de un blanquecino casi gris, que nos sitúa en un purgatorio sin infierno ni paraíso al que huir. La muralla se convierte en un castillo en el aire que viaja a tenor de la dirección de una perezosa veleta sin brújula ni puntos cardinales; que nutre sus motores sólo con el impulso de las causales casualidades del caos cotidiano.

Y así un hombre cualquiera comprende la complicada tarea de descifrar los planos y los croquis sin el más nimio conocimiento de arquitectura.

lunes, 8 de julio de 2013

Lo inconfundible de los extraordinarios (5º caso práctico)



Un hombre cualquiera tiene la innata capacidad de toparse con seres extraordinarios y personajes inconfundibles entre los secretos rincones de la capital y las academias del séptimo arte.

El legado de los librepensadores viene marcado por la adquisición de la libertad en sus quehaceres del día a día; el caso más empático con esta afirmación, riza el rizado tirabuzón, del sosegado rebelde. Quizás nació una noche después de un concierto, lo que le marcó como futuro melómano del rasgado sonido de los vinilos. Y su oído se dejó guiar por altavoces que emitían gritos de sirena sin emergencias. Quizás  su alumbramiento se produjo en un pueblo sin mar, lo que le hizo soñar con dirigir barcos desde su atalaya de farero ermitaño. Y su sueño de niño se empleó, con los años, en marcar la dirección de los perdidos en la oscuridad al guiarles con la luz que lanza a un aire contaminado, pero que ayuda a oxigenar con historias de esta orilla y de allende los mares.

Quizá se despertó en mitad de una siesta del mes de julio, ensimismado con el cansado rodar de los ciclistas, cuando se quiso adueñar del mundo sobre dos ruedas a golpe de pedal. Quizá nunca desvele el trato que firmó con el innombrable, lo que su eterno rostro de juventud repica a los cuatro vientos, dejándose llevar por la inconsciente dirección de una veleta.

Y así un hombre cualquiera aprovechó su potencial facultad para elucubrar mapas imaginarios sobre el origen  que caracteriza a lo inconfundible de los extraordinarios.



Descubre más inconfundibles extraordinarios de la mano de un hombre cualquiera:
El arquitecto de utopías: http://bloghombrecualquiera.blogspot.com.es/2013/01/lo-inconfundible-de-los-extraordinarios.html
El bienhumorado sureño:  http://bloghombrecualquiera.blogspot.com.es/2012/11/lo-inconfundible-de-los-extraordinarios.html
El tertuliano de las antípodas: http://bloghombrecualquiera.blogspot.com.es/2012/10/lo-inconfundible-de-los-extraordinarios.html
El mafioso polaco: http://bloghombrecualquiera.blogspot.com.es/2012/09/lo-inconfundible-de-los-extraordinarios.html