lunes, 7 de julio de 2014

Lo oxidado de los revólveres




Un hombre cualquiera alcanza el siete de julio del calendario al ritmo de 'peor fue aquel verano que no dejó de nevar'.

Una guerra civil se masca entre las trincheras de Ferraz, cuando de entre las ruinas podemos ver una nueva y lejana versión de Pablo Iglesias. La confrontación se ha ido fraguando en las últimas semanas para renovar el oxidado ideario que ha dejado en herencia los juegos químicos de Alfredo con los elementos de la tabla periódica. Sin duda, los gases nobles se han evaporado por un servilismo feudal, que sólo se difumina con tricolores tonalidades por intereses electorales.

El proceso de reconstrucción necesita tiempo para ganar credibilidad y confianza, pero el chupinazo ha abierto los corrales y sólo la intercesión de San Fermín podrá salvar a los corredores que intentan ganar una carrera de obstáculos con seis morlacos con unos afilados cuernos y ávidos de sangre; mientras desde los balcones y las azoteas las gaviotas esperan el momento exacto para hacerse con la carroña. Y, como un buen duelo de western, al mediodía cuando el sol alcance su máximo cenit, se enfrentarán para medir la pólvora de sus revólveres. 

Y así un hombre cualquiera toma conciencia de que el verano continúa su rumbo a pesar de las inclemencias meteorológicas.

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