Un hombre cualquiera pierde el autobús después de una
yincana a contrarreloj de semáforos, obras y otros obstáculos urbanos hasta
alcanzar la marquesina.
Tras la performance de clown al más puro estilo de Tricicle,
el banco de la parada del autobús sirvió de espera hasta el siguiente round. Al
sentarse, la mirada de un hombre cualquiera descubre la futurista residencia de
Los Supersónicos, que se eleva majestuosa frente a él. El edificio de redondeadas
curvaturas se alza, como una torre vigía, en busca de las prometidas autonaves
y deloreans de la mítica saga de Regreso al futuro, a la espera de nuevas y
vecinas construcciones de diseño, firmadas por el arquitecto de utopías.
Fotografía "Torres Blancas_Madrid_1968"cedida por https://www.flickr.com/photos/saulgobio |
La imaginativa mirada miope dibuja a Robotina limpiando los
cristales del apartamento, mientras, en el tejado, el alma de Hanna y Barbera
dibujan bocetos blanco sobre azul para las nuevas generaciones. El pitido del
reloj advierte el fin del pasatiempo, cuando el siguiente autobús se acerca a
la parada. El futurista edificio del presente motiva, como la bandera de conquista en la
cumbre de una montaña, a los desencantados con los programas
electorales de la ciencia ficción.
Y así un hombre cualquiera rellena los tiempos muertos que
se entierran en la eternidad de las esperas.
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