domingo, 23 de febrero de 2014

Lo vencido de los años


Un hombre cualquiera siempre ha creído que a la tercera va la vencida, aunque sin descartar que no hay quinto malo y que, como el vino, todo mejora con los años.




Y así un hombre cualquiera ya puede cantar la mítica canción del programa de Chicho Ibañez Serrador, cuando empieza su tercer año del curso amateur de escritura rápida.

lunes, 10 de febrero de 2014

Lo fugaz de los galardones



Un hombre cualquiera se acomoda en la butaca de su salón para conocer a los ganadores en la XXVIII gala de los Premios Goya.



Los premios son algo pasajero y fugaz, que reconoce la innovación o vanguardia del pasado, pero que no presenta ninguna garantía para el futuro. Con esta premisa, el visionado de la gala es una retrospectiva cinematográfica de lo vivido y lo sentido sobre el terciopelo rojo de las butacas en los doce meses anteriores. Desde un tiempo a esta parte, la gala aúna humor, reivindicación y reconocimiento (interesado o merecido, según los casos). Sin embargo, Goya no se encuentra en su mejor gala; pasa de mano en mano, arranca alegrías y lágrimas, posa para los fotógrafos en el photocall…, pero su adusto ceño se encuentra más constreñido de lo habitual. Quizá una extraña cuarentena del tiempo le ataca desde sus adentros, como la carcoma a un viejo secreter victoriano en Buckingham Palace.



La fugacidad del tiempo ataca de forma inusitada al dorado brillo de los premios, caducando su gloria entre las temblorosas manos de sus nuevos dueños. Durante la gala, los premiados desgastan, involuntariamente, la estatuilla entre sus dedos huéspedes, ya que dejan caer su galardón entre amigos y compañeros, devaluándolo sin permiso del Banco Central Europeo. Poco a poco, el premio se deshace sobre las manos de sus portadores en una fina y arenosa película que les acaba engullendo y embriagando, como a los semi-enterrados protagonistas de 'Duelo a Garrotazos'. A la mañana siguiente, cuando el alcohol se condensa en una resacosa escarcha, los premiados asustados comienzan a dar la voz de alarma. Sus goyas se han convertido en virutas y desconchones, que agonizaban sobre mesas, altares y estanterías. Entonces, las redes sociales, cómodo altavoz ante las injusticias, invocaron a la guerra contra la estrategia del gobierno para hacer desaparecer a la cultura y al arte, borrando a Goya del imaginario cinematográfico y apagando los focos ante el continuo desteñir del morado de las banderas.



Y así un hombre cualquiera escribe el número de la siguiente escena sobre la claqueta porque 'vivir es fácil con los ojos cerrados'. 

lunes, 3 de febrero de 2014

Lo intocable de los corruptos



Un hombre cualquiera se enfunda el chubasquero y las botas ante el temporal que va a asolar los titulares de periódicos e informativos.

Ni la previsión meteorológica barrutaba semejante tormenta. Ciertamente, la voluptuosidad de los cirros y estratos muestran la onda expansiva de la explosión, obviando, por los kilómetros de seguridad, el eco ensordecedor del trinitrotolueno que se accionó a primera hora de la mañana. En mitad de la vía, sólo se escucha la vibración de las catenarias que anuncia el inminente paso del convoy para alejarse de un pasado a corazón abierto. El recorrido del tren descifra su plan de huída, haciendo volar el tiempo entre  las agitadas manecillas de los aerogeneradores. Las ventanillas se condensan por el frio de febrero, que cristaliza la sangre sobre la herida a la velocidad con que la locomotora  estira el espacio y el tiempo hasta olvidarse.  

Fotografía cedida por http://www.flickr.com/photos/saulgobio

Después de consolidarse en una casta de intocables durante más de treinta años, la corrupta vástiga renuncia a sus derechos dinásticos con un exilio preventivo, paradójicamente,  a una república fortificada en los Alpes. El miedo al frío metálico de los barrotes hiela el cálido ánimo de las victorias del balonmano;  coreando, uno a uno, los delitos frente al juicioso árbitro en el tiempo de descuento.

Y así un hombre cualquiera redacta un tricolor pensamiento cuando los cuatro jinetes de la apocalipsis acuden al juicio final.