Un hombre cualquiera presencia una
escena de acción sin butaca ni palomitas en una enfocada monotonía asfaltada y
urbanita.
Lanzada a la carrera, como un
cádillac sin frenos, una furgoneta de
reparto salió como un exhalación de su imaginario aparcamiento en doble fila. El
recorte torero de un despistado viandante, sorprendió hasta al anárquico
conductor que se saltó el semáforo en rojo. La escena continuó, como en una película de Chaplin, con el apresurado
dueño de la furgoneta vociferando en plena calle. La lejanía y el ruido de la
mañana silenció al hombre en cuyos labios se leyeron varios improperios a los
usurpadores del bien ajeno. Al ser horario infantil, un cartelón blanco sobre
negro suavizó la situación con un sútil ¡Al ladrón, al ladrón!. La vintage
escena sepia se coloreó en technicolor con el siguiente plano de un teléfono
móvil de última generación en comunicación con la comisaría de policía. El
dueño de la furgoneta, más preocupado por las consecuencias que por el botín, alertó
de la necesidad de encontrar el vehículo por la peligrosa mercancía que
contenía.
Las autoridades radiaron un
mensaje de alerta para que los ladrones no manipularan la mercancía y que
evitaran el uso de todo producto inflamable dentro del vehículo. Los ladrones
ajenos a los mensajes de las hondas herzianas, se habían enfundado los chalecos
reflectantes, caminando por el arcén en busca de una gasolinera; ya que la
sedienta aguja del depósito sufrió un vahído. A las 14:00 horas del 19 de
marzo, un colosal estruendo hizo vibrar al conquense Tébar. La furgoneta robada
estalló en el kilómetro 193 de la Autovía del Este. El San Cristóbal del
salpicadero mutó en San Lorenzo, cambiando el olor a barbacoa por la pólvora quemada
de una improvisada mascletá. Los ladrones acabaron por los suelos a la altura
del kilómetro 193,500 por la fuerza de la onda expansiva. Una chispa de un
cigarro había prendido una perezosa mecha, al recoger los chalecos de la parte trasera
del vehículo.
Y así un hombre cualquiera acaba
siendo extra, sin él saberlo, de un remake de Misión Imposible III con un
explosivo final en la noche de San José.