Un hombre cualquiera cuadruplica la tasa de pensamientos por litro de bocadillo con las ideas surgidas de las experiencias ficticias y las historias reales.
Y así un hombre cualquiera se muda a un piso sin ascensor con la mochila a cuestas, llena con los personajes y anécdotas que están por escribir en su cuarto año del curso amateur de escritura rápida.
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