martes, 17 de noviembre de 2015

Lo desmentido de la muerte



Un hombre cualquiera se atraganta con el desayuno dominical al descubrir en la prensa que un amigo ha sido víctima de los atentados de París.

La estupefacción del primer momento le hace abalanzarse sobre el teléfono móvil. Necesita compartir la impotencia y tristeza, pero, sobre todo, busca a alguien que le desmienta lo que el gobierno y los periódicos confirman. El silencio inicial cuando le descuelgan el teléfono destierra cualquier esperanza. La conversación es corta y, sobre todo, torpe. Se despiden con un abrazo que se siente a pesar de los cientos de kilómetros. Son las 12:30 horas. Tristeza, indignación, recuerdo... Inundan sus pensamientos en las horas siguientes.

Tras asumir lo narrado, el abandono de las informaciones es la mejor decisión. "Ojos que no ven...". Tras varias horas voluntariamente incomunicado, la curiosidad volvió a despertarse. A las 16:32 horas, la parpadeante luz del teléfono móvil sirvió de resorte para volverse a conectar a la información. Y ahí en medio de todas las muestras de cariño y solidaridad, un mensaje, desde un geográfico mas allá, desmintiéndolo todo. Esto es increíble. ¿Alguien tenía acceso a su perfil? Fue el primer pensamiento. Pero, la cautela duró lo que se tarda en descolgar el teléfono. La fulminante llamada ofreció la esperada confirmación "Esta vivo. Te lo confirmo al 100%, hemos hablado con él"

Y así un hombre cualquiera pletórico por la alegría pronto vuelve a la realidad, porque sabe que la tristeza sigue acompañando a miles de allegados a los que no les desmintieron la noticia.

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