martes, 20 de octubre de 2015

Lo spoileado del futuro



Un hombre cualquiera mira entusiasmado por la ventana para descubrir un cinematográfico 21 de octubre de 2015.

Siempre que en la escuela permitían dibujo libre, un hombre cualquiera dibujaba un Delorean plateado volando. Aunque era un afirmación con los pies en la tierra, su pánico a volar desaparecía con el invento de Doc, siempre que el condensador de fluzo funcione, ¡claro! Y volando se puede pasar del western al futuro, pero nunca hay que olvidar que, curiosamente, el presente parte de 1985 (una licencia poética).

Posiblemente, la trilogía de "Regreso al futuro" ha marcado a toda una generación. Obviamente, no ha cambiado la vida de nadie. Pero ha despertado, en muchos, la imaginación y la curiosidad por su propio devenir. De hecho, más de uno habrá querido ser Marty McFly para conocer su destino. Volviendo a la realidad, hasta que la NASA, Apple o Mercadona no comercialicen la máquina del tiempo, seguiremos a la espera sin posibilidad de spoiler.

Y así un hombre cualquiera asume que la realidad no siempre supera a la ficción, al menos, todavía.

martes, 13 de octubre de 2015

Lo manchego de Munch




Un hombre cualquiera acude a la presentación del primer libro de la Mecenas del Quijote con gran boato y orgullo.

La mecenas del Quijote se nos ha nacionalizado nórdica, pero sin perder su salero y su pose de aliñada  Dulcinea. Ahora enseña a los vikingos los chistes mas "chanantes", mientras se codea con baronesas que cuelgan en el Thyssen marcos y pinturas sobre sus libros (y si alguien piensa que es al revés, se equivoca). Supongo que entre desembalar y colgar, Tita no podrá acudir a la presentación. Espero, fervientemente, que su ausencia la rellene Joaquín Reyes poseído por una Tita de imitación que se encadene a una estantería, por lo menos.

La portada de "El friso de la vida" recoge el "El autorretrato entre el reloj y la cama", justo en el momento de espera antes de probar un delicioso pisto manchego, coronado por un huevo de codorniz. Lo que Almodóvar no ha universalizado, lo hará la Mecenas del Quijote a fuego lento y con una cucharada de azúcar. En fin, cuanto abolengo tendrán los créditos del libro con el monárquico nombre de su correctora.

Y así un hombre cualquiera, al final de la presentación, se arrodilla para admirar la grandeza de la Mecenas del Quijote.

martes, 6 de octubre de 2015

Lo subastado del tiempo

Un hombre cualquiera busca por el rastro un reloj de bolsillo para su londinense y jaspeado chaleco.

Un pequeño puesto de antigüedades llama su atención por el brillo de su género y por el cuidado esmero del tendero. El dueño de la relojería ambulante cuenta con grandes dotes comerciales y una incombustible labia, capaz de vender un iceberg a un poblado de esquimales. El precio algo elevado del reloj lo intenta aminorar con la subasta del reloj de bolsillo de Churchill, que alcanzó los 670.000 euros. Claro, a su lado, las dos cifras de la etiqueta del rastro suponen una limosna. Ante la estrategia del precio, el tendero lanza el órdago de poder controlar el tiempo
, como lo hizo Stalin, De Gaulle o el propio Truman, desde un reloj de bolsillo que ayudó a definir el mundo.
 
Mientras el tendero sigue engatusando a un hombre cualquiera, el tiempo se hilvana entre el segundero y el minutero para tejer el mapa donde buscar la felicidad. Pero, la felicidad depende de la percepción del reloj que la mida. Por ejemplo, el despertador se atraganta concatenando cada segundo con el siguiente y cuando el empacho llega a su apogeo, grita, como si no hubiera mañana, porque ya es hoy. Sin embargo, el reloj de la monotonía, envejecido por el tiempo, avanza ensimismado y sin ningún tipo de prisa. Al final, la pila o la cuerda del reloj se desgastan por la veloz o ralentizada percepción de la felicidad.
 
Y así un hombre cualquiera abrocha el extremo del reloj a su chaleco para encadenarse a los vaivenes del tiempo.