jueves, 26 de mayo de 2016

Lo crítico de los inventos



Un hombre cualquiera descubre una serie de emprendedores negocios hijos de la necesidad y de la intrépida oportunidad de sus inventores.

Las crisis económicas dividen al mundo en dos tipos personas: los doloridos sufridores y los avispados aprovechados. Estos últimos exprimen su inteligencia y pericia hasta encontrar un negocio o un servicio innovador para potenciales clientes que estén dispuestos pagar por ello. Un nicho de mercado se encuentra en aquellas actividades más detestadas y denostadas. ¡Y eureka ahí está el negocio! Una empresa de servicios para transmitir las malas noticias.

Los departamentos de Recursos Humanos subcontratarían la comunicación de los despidos. El futuro inscrito en el INEM recibiría cómodamente en su casa, antes de salir a trabajar, una fúnebre corona de flores. El mensaje de despedida sería contundente: "Hasta siempre, tus compañeros no te olvidan". La entrega se realizaría por un uniformado mensajero vestido de riguroso negro con chaqué  y chistera. La tarjeta de la corona indicaría el total del finiquito a recibir y un 'gracias por los servicios prestados'. Obviamente, los servicios se personalizarían según la petición del cliente: rupturas amorosas, divorcios, la visita de la suegra, una nueva derrama de la comunidad o las facturas del gas y la luz. Al fin y al cabo, sobran las ideas y falta el dinero.

Y así un hombre cualquiera busca la dirección de la Oficina de Patentes por si suena la flauta o si se enciende la bombilla...

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