Un hombre cualquiera es alertado por el
avistamiento del arca de Noé y del holandés errante en mitad de un improvisado
y marítimo París.
París, junio de 2016. El desbordamiento del
rio Sena ahoga la vida de la ciudad entre la torre Eiffel y la pirámide invertida
de Ieoh Ming Pei. La subida del nivel del agua amenaza con oxidar los
románticos candados del Ponts des Arts. Y ni siquiera los adoquines de la
puerta del Louvre sirven de dique para impedir que la Gioconda o la Venus de
Milo se empapen con la crecida. ¡Al rescate!, gritan un grupo de 100
voluntarios, que por amor al arte, acuden a socorrer a los enmarcados y
cincelados habitantes de la pinacoteca parisina. Sin duda, lo indefenso del
arte necesita cobijo, contra viento y marea, ante las amenazas meteorológicas y naturales.
Sin título, cedida por https://www.flickr.com/photos/athelass85/ |
Madrid, julio de 1936. El desbordamiento de las ideas acaban
anegando la razón. El conflicto civil que se proclamó el 18 de julio de 1936
supuso una lucha fratricida contra todo y sobre todos. Entre otros millones de
damnificados, los Velázquez, Goya y demás almas artísticas del Prado se vieron
naufragando en mitad de un mar de barbarie y bombas. ¡Al rescate!. La Junta de
Incautación y Protección del Patrimonio Artístico atrincheró las estatuas de
los pintores para que vigilarán las puertas de la casa y embalaron sus obras
para partir en una caravana de convoyes camino de un pacífico Mediterráneo. Sin
duda, lo indefenso del arte necesita amparo ante los ataques de la enajenada
munición de las armas y las ideas sin destino ni cordura.
Y así un hombre cualquiera se hace con un
bote salvavidas contra los desconocidos diluvios universales y los ataques
piratas.
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