lunes, 1 de agosto de 2016

Lo felino de los funcionarios



Un hombre cualquiera busca información para presentarse a las oposiciones de sereno del siglo XIX al servicio del Ministerio del Tiempo.

La última visita al rastro se ha saldado con la levita y el monóculo para el uniforme. Aún no ha salido la convocatoria y ya está lista la indumentaria. Incluso he entrado en negociaciones con la soñadora en pijama para un decimonónico diseño para mi barba (no espero ganar la discusión y, bueno, si sale mal pues… ¡pelillos a la mar!). Lo peor es el temario, porque es muy amplio: el callejero, los horarios de los locales, las estrategias de los borrachos habituales para seguir deambulando en zigzag por las calles... Además, hay una prueba de idioma para adquirir la jerga coloquial de la época y, también, un test de cultura general sobre los motes y chascarrillos de los políticos y de los miembros más representativos de la sociedad del momento. Y hasta hay un examen práctico sobre los protocolos de emergencia para salvar a los gatos encaramados a cornisas o a copas de árboles. Estos casos sólo son para los barrios acomodados, donde las mascotas de ricachonas, cansados de su vida sedentaria de funcionarios eternos, trepan por encima de sus posibilidades y de sus siete vidas.

Y curiosamente, en la aislada Gran Bretaña post-Brexit, hasta los gatos pueden ser funcionarios con distinguidos puestos como "Jefe Cazador de Ratones de la Oficina del Gabinete". Así, en el número 10 de Downing Street, el gato elegido vive panza arriba sobre los secretos informes de 007 y los últimos informes clasificados sobre Nessy. Actualmente, Larry, un gato europeo común jaspeado, ostenta el puesto con su collar azul de los "Tories"; aunque la mala prensa le describe como un holgazán, que sólo ha cazado un ratón en los últimos seis meses y que no merece su sobrevalorado salario de 100 libras esterlinas. De hecho, David Cameron ha castigado a Larry a vivir sólo en la zona de oficinas; el castigo ha sido filtrado a la prensa y los laboristas consideran el castigo como si Larry hubiera pasado a ser considerado un simple sirviente más de Downton Abbey. Pero, todo cambió con la presentación de la dimisión de Cameron, ya que se abrió una crisis institucional más importante aún sobre el incierto futuro del felino. Pero, rápidamente, Theresa May confirmó que seguirá contando con los servicios de Larry sin devolverlo a su lugar de origen, Battersea Dogs and Cats Home. Todo volvió a la tranquilidad, porque Larry sería mantenido en un puesto que ha estado, históricamente, al servicio de otros gobiernos, como Margaret Thatcher, Edward Heath o Winston Churchill. De hecho, este último primer ministro no creía que el "Ratonero en jefe" fuera servil en comparación con otros animales: “Los perros nos miran como sus dioses, los caballos como sus iguales, pero los gatos nos miran como sus súbditos”.

Y así un hombre cualquiera si no aprueba las oposiciones al Ministerio del Tiempo espera poder reencarnarse en felino para residir como funcionario en el número 10 de Downing Street.

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