Un hombre cualquiera
busca información para presentarse a las oposiciones de sereno del siglo XIX al
servicio del Ministerio del Tiempo.
La última visita al
rastro se ha saldado con la levita y el monóculo para el uniforme. Aún no ha
salido la convocatoria y ya está lista la indumentaria. Incluso he entrado en
negociaciones con la soñadora en pijama para un decimonónico diseño para mi
barba (no espero ganar la discusión y, bueno, si sale mal pues… ¡pelillos a la
mar!). Lo peor es el temario, porque es muy amplio: el callejero, los horarios
de los locales, las estrategias de los borrachos habituales para seguir
deambulando en zigzag por las calles... Además, hay una prueba de idioma para
adquirir la jerga coloquial de la época y, también, un test de cultura general
sobre los motes y chascarrillos de los políticos y de los miembros más
representativos de la sociedad del momento. Y hasta hay un examen práctico
sobre los protocolos de emergencia para salvar a los gatos encaramados a
cornisas o a copas de árboles. Estos casos sólo son para los barrios
acomodados, donde las mascotas de ricachonas, cansados de su vida sedentaria de
funcionarios eternos, trepan por encima de sus posibilidades y de sus siete
vidas.
Y curiosamente, en
la aislada Gran Bretaña post-Brexit, hasta los gatos pueden ser funcionarios
con distinguidos puestos como "Jefe Cazador de Ratones de
la Oficina del Gabinete". Así, en el número 10 de Downing Street, el gato elegido vive panza
arriba sobre los secretos informes de 007 y los últimos informes clasificados sobre
Nessy. Actualmente, Larry, un gato europeo común jaspeado, ostenta el puesto
con su collar azul de los "Tories"; aunque la mala prensa le describe
como un holgazán, que sólo ha cazado un ratón en los últimos seis meses y que
no merece su sobrevalorado salario de 100 libras esterlinas. De hecho, David Cameron ha castigado a Larry a vivir sólo en la zona de oficinas; el castigo ha sido filtrado a la prensa y los laboristas consideran el castigo como si Larry hubiera pasado a ser
considerado un simple sirviente más de Downton Abbey. Pero, todo cambió
con la presentación de la dimisión de Cameron, ya que se abrió una crisis
institucional más importante aún sobre el incierto futuro del felino. Pero,
rápidamente, Theresa May confirmó que seguirá contando con los servicios de
Larry sin devolverlo a su lugar de origen, Battersea Dogs and Cats Home. Todo volvió
a la tranquilidad, porque Larry sería mantenido en un puesto que ha estado,
históricamente, al servicio de otros gobiernos, como Margaret Thatcher, Edward
Heath o Winston Churchill. De hecho, este último primer ministro no creía que
el "Ratonero en jefe" fuera servil en comparación con otros animales:
“Los perros nos miran como sus dioses, los caballos como sus iguales, pero los
gatos nos miran como sus súbditos”.
Y así un hombre
cualquiera si no aprueba las oposiciones al Ministerio del Tiempo espera poder
reencarnarse en felino para residir como funcionario en el número 10 de Downing
Street.
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