miércoles, 7 de septiembre de 2016

Lo numantino de los romanos



Un hombre cualquiera atrapa con sus cascos los primeros acordes de una mítica canción de Gabinete Caligari en M80, justo al entrar en la papelería del barrio.

Las atestadas librerías de septiembre se fortifican con murallas de papel de texto para el acuciante asedio de los ignorantes alevines y de los padres equilibristas sobre el fino borde de la última moneda de euro del monedero. A la puerta del establecimiento, una refrescante brisa de una fuerza lectora considerable ha hojeado un libro de historia hasta perder su pulso ante el sitio de Numancia. El libro abierto de par en par deja al descubierto la estrategia de resistencia y contención contra las tropas romanas. Claro, todo ocurrió antes de Cristo por lo que la divina providencia sólo dependía de la capacidad de los numantinos, allá por el 133 a.C. Estos estoicos defensores aguantaron unos trece meses a un intenso acoso y derribo y, también, lucharon contra el hambre y las enfermedades esquilmaron a la población. Todo ello, hasta el fin.

Algo más de dos milenios después hemos vivido una nueva defensa numantina de Soria. Hemos cambiado el hambre por la avaricia y la enfermedad por la corrupción. Pero, la estrategia de José Manuel Soria, parafraseando a su apellido, ha sido toda una defensa numantina de sí mismo. Apoyado por unas torpes directrices gubernamentales, dirigidas por Mariano Rajoy y sus ministros, que han actuado con nocturnidad y alevosía. El premio de los mediocres, la asignación digital de una secretaria ejecutiva en el Banco Mundial, se oculta de las cámaras y taquígrafos, tras una sesión de investidura de cartón - piedra, y se esconde, además, de la mirada crítica de los ciudadanos, tras obviar la publicación del nombramiento en el Boletín Oficial del Estado.  Al final, la culpa es soltera y no la quiere nadie. Los dimes y diretes acaban emparejando a Luis de Guindos con la más fea y el gobierno conjuga un matrimonio de conveniencia para que Rajoy no tenga que remojar sus barbas. Y, al final, el desempleado José Manuel Soria queda frente a su cartilla del paro reflexionando los primeros versos que canta Jaime Urrutia: "Todo el mundo sabe que es difícil encontrar en la vida un lugar, donde el tiempo pasa candencioso sin pasar y el dolor es fugaz"

Y así un hombre cualquiera defiende a Bécquer y Machado, porque "el olvido del amor [y de la política] se cura en soledad [y en la oposición].

No hay comentarios:

Publicar un comentario