domingo, 6 de noviembre de 2016

Lo deshumanizado de las bestias



Un hombre cualquiera no usa cascos de música por la calle para reconocer el sonido que envuelve los lugares por los que pasa.

"Aún quedan levísimos atisbos de civilización en este brutal matadero, que en su día fue conocido como humanidad", M. Gustave, recepcionista del Gran Hotel Budapest. La humanidad es difícil de encontrar en la oscuridad de las cloacas, ya sea en la ferocidad de la guerra o en el más cotidiano egoísmo del día a día. Lo deshumanizado de las bestias obedece a la ausencia de los sentimientos, que se esconden tras los avivados instintos. ¡Sólo queda encomendarse a Santa Bárbara! Más allá de la música, que amansa a las fieras; el resto de artes tienen la misma capacidad para apaciguarlas. A través de los sentimientos, la materia prima de los artistas, se muestra la esencia de la humanidad.

'Lonely bird', cedida por Alicia Rey

Un afinado violín resuena por los pasillos subterráneos. El sonido emana de una anciana pareja de músicos callejeros. Él toca el violín y ella, a su lado, le va pasando, calladamente, las hojas de la partitura que descansan sobre el atril. Cuando alguna moneda alcanza el estuche del prototipo de Antonio Stradivari, ella asiente con una sonrisa y él, si la concentración sobre el pentagrama lo permite, le acompaña con el mismo gesto. La escena sorprende al paso despistado de los transeúntes aminorando su estrés, relajando su cabreo y rescatando su humanidad. Así, el rítmico rasgado de la cinta sobre las cuerdas resucita un levísimo atisbo de civilización.

Y así un hombre cualquiera se crea un mapa de los sonidos de la ciudad para componer sus recuerdos con una banda sonora.

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