miércoles, 17 de agosto de 2016

Lo costoso del deshielo



Un hombre cualquiera encuentra una vieja carpeta con recortes de prensa y de publicidad de cuando quería ser periodista cultural a lo Carlos del Amor

Interior día. 16:00 horas. 30º grados centígrados de altura del mercurio y una humedad relativa del ambiente ausente. ¿Qué puedes hacer en ocho minutos? Sobre la encimera se recrea el recorte publicitario de BMW. El cubito de hielo se deshace, poco a poco, hasta dejar un pingüe charco de seis centímetros de diámetro. La evaporación hace el resto hasta que desaparece cualquier rastro. Sólo quedan las diez viñetas del anuncio. Así, en lo que tarda en deshelarse un cubito de hielo puedes decidirte a comprar un coche. Pero, ¿no resulta paradójico anunciar un vehículo contaminante, cuyos gases influyen en la reducción de la capa de ozona y, en consecuencia, que ayudan al deshielo de los polos?

Deshielo programado (EEUU vs URSS), un hombre cualquiera



Justo, mientras reviso el anuncio en la carpeta de recortes, el locutor habla sobre el descubrimiento, en Groenlandia, de una base nuclear americana de la Guerra Fría. El gobierno de la Casa Blanca utilizó la estratégica posición de la isla contra los posibles ataques de los submarinos soviéticos. Además, el periodista afirma que los residuos nucleares abandonados en Camp Century podrían quedar al descubierto por el deshielo de los polos. La limpieza de la zona supondría una costosa cuantía, pero ¿quién asumiría el coste? ¿Estados Unidos que abandonó la zona hace más de cincuenta años, el gobierno de Dinamarca que permitió la ocupación de los soldados del Tio Sam o el actual gobierno de Nuuk? En conclusión, el hielo es un pésimo protector de cuestiones vitales, contra la opinión de Walt Disney, y hace añicos las grandes hazañas al deshacerse contra la dura realidad, como le ocurrió al indestructible Titanic.

Y así un hombre cualquiera se queda helado en plena ola de calor, porque las inconscientes decisiones del pasado desembocan en precoces consecuencias para el futuro.

 

martes, 9 de agosto de 2016

Lo inundado de las fronteras




Un hombre cualquiera estrena un felpudo con expectativas de frontera con la leyenda inscrita de "la República independiente de mi casa".

La cartografía, como todas las ciencias, dependen de la evolución de su materia de estudio para aplicar sus conceptos y premisas. Pero, la cartografía, más allá de la disposición de los territorios, se centra en las consecuencias de las ansias de poder. Dichas ansias de poder dibujan líneas fronterizas a lápiz para borrarlas en caso de un inesperado ataque del síndrome de Napoleón. Y así, los estadistas usan los territorios, como piezas de un puzle, que pulen o modifican para que  sigan  encajando los territorios dentro del Atlas. Con todo y con esto, los continentes no son más que lienzos sobre los que diseñar; bien sea a escuadra y cartabón, como el caso del decimonónico reparto de África, o por la cincelada historia europea que percute y labra cada vecindad y dominio. Y luego pueden ocurren múltiples causas de apropiación, reparto, intercambio o, incluso, robo de territorios:

Un tratado cedió Gibraltar a Reino Unido; una compra-venta hizo americanas a Luisiana y Florida; una milagrosa y cementada construcción convirtió el mar en tierra en Holanda; una colonización afrancesó las Guayana; una batalla de conquista que acaba consiguiendo paraísos como las Canarias; una programada desmantelación soviética dio paso a las repúblicas del Este; un acuerdo bilateral dividió Checoslovaquia; un vacío de poder traspaso Crimea a Rusia; e, incluso, la dejadez gubernamental deja territorios en tierra de nadie, como el Sahara Occidental. Pero nunca se había mediatizado tanto el cambio de dueño de un territorio, como el caso de la consecución de territorios por cuestiones naturales. ¡Ganamos territorio incluso sin tanques! debió pensar el cartógrafo germano, Rolf Böhm, al descubrir el crecimiento del territorio alemán en 500 metros cuadrados de la noche a la mañana. Este paradójico hecho, supone que la política territorial del gobierno de Ángela Merkel parece inversamente proporcional a la política de recortes económica que aconseja a toda Europa. Sea como fuere el crecimiento del nivel del río Kirnitzsch por las inundaciones de 2013 ha cambiado la línea fronteriza entre la germana Sajonia y la checa región de Bohemia. Los fronteras marcadas por los ríos provocan que a río revuelto ganancia de pescadores…

Y así un hombre cualquiera se compra una goma de borrar para borrar las fronteras en caso de emergencia territorial.

lunes, 1 de agosto de 2016

Lo felino de los funcionarios



Un hombre cualquiera busca información para presentarse a las oposiciones de sereno del siglo XIX al servicio del Ministerio del Tiempo.

La última visita al rastro se ha saldado con la levita y el monóculo para el uniforme. Aún no ha salido la convocatoria y ya está lista la indumentaria. Incluso he entrado en negociaciones con la soñadora en pijama para un decimonónico diseño para mi barba (no espero ganar la discusión y, bueno, si sale mal pues… ¡pelillos a la mar!). Lo peor es el temario, porque es muy amplio: el callejero, los horarios de los locales, las estrategias de los borrachos habituales para seguir deambulando en zigzag por las calles... Además, hay una prueba de idioma para adquirir la jerga coloquial de la época y, también, un test de cultura general sobre los motes y chascarrillos de los políticos y de los miembros más representativos de la sociedad del momento. Y hasta hay un examen práctico sobre los protocolos de emergencia para salvar a los gatos encaramados a cornisas o a copas de árboles. Estos casos sólo son para los barrios acomodados, donde las mascotas de ricachonas, cansados de su vida sedentaria de funcionarios eternos, trepan por encima de sus posibilidades y de sus siete vidas.

Y curiosamente, en la aislada Gran Bretaña post-Brexit, hasta los gatos pueden ser funcionarios con distinguidos puestos como "Jefe Cazador de Ratones de la Oficina del Gabinete". Así, en el número 10 de Downing Street, el gato elegido vive panza arriba sobre los secretos informes de 007 y los últimos informes clasificados sobre Nessy. Actualmente, Larry, un gato europeo común jaspeado, ostenta el puesto con su collar azul de los "Tories"; aunque la mala prensa le describe como un holgazán, que sólo ha cazado un ratón en los últimos seis meses y que no merece su sobrevalorado salario de 100 libras esterlinas. De hecho, David Cameron ha castigado a Larry a vivir sólo en la zona de oficinas; el castigo ha sido filtrado a la prensa y los laboristas consideran el castigo como si Larry hubiera pasado a ser considerado un simple sirviente más de Downton Abbey. Pero, todo cambió con la presentación de la dimisión de Cameron, ya que se abrió una crisis institucional más importante aún sobre el incierto futuro del felino. Pero, rápidamente, Theresa May confirmó que seguirá contando con los servicios de Larry sin devolverlo a su lugar de origen, Battersea Dogs and Cats Home. Todo volvió a la tranquilidad, porque Larry sería mantenido en un puesto que ha estado, históricamente, al servicio de otros gobiernos, como Margaret Thatcher, Edward Heath o Winston Churchill. De hecho, este último primer ministro no creía que el "Ratonero en jefe" fuera servil en comparación con otros animales: “Los perros nos miran como sus dioses, los caballos como sus iguales, pero los gatos nos miran como sus súbditos”.

Y así un hombre cualquiera si no aprueba las oposiciones al Ministerio del Tiempo espera poder reencarnarse en felino para residir como funcionario en el número 10 de Downing Street.