Un hombre cualquiera atrapa con sus cascos los primeros acordes de una
mítica canción de Gabinete Caligari en M80, justo al entrar en la papelería del
barrio.
Las atestadas librerías de septiembre se fortifican con murallas de papel de
texto para el acuciante asedio de los ignorantes alevines y de los padres
equilibristas sobre el fino borde de la última moneda de euro del monedero. A
la puerta del establecimiento, una refrescante brisa de una fuerza lectora considerable
ha hojeado un libro de historia hasta perder su pulso ante el sitio de
Numancia. El libro abierto de par en par deja al descubierto la estrategia de
resistencia y contención contra las tropas romanas. Claro, todo ocurrió antes de
Cristo por lo que la divina providencia sólo dependía de la capacidad de los numantinos,
allá por el 133 a.C. Estos estoicos defensores aguantaron unos trece meses a un
intenso acoso y derribo y, también, lucharon contra el hambre y las
enfermedades esquilmaron a la población. Todo ello, hasta el fin.
Algo más de dos milenios después hemos vivido una nueva defensa numantina de
Soria. Hemos cambiado el hambre por la avaricia y la enfermedad por la
corrupción. Pero, la estrategia de José Manuel Soria, parafraseando a su
apellido, ha sido toda una defensa numantina de sí mismo. Apoyado por unas
torpes directrices gubernamentales, dirigidas por Mariano Rajoy y sus
ministros, que han actuado con nocturnidad y alevosía. El premio de los
mediocres, la asignación digital de una secretaria ejecutiva en el Banco
Mundial, se oculta de las cámaras y taquígrafos, tras una sesión de investidura
de cartón - piedra, y se esconde, además, de la mirada crítica de los
ciudadanos, tras obviar la publicación del nombramiento en el Boletín Oficial
del Estado. Al final, la culpa es
soltera y no la quiere nadie. Los dimes y diretes acaban emparejando a Luis de
Guindos con la más fea y el gobierno conjuga un matrimonio de conveniencia para
que Rajoy no tenga que remojar sus barbas. Y, al final, el desempleado José
Manuel Soria queda frente a su cartilla del paro reflexionando los primeros
versos que canta Jaime Urrutia: "Todo el mundo sabe que es difícil
encontrar en la vida un lugar, donde el tiempo pasa candencioso sin pasar y el
dolor es fugaz"
Y así un hombre cualquiera defiende a Bécquer y Machado, porque "el olvido
del amor [y de la política] se cura en soledad [y en la oposición].