Una soñadora en pijama permanece dormitando a pierna suelta sobre la isla de Langeoog,
mientras, a su lado, un hombre cualquiera se despierta temprano la mañana de reyes.
Desde la ventana de la cocina, el aroma del café templaba la
vista al mar del Norte, condensando el vapor sobre la ventana. El silencio de
la casa sólo se perturbaba por el avance del segundero. Aún eran las 8:00 de la
mañana. Bajo el árbol esperaban el oro, el incienso y la mirra. Dado la
temprana hora y la calma de la casa, se enfundó el anorak y la bufanda para
pasear unos minutos a pie de playa. El temporal de los días previos había hecho
impracticables los alrededores del mar, la belleza del caos.
"Desayuno infantil", un hombre cualquiera |
Justo antes de pisar la arena paró en seco. Una invasión
multicolor había colonizado la orilla de la playa. La curiosidad le hizo
acercarse, lentamente, hasta descubrir miles de recipientes de plástico de
colores, de esos que laten de ilusión en el interior de los huevos Kinder. La
soledad de la playa le sirvió para fotografiar la involuntaria invasión y,
después confesaría, que llenó los bolsillos del anorak de regalos para la
soñadora en pijama. Tras dar la voz de alarma, la playa se llenó de niños, viviendo
su más prolífica mañana de reyes. Un artículo del diario local dulcificó el
accidente marítimo adjudicando a los reyes magos las sorpresas de la
chocolatera Kinder Ferrero, que habían naufragado la madrugada del seis de
enero camino de Bremen en pleno mar del Norte.
Y así una soñadora en pijama aparta el oro, el incienso y la
mirra para descubrir los juguetes que atesoran los dulces del repostero
Ferrero.
Hundimiento de Langeoog:
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