Bonnie & Clyde, los dos ladrones a sueldo, fueron contratados
para robar ante millones de miradas el Oscar a la mejor película 2016. Eso sí,
sin que nadie se diera cuenta. Casi todo estaba milimétricamente preparado:
ellos entregarían el premio, como homenaje a los 50 años del rodaje de su
película; la confusión entre los sobres crearía el caos en el escenario y la
limusina arrancada les esperaría para huir rumbo al Este. Ocultos tras la cinematográfica
imagen de los actores Warren Beatty y Faye Dunaway, la pareja de ladrones subió
al escenario para entregar el premio. Nadie sospecharía de ellos, la pantalla
les dio la absolución en su día y de cara a la sociedad se habían reinsertado
perfectamente. Así que allí se presentaron con sus mejores galas y el sobre
granate con el supuesto nombre del ganador. El plan era perfecto, pero algo no salió como esperaban. Ya, durante la lectura del premio, la
conciencia de Clyde le hizo dudar con miradas de soslayo al público y a su
propia compañera. Pero Bonnie no dudó ni un segundo, sus cuerdas vocales estaban
preparadas para disparar sin preguntar. ¡La la land!, gritó. Los aplausos y
ovaciones inundaron el Dolby Theatre hasta que el equipo de la película alcanzó
el escenario.
Las estrellas de
la ciudad iluminaban con toda la intensidad,
mientras las pistolas de Bonnie & Clyde humeaban todavía. Entonces, Bonnie, aprovechando los
ceremoniosos agradecimientos, hizo aparecer el sobre con el nombre de la
verdadera película ganadora. Sólo había que esperar a que el caos se adueñara
del Dolby Theatre. Y el caos tardó sólo dos minutos y veinticinco segundos en
llegar. Lo que tardó Jordan Horowitz, productor de
La La Land, en darse cuenta del fallo, hacerse con el micrófono y
decir 'Esto es un error, la ganadora es Moonlight'; mientras enseñaba a cámara
la tarjeta con el nombre de la ganadora. Bonnie, con la estatuilla en la mano,
intentó rescatar a Clyde de la confusión, pero fue inútil. La conciencia del bueno de Beatty le impidió huir (eso y su avanzada edad, claro). Y con sus dudas,
acabó por abortar el plan para que cobrarán aquel multimillonario cheque para
que el Oscar a mejor película descansara sobre la chimenea del Despacho Oval.
Y, por tanto, el premio acabara en manos del protagonista de la mayor película
de ciencia ficción jamás rodada por Hollywood, la presidencia de Donald Trump.
Y así un hombre cualquiera
imagina, de esta forma, como se abría preparado el sabotaje por la Casa
Blanca con el embelesado auditor de PWC en las curvas de Emma Stone, la
confusión de los sobres y el inesperado giro de los acontecimientos.