lunes, 17 de abril de 2017

Lo exiliado del humor

Un hombre cualquiera enmudece el día internacional de la voz al intentar articular el nombre del único cómico propietario de un premio Oscar.

Las brujas de Salem de Arthur Miller denunció las listas negras creadas por el gobierno estadounidense para la búsqueda de afines al comunismo dentro de los dominios del Tío Sam. Y el dedo acusador del Comité de Actividades Antiamercanas señaló a Charles Chaplin, que acabo exiliándose a la neutralidad suiza. Pero el aire de los Alpes no le hizo olvidar el desaire de la Casa Blanca. Así, Chaplin celebro su 64º cumpleaños entregando, en Ginebra, el permiso de retorno a Estados Unidos para no volver jamás. (aunque acabó regresando a Hollywood)

La ciudad suiza de Vevey, residencia del exilio de Chaplin, experimentó el domingo de pascua seiscientas cincuenta resurrecciones de Charlot. 40 años después que Sir Charles Spencer protagonizara su última secuencia, los bombines, bigotes y bastones invadieron, nuevamente, los 3000 metros cuadrados del museo del actor londinense. A pleno color resurgieron las muecas y sketches de humor que bordearon, en 1948, la medalla del premio Nobel de la Paz. Una dedicatoria póstuma con todo su humor.   

Y así un hombre cualquiera recobra la vibración de las cuerdas vocales al articular con firmeza el nombre del humor por antonomasia: Charles Chaplin