domingo, 19 de noviembre de 2017

Lo familiar de los aniversarios



Un hombre cualquiera se queda de piedra por la celebración, por todo lo alto, del 20 de noviembre en Buckingham Palace.

En el Ball Room, Felipe de Edimburgo e Isabel II de Inglaterra brindan sus copas de bohemia con un burbujeante cava catalán. El brindis aúna en un solo tintineo a los ciento cincuenta comensales. Entre los asistentes el embajador de España, sorprendido, sólo toma un sorbo y se sienta reflexivo en su silla pensando que aquella será la primera y última vez que acudirá a una celebración de ese tipo. La reina realiza un discurso que se centra en celebrar esta fecha con su marido, cuya familia, los Mountbatten, estuvo relacionada con el régimen nazi; lo que puso a prueba, en su momento, la futura celebración del 20 de noviembre.

Los aplausos de los asistentes, al finalizar el discurso, espantan a las palomas de la ventana y rebajan el protocolo del acto. Los corrillos se empiezan a formar sobre la alfombra roja de terciopelo y los anfitriones se van repartiendo entre los grupúsculos. El éxito del Duque de Edimburgo es mayor entre los asistentes, porque su conocida dote humorística entretiene más que los amables comentarios de su reina. De hecho, aprovechando la ocasión, el consorte británico realiza este chiste con motivo de su 70 aniversario de boda: "Si ves a un hombre abriendo la puerta de un coche a una mujer, es porque se trata de un coche nuevo... o de una mujer nueva."

Y así un hombre cualquiera dirime cuantos de los invitados a la boda real de 1947 habrían apostado, porque los novios celebrarían su septuagésimo aniversario juntos.

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