domingo, 3 de diciembre de 2017

Lo motorizado de la ilusión

Un hombre cualquiera piensa que todas las primeras citas deberían ser a ciegas, porque son las únicas que te permiten ver más allá de la primera impresión.

De hecho, la ONCE debería patrocinar primeras citas totalmente a ciegas, cómo en la película “Cuestión de tiempo”. Sin duda serían, paradójicamente, la única manera de ver el interior sin deslumbrarse ante los oasis de cartón pluma o, banalizar la complicada estructura de la maleza que esconde un tesoro oculto. Todo ello, para descubrir, detalladamente, el interior de un perfecto desconocido como si lo conocieras de toda la vida. Esta cita a ciegas obviaría la vista y reduciría la factura de la luz, en favor del olfato, la conversación y, por encima de todo, la imaginación. Al fin y al cabo, la juventud de la fachada nace derrotada ante la eternidad del alma.

La lectura de una historia o una narración radiofónica ayudan a entender la importancia de la imaginación. El mismo mensaje leído o escuchado se materializa en tantas formas como tantos lectores u oyentes alcance. Así, la imaginación alimenta la ilusión, como motor fundamental para avanzar hacia el futuro. 


Y así un hombre cualquiera gusta de escuchar con los ojos cerrados a una soñadora en pijama para descubrir lo que la miopía no enfoca.

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