domingo, 24 de junio de 2018

Lo honrado de los caídos

Un hombre cualquiera lee atónito la noticia de la exhumación de los restos de Francisco Franco.

La Mandrágora compuso "Adivina, adivinanza" para narrar el esperado entierro del dictador. Aquella canción enumeraba una infinita lista de asistentes a las exequias fúnebres desde la primera fila del cortejo a los que acudieron del más allá. En la seriedad de los rostros se intuía el final. No se enterraba a un hombre, con independencia de sus inhumanos actos, sino que se acompañaba a un régimen camino del infierno.

Los simbólicos monumentos, que los dictadores consagraron a perpetuar en la historia su imagen de inhumanos, no deben caer en el olvido. Así, el Valle de los Caídos representa la monstruosidad del franquismo. Un osario de héroes y de enemigos que proyectan el mortifico vacío de una guerra fratricida, amparada por la unción católica, la inversión comercial y el paso marcial. 

Y así un hombre cualquiera espera que el Valle de los Caídos se reconvierta para el honor de todos los que cayeron, incluso a los que tiraron a las cunetas.

domingo, 17 de junio de 2018

Lo reflejado de los espejos

Un hombre cualquiera se despierta en una barcaza en mitad del mar con una extraña sensación de vacío.

Alicante, un marzo de 1939. Ya no quedaban balas cuando embarcaron a tierra extraña. El puerto se alejaba borroso entre lágrimas y el azul del Mediterráneo esperaba a Serrat para componer las largas noches de invierno. El incierto futuro se velaba oscuro como las profundidades del mar que les hacía naufragar su presente cara al exilio. Y así, el Stanbrook desembarcaba su caminito a ultramar, en Orán, por debajo de la línea de flotación con 3.000 almas a bordo.

Valencia, un junio de 2018. Tras navegar a la deriva sin puerto ni meta, la tenue luz de un faro esgrimió la línea del horizonte. El nimio esbozo de la tierra prometida fue tomando las formas de sueños, esperanzas y, sobre todo, de futuro. El primer mundo hace aguas sobre tierra firme, cuando la conciencia encalla sobre el vil metal. El Aquarius toma puerto con 600 almas que han sobrevivido a una nueva Odisea.

Y así un hombre cualquiera observa una amplia llanura de lo que fue un mar; ahora, repleto de cadáveres, de naves naufragadas y, sobre todo, de vergüenza.

martes, 12 de junio de 2018

Lo mediático de los diagnósticos



Un hombre cualquiera aprende la nueva lista de reinas y reyes godos que compondrán el estrenado Gobierno.

Hasta los leones del Congreso se dieron la vuelta para curiosear lo que ocurría en el hemiciclo el pasado 1 de junio. La cara de absoluta incredulidad que se les puso ha durado hasta el nombramiento del nuevo Consejo de Gobierno. Una nueva nomenclatura que debería aplicarse para adaptarse a su nueva composición y a sus características de género. Una sociedad que ha clamado como si todos los días fueran ocho de marzo, que debe luchar contra la homofobia, que necesita patentar la laicidad sin biblias ni crucifijos; y, en consecuencia, que necesita un gobierno ejemplar y ejemplarizante, como el diseñado por el superviviente, Pedro Sánchez

El carácter mediático de los acontecimientos ha colocado un listón muy elevado y un punto de crítica que no perderá detalle. La luz y los taquígrafos servirán para mostrar y determinar los grandes retos: recomposición de los recortes sociales; medirá milimétricamente la vara de la corrupción; proclamará la independencia periodística de Torrespaña; redefinirá la concepción del diálogo; formulará la conjugación de la inversión en un futuro condicional; y la lista se irá ampliando a cada minuto. La complicada vida política escuchará cada latido para conocer su estado cardíaco, eso sí, desde su insuficiencia parlamentaria. Los fármacos deberán ajustarse al presupuesto heredado y a los sobresaltos que puedan echar por tierra el diagnóstico.

Y así un hombre cualquiera espera que la hemofilia no haga de las suyas, como diría Nieves Concostrina, que con las monarquías ya se sabe...

sábado, 2 de junio de 2018

Lo encerado de las mociones


Un hombre cualquiera se queda estupefacto ante la primera moción de censura de la historia que ha desalojado a un presidente, Mariano Rajoy.

Al superviviente inesperado de la política ibérica del siglo XXI le han dado la extrema unción en un perfecto euskera. Este superviviente ha permanecido impune a los envites de Esperanza Aguirre, a varias derrotas electorales, a los dimes y diretes del fantasma de Aznar, a la guillotina de la corrupción y hasta a los desprestigiados hilillos de plastilina que se escondían debajo del mar. De todo se ha salvado y todo le ha ido hiriendo, poco a poco, hasta que Marco Junio Bruto Sánchez le ha acuchillado y a la sombra de una chapela le han ungido con los santos óleos. La mecha se le ha ido quemando, mientras se deshacia la cera del palo que aguantaba su vela.

La estrategia de Don Tancredo falló a la enésima embestida y este Matusalén, contra los sagrados mitos bíblicos, se apagó en mitad de la última tormenta. Murió sobre el escaño que veló a Adolfo Suárez durante las balas de  fogueo de Tejero, dónde Leopoldo Calvo Sotelo casi ni llegó a calentar con su luz y dónde José María Aznar se convirtió en humo como las almas que viajaban aquel 11 de marzo. Al final, la oscuridad de la muerte política deja ese regusto a quemado, como cuando las velas se apagan, y todo acaba lleno de un humo que no deja ver la realidad, hasta que se disipa.

Y así un hombre cualquiera se queda, como una estatua, ante la premura del comunicado del Museo de Cera con el cambio de la figura del nuevo presidente, Pedro Sánchez.