Un
hombre cualquiera se compra una maleta para guardar los nuevos
recuerdos de sus viajes a la manzana de al lado o, allende los mares,
hacia la Atlántida.
¿De
qué se llenan las maletas? Las maletas se rellenan de múltiples
objetos, pero los más habituales y numerosos son los “por sí
acasos”. Por si acaso hace frío, un abrigo marca Chewacca . Por si
acaso vamos a la playa, un bañador tipo Borat. Por si acaso nos da
por buscar el arca perdida, un sombrero de Indiana Jones. Pero con
independencia del contenido en la partida, las maletas tambien
vuelven a reventar a la vuelta. Además de la dejadez al recolocar la
ropa y de la pila de souvenirs made in Taiwan; sobre todo, las
maletas vuelven llenas con los recuerdos vividos, que no ocupan
espacio, pero son lo esencial del viaje.
Y
esa esencia nos inspira para partir a nuevos lugares. Así, cada
nochevieja nos embarcamos con la ilusión de todos los momentos que
nos esperan a lo largo de las hojas del nuevo calendario. Por tierra,
mar o aire nos dirigimos a nuestro futuro que se conjuga mejor en
plural. Así que habrá que dejar sitio en la maleta para los
recuerdos que nos traeremos a la vuelta y, al final, poder decir que
sí, que fue un Feliz 2018.
Y
así un hombre cualquiera sabe que, cada mañana, comienza un viaje
a la Atlántida al sentir el cálido sol que dora, cada verano, a la
soñadora en pijama.
¡Feliz 2018 con experiencias ficticias e historias reales!
No hay comentarios:
Publicar un comentario