miércoles, 26 de junio de 2024

Lo tórrido del fuego

Un hombre cualquiera observa las llamaradas que definen la línea de la costa entre lo humano y lo infinito.

La expresión arder en deseos es una mecha que se enciende en la noche de San Juan. Deseos, promesas y sueños se desmaterializan en lo embriagador de lo purificado. El calor, que desprenden las hogueras, recuerda al hogar. El fuego, que ilumina las oscuridades, ahuyenta al miedo. El humo, que difumina los horizontes, acerca las metas.


Allí abrazados entre arena, risas y cerveza, su sueño de la primera noche del verano se prende con la estela de una estrella fugaz. Y se empiezan a quemar con un tórrido beso que intercambia su avergonzado carmín con el cosquilleo de su bigote. Sus latidos guían el romance entre inocencias e inseguridades. Un haz de faro que arroja luz ante los cantos de sirena y lo peligroso de los acantilados. Y al final, al abrir los ojos se encuentran. Las sombras muestran lo verdadero de los sentimientos con las luces del alba de la mañana de San Juan.


Y así un hombre cualquiera sabe que algunas ascuas seguirán encendidas a pesar del oleaje de la playa.

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