lunes, 30 de septiembre de 2024

Lo volátil de los héroes

Un hombre cualquiera acude a una sucursal bancaria en una particular busca del tesoro ante la muerte anunciada de estos locales de crédito.

Las mesas de los banqueros se disponen alrededor con dos sillas para el público, un bolígrafo amarrado con una cuerdecilla y un fluorescente colgado a la altura exacta para alumbrar lo volátil de los billetes y lo terrorífico de los números rojos. El día corría sin prisa y sin incidentes. Algún jubilado para revisar sus ahorros, la dependienta de la panadería en busca de cambio y el administrativo de la gestoría para conseguir unos extractos de las comunidades de vecinos. Lo normal.

Al otro lado de la puerta acristalada acudió el siguiente cliente. Allí se plantó con sus apretados pantalones azules, a juego con su elástica de manga larga. También de color azul. Sobre el pecho aparecía algún tipo de logotipo. Y la brisa de la mañana le daba un aire épico al blandir su enrojecida capa, en el mismo color que su slip amarrado por encima del pantalón. Obviamente, al entrar llamó la atención de todos los presentes, pero todos volvieron a sus quehaceres. El vigilante de ausente cabellera y vestimenta oscura le señaló su acreditación para demostrarle que no era Lex Luthor con una sonrisa cómplice. Y el supuesto héroe se acercó a la ventanilla con su DNI para sacar un par de billetes de veinte euros. Y abandonó sin pena ni gloria la sucursal. Un par de locales más allá, el hombre disfrazado repartía publicidad de un nuevo gimnasio para súper hombres.

Y así un hombre cualquiera sufre la desilusión de presenciar como Superman no combate los intereses, los plazos fijos y las mega fusiones de la banca.

miércoles, 11 de septiembre de 2024

Lo elegante del bombín

Un hombre cualquiera se encuentra un bombín, prácticamente de estreno, en la puerta de su casa.

La sorpresa del sombrero le asombró sobremanera y sus sienes comenzaron a maquinar elegantes historias. Un bombín para lucir como un hombre de traje gris al que nunca le roben el mes de abril. Un bombín para convertise en un crápula de los que viven 19 días y 500 noches. Un bombín a juego con un parche en el ojo, con cara de malo. El bombín de un viejo truhán, el capitán de un barco que tuviera por bandera un par de tibias y una calavera. Un bombín para degustar un dulce tiramisú de limón con helado de aguardiente.


O, quizás un bombín para incluirle una pluma de indio okupa para acampar con su bandera en la ribera del pupas. Un bombín para declarar que lo niego todo, incluso la verdad. Un bombín para resolver el caso de la rubia platino. Un bombín para firmar un pacto entre caballeros. Y, sin duda, un bombín para que todas las noches sean noches de boda y que el fin del mundo nos pille bailando.


Y así un hombre cualquiera se coloca el bombín sobre la oreja, a modo de concha, para escuchar el amar de la Ría de Pontevedra.

domingo, 8 de septiembre de 2024

Lo berciano de los dichos

Un hombre cualquiera se despierta sin prisa por lo festivo del calendario.


Al abrir la ventana, la frescura invade las estancias. El mercurio se agazapa en las profundidades del bulbo, el azul se encapota por altos cirros y estratos y los andenes de las veredas se empapan con las lágrimas del rocío. El verano se esconde entre los huidizos racimos de Mencía y Godello. Al ver la calle, el bullicio invade la tranquilidad. Los banderines se guindan en sus colores, el dulce se percibe por azucarados algodones y garrapiñados y los ritmos de los espigados gigantes se acompasan con los de los achaparrados cabezudos. El verano se resguarda entre los tradicionales ropajes con jubón y anguarina. 


El campillín del Sil, un hombre cualquiera 


Al sentir el hambre, la sinfónica cocina resuena sobre los fogones. El botillo aromatiza por lo rojizo del pimentón, la androlla perfuma por lo ahumado de su adobo y las castañas se hornean con el modelado de la tarta. El verano se evapora entre los humeantes recetarios con sabor a otoño. Al colorear el paisaje, la otoñada destiñe las postales. La cruz de Peñalba se iza en lo alto de los mástiles, el dorado de las Médulas adorna las joyas y las manecillas del tiempo y lo rubescente del aspa templaria protege el peregrinado perdón de propios y extraños. El verano se agota entre las tintadas despedidas festivas y las inevitables rutinas descoloridas.


Y así un hombre cualquiera entona el final del verano con un rotundo grito berciano: “tras la encina, el invierno está encima.”

domingo, 1 de septiembre de 2024

Capítulo XVII: Lo inconfundible de las extraordinarias

Un hombre cualquiera se encuentra con humanas extraordinarias y mujeres inconfundibles entre las pinceladas de Antonio López y las marcas de cantero de Cáceres. 

Los recuerdos son las selecciones inconscientes de la ambrosía que rellena lo que, de verdad, importa en la vida. Quizá, por ello, la fotógrafa de canciones retrata los detalles que componen lo metódico del pentagrama. Quizá, por eso, percute los matices que reflejan lo voluntarioso de las sonrisas. O, quizá, por esto, el color de las canciones tiñe las sentidas emociones y colorea los emocionados sentidos, como una crónica periodística de las que erizan los latidos.

Sus labios escriben a fuego lento extremeños versos para no quedarse nunca en Stand by. Sus pasos alcanzan la estación de partida con su bolso de piel marrón, sus zapatos de tacón y su vestido de domingo. Su pelo alborotado se mueve al ritmo de las canciones en inglés que baila sobre medias de colores. Su sonrisa ilumina más que los rayos del alba, que entran por el balcón para encender su corazón de mimbre. Sus sueños seleccionan recuerdos de aquí p'allá con los que, de verdad, comparten sus días. Sus manos llenan las maletas con mil maneras de perder la cabeza al subir la marea. Y sus virtudes se encuentran en un mapa de sentimientos para apreciar que no estamos muertos.

Y así un hombre cualquiera se convierte en un melómano con la guía de bandas sonoras para disfrutar de la vida de la fotógrafa de canciones. 


¿Recuerda más extraordinarias inconfundibles?


Capítulo I: Fílmica norteña

Capítulo II: Mecenas del Quijote

Capítulo III: Forzuda equilibrista 

Capítulo IV: Alumbrante de historias 

Capítulo V: Soñadora en pijama

Capítulo VI: Aventurera de las siestas

Capítulo VII: Irónica politóloga

Capítulo VIII: Conversadora berciana

Capítulo IX: Sonriente comunicóloga

Capítulo X: Teniente con rizzo

Capítulo XI: mademoiselle del vestido burdeos.

Capítulo XII: Embajadora de la city

Capítulo XIII: Narradora de vivencias

Capítulo XIV: Guerrera de los Ancares

Capitulo XV: Venerable camarada 

Capítulo XVI: Intérprete del Cueto