Un hombre cualquiera se encuentra con humanas extraordinarias y mujeres inconfundibles sobre lo templario de las almenas y bajo lo sonoro del planeta.
Las buenas anécdotas se convierten en legendarias por los protagonistas y, sin duda, por los juglares que las transmiten. Las horas consumidas de literatura y la afición a los podcasts son la madera que alimenta a la narradora de vivencias. Ella es capaz de adentrarse en lo desconocido de los mapas, donde los dragones acampan a sus anchas. Ella es capaz de adivinar los temores de los sabios, sin los mágicos conocimientos de un arcano. Ella es capaz de reescribir finales de capitulo al calor de los sueños. Y ella es capaz de dibujar una disertación sobre el astigmatismo sobre su colorida y vanguardista manicura.
La narradora de vivencias nunca pierde ningún tren, porque conoce de buena mano los horarios de andenes, apeaderos y estaciones. Calcula el precio de cada trayecto para reducir gastos y sabe todos los caminos, porque su brújula siempre señala al calor del hogar. Lo familiar de su trato se basa en la sinceridad de sus palabras y lo humano de su ayuda, que la muestra en lo apremiante de su disposición. Ella está para conversar entre brindis, para marcar la estrategia ganadora de una partida del quién es quién, para gestionar una reforma express o para llevarte al fin del mundo, si fuera necesario
Y asi un hombre cualquiera siempre busca una excusa para conversar con la narradora de vivencias.
¿Recuerda más extraordinarias inconfundibles?
Capítulo II: Mecenas del Quijote
Capítulo III: Forzuda equilibrista
Capítulo IV: Alumbrante de historias
Capítulo V: Soñadora en pijama
Capítulo VI: Aventurera de las siestas
Capítulo VII: Irónica politóloga
Capítulo VIII: Conversadora berciana
Capítulo IX: Sonriente comunicóloga
Capítulo X: Teniente con rizzo
Capítulo XI: mademoiselle del vestido burdeos.
Capítulo XII: la embajadora de la city
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