Un hombre cualquiera se encuentra con humanas extraordinarias y mujeres inconfundibles entre las pinceladas de Antonio López y las marcas de cantero de Cáceres.
Los recuerdos son las selecciones inconscientes de la ambrosía que rellena lo que, de verdad, importa en la vida. Quizá, por ello, la fotógrafa de canciones retrata los detalles que componen lo metódico del pentagrama. Quizá, por eso, percute los matices que reflejan lo voluntarioso de las sonrisas. O, quizá, por esto, el color de las canciones tiñe las sentidas emociones y colorea los emocionados sentidos, como una crónica periodística de las que erizan los latidos.
Sus labios escriben a fuego lento extremeños versos para no quedarse nunca en Stand by. Sus pasos alcanzan la estación de partida con su bolso de piel marrón, sus zapatos de tacón y su vestido de domingo. Su pelo alborotado se mueve al ritmo de las canciones en inglés que baila sobre medias de colores. Su sonrisa ilumina más que los rayos del alba, que entran por el balcón para encender su corazón de mimbre. Sus sueños seleccionan recuerdos de aquí p'allá con los que, de verdad, comparten sus días. Sus manos llenan las maletas con mil maneras de perder la cabeza al subir la marea. Y sus virtudes se encuentran en un mapa de sentimientos para apreciar que no estamos muertos.
Y así un hombre cualquiera se convierte en un melómano con la guía de bandas sonoras para disfrutar de la vida de la fotógrafa de canciones.
¿Recuerda más extraordinarias inconfundibles?
Capítulo II: Mecenas del Quijote
Capítulo III: Forzuda equilibrista
Capítulo IV: Alumbrante de historias
Capítulo V: Soñadora en pijama
Capítulo VI: Aventurera de las siestas
Capítulo VII: Irónica politóloga
Capítulo VIII: Conversadora berciana
Capítulo IX: Sonriente comunicóloga
Capítulo X: Teniente con rizzo
Capítulo XI: mademoiselle del vestido burdeos.
Capítulo XII: Embajadora de la city
Capítulo XIII: Narradora de vivencias
Capítulo XIV: Guerrera de los Ancares
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