lunes, 18 de febrero de 2013

Lo inconfundible de las extraordinarias (Capitulo I)



Un hombre cualquiera tiene la innata capacidad de toparse con humanas extraordinarias y mujeres inconfundibles entre la puerta del perdón y los paisajes bercianos.

Los nexos de unión pueden propiciar aleadas fusiones por compatibilidad automática, sin premeditación ni alevosía. El caso más empático con esta afirmación se produjo, en plena Comarca, cuando una peculiar noche de los castillos, organizada por la soñadora en pijama, sirvió de escenario para conocer a la fílmica norteña. Y sin más, el tiempo retuvo lo vivido en la mente y en el sentimiento como si nunca nos hubiéramos desconocido. 

Sus pasionales opiniones percuten en tu perspectiva, como las mazas sobre el parche, seguras y constantes mientras remueve, tranquilamente, el británico té a la hora del desayuno literario. Y, además, toda ella  viste sólo con su elegante presencia sobre el agnóstico altar de sus tacones y, con su leído verbo cinéfilo - literario, propicia interesantes tertulias con ingenieros de la pluma y omnívoros artistas de la vida.

Y así un hombre cualquiera aprovecha su potencial facultad para atrapar la femenina y selecta lucidez que caracteriza a lo inconfundible de las extraordinarias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario