sábado, 18 de abril de 2015

Capítulo V: Lo inconfundible de las extraordinarias


Un hombre cualquiera tiene la innata capacidad de toparse con humanas extraordinarias y mujeres inconfundibles entre las aulas de Unamuno y las rojizas tierras templarias de la Comarca.


Desconozco los ingredientes de su receta y las medidas de su molde, pero su aroma y sabor son eternos, como el tiempo sobre Roma. Una musa que inspira con el solo sentir del rumor de sus latidos, el caso más empático con esta afirmación se siente, día a día, con la soñadora en pijama. Ella tiene la innata capacidad de ahuyentar a las pesadillas, porque la vida es sueño y los sueños los transmite en riguroso directo a través de sus kilométricas etiquetas de instagram. Esto es, además, un curioso modo de definición de las cualidades que forjan su personalidad y habilidades. Como su secreto trabajo para la TIA, donde asesora al departamento creativo y de eventos del agente Mortadelo. 



En sus ojos se reflejan las estrellas fugaces de Bagdad con cada proyecto que sobrevuela su prolífica imaginación. Se apunta a un bombardeo, convirtiendo a un hombre cualquiera en un Gila, sin teléfono ni enemigo. Pero, él se deja llevar por su contagioso ritmo, aunque nunca le podrá escribir la canción más hermosa del mundo, ya que se le atragantan los sonetos y le tiemblan las piernas, sentado en un taburete de bar, con solo imaginarla susurrar una sola sílaba de la canción. 



Y así un hombre cualquiera aprovecha para dormir a pierna suelta buscando el cálido frescor de los sueños que caracterizan a lo inconfundible de las extraordinarias.




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