domingo, 14 de julio de 2024

Lo olímpico de los humanos

Un hombre cualquiera observa los aros olímpicos que decoran el cerrado escaparate de la Estafeta sobre las fotos de los medallistas navarros: Indurain, Garralda, Esparza, Lacruz y Barnó.

El fuego olímpico está a punto de llegar a París, pero la ciudad ya brilla con luz propia. ¡Se nota que es 14 de julio! Y se admira radiante desde el parque de Belleville. Allí, Fermín y Margot han preparado un picnic familiar junto a Amélie y Edith con el parisino skyline de fondo para observar cómo la tricolor se iza sobre el cielo de los Campos Elíseos. Unos croissant rellenos, unos bastones de zanahoria con hummus, unos espárragos con jamón y una ensalada de patata. Un festivo festín para la famélica francachela afrancesada. Y en el horizonte la Patrouille de France comienza blandir la bandera y un rítmico rumor retumba con los acordes de la Marsellesa.


La portada de Libération une los dos acontecimientos del día. La marcha militar para la celebración del día de Francia y la cuenta atrás para la inauguración de los Juegos Olímpicos. De repente, Amélie le pregunta a su padre sobre los colores de los aros olímpicos. Entonces, Fermín, en unos pocos segundos, enrolla el periódico creando un artesanal catalejo para colorear la mirada de su hija hasta cada círculo olímpico. Primero le señala al cielo. Así le explica que el azul es Oceanía; un continente construido por islas entre las sirenas, los faros y las olas del mar. Después le dirige hacia el sol para enseñarle el amarillo de Asia. Un caluroso recurso inspirado en sus desérticos paisajes. En tercer lugar, le orienta la vista hacia el verde de las copas de los árboles, los pulmones del viejo continente europeo. Luego le pide a Margot que le tape el visor a su hija. Aquella misteriosa oscuridad africana le asombra como una noche sin estrellas en el Sáhara, un baño en las profundas aguas del Nilo o un imprevisto concierto con un violín de ébano de Madagascar. Y, por último, un Fermín de espaldas y con su pamplonica pañuelo rojo al cuello le sirvió de ejemplo para viajar al continente donde cada atardecer el cielo empieza arder. Donde el fuego se hace amor. Eso es América. La sonrisa de Margot, Amélie y Edith por la curiosa explicación se convirtió en un afectuoso abrazo, cuando Fermín les regaló a sus chicas tres pulseras de tela con los cinco aros de colores para recordar París 2024. Después recogieron su picnic libre, igualitario y fraterno. Y los cuatro partieron de las vistas del parque ataviados con el pañuelo al cuello, la tricolor en la mejilla y el catalejo amarrado a su mano para entonar el pobre de mí, tras los fuegos artificiales del 14 de julio.


Y así un hombre cualquiera recuerda que lo humano de lo olímpico es ser más rápido, más alto y más fuerte.


¿Y qué ocurrió otros 14 de julio?



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