Un hombre cualquiera se encamina con chaleco, gorra y clavel ajado en la
solapa a la pradera de San Isidro de la mano de la soñadora en pijama.
El autobús urbano parece una lata de sardinas, pero, eso sí, lleno de gatos. Y todos desembarcan en la
plaza del Marqués de Vadillo con el rumor del organillo, los furtivos vendedores
de cerveza y los castizos de origen, de nuevo cuño y de importación. Como la
risueña Lili, que lleva desde hace semanas confeccionándose un vestido de
chulapa. Después de la experiencia del primer año se ha dejado el mantón de
Manila en casa por aquello del veranillo de San Isidro. Y se ha mudado al
oeste, a Carabanchel, pero sin fiebre del oro. El maquillaje de sus ojos
recuerda a las escamas de los dragones que se guarecen en Usera. Su patria
chica madrileña. Y la chica de Almudena, Victoria, se ha vestido con chaleco y
gorra y pasea de la mano de su madre por el puente de pirámides. Buscan una
sombra en la ribera del Manzanares para evitar las aglomeraciones, pero cerca
de la pradera para sentir el latir de la ciudad que emana de la ermita.
Almudena ya no tiene tantas ojeras y le han dado el día libre. Desde principios
de año, el día a día se ha visto mejorado con el cambio al turno de tarde.
El cartel de aforo completo no se atreve a asomar entre la marabunta de
cabezas, gorras y pañuelos. Pero la procesión sigue avanzando hacia el santo.
Los carteles electorales adornan la campaña y las farolas frente a los colmados
bares y locales de las asociaciones sociales. En el local de Izquierda Unida,
Gloria y María enseñan el diseño del tatuaje conmemorativo que se van a
imprimir sobre la piel por su paso por el registro civil. Esa noche los fuegos
artificiales se reflejarán en sus alianzas en el parque de Enrique Tierno
Galván. Justo a la hora que Manuela recogerá su puesto de rosquillas y
enrollará los claveles que enmarcan el cartel de las fiestas para su colección
que ya alcanza los 71; nada más y nada menos.
Y así un hombre cualquiera alza su vaso de sangría cántabra para brindar con su emperatriz berciana por las chulapas
compañías que crecen sobre la pradera a la sombra del pirulí.
Inspiración castiza: Mercedes deBellard
¿Te acuerdas de otros San Isidro?