Un hombre cualquiera observa la estatua de Winston Churchill en la plaza del Parlamento.
El sonido de una avioneta le distrae hacia el extraordinario cielo azul londinense. A escasa altura una pequeña aeronave amarilla volaba dando círculos hasta que por sus ventanas empezaron a volar una suerte de papeles. Las octavillas comenzaron a sobrevolar la ciudad y, por la fuerza de la gravedad, a planear hasta el suelo. Mientras tanto a pie de calle unas camionetas con su mercancía al descubierto se acercaban a las inmediaciones. El amarillo de los kilos y kilos de plátanos, sin duda, llamaban la atención, y, más aún, cuando comenzaron a colapsar el tráfico. Inmediatamente, los bobbies se apresuraron a pedirles que reanudarán la marcha. Según contaba The Guardian, a la mañana siguiente.
El repentino ataque de otoño apareció en escena con el suave descender de las octavillas. Propios y paseantes comenzaron a recoger alguna de aquellas hojas y a comentar entre ellos el curioso mensaje que habían recibido. Al mismo tiempo, las aceras de los aledaños comenzaron a atestarse de curiosos y, sobre todo, con las cantidades ingentes de plátanos que atrincheraban el recinto del Big Ben. Los camiones vacíos comenzaron a abandonar las inmediaciones. De hecho, el dron de la policía captó la imagen de la caja de los remolques, donde se encontraban dibujados los retratos de Boris Johnson, Theresa May o David Cameron junto al lema "The First Monkey Minister". La imagen cenital y, también, el dibujo de las octavillas, protagonizarían las portadas de los periódicos del día siguiente, y correrían por todo Twitter como la pólvora. La acción pública ganaba en fuerza con los monos dibujados por Bansky; en las octavillas había inmortalizado la Cámara de los Comunes repleta de monos, bajo el título: Devolved Parliament.
Y así un hombre cualquiera busca entre las caras de la gente las máscaras de V de Vendetta.