martes, 31 de diciembre de 2019

Lo misterioso de los mensajes


Un hombre cualquiera espera en la marquesina del bus, iluminada por un misterioso anuncio en el soporte publicitario.

El cartel es completamente blanco con tres letras negras en el centro. Éstas se disponen centradas y con un tamaño considerable . Se puede leer, desde la lejanía, un apocalíptico mensaje. FIN. El bus tarda en arrancar lo que se tarda en alcanzar el último asiento. El conductor lleva la radio puesta y por el dial comienza la mítica canción de The Doors. 'This is the end...". En la pantalla informativa se indica que es 31 de diciembre y , de pronto, todo se funde a negro.

El autobús que ha avanzado unos escasos 10 metros, deja ver desde la luna trasera el reverso del soporte publicitario. 'Mañana comienza el futuro'. El reflejo del luminoso se imprime sobre los cristales de las gafas. La luz vuelve a iluminarlo todo y los altavoces vuelven a sonar: "The blue bus is calling us. Driver, where are you taking' us."

Y así un hombre cualquiera se embarca a descubrir los misterios de un ¡Feliz 2020!

martes, 24 de diciembre de 2019

Lo ilusionado de las esperas

Un hombre cualquiera descubre al camaleónico Papá Noel agazapado entre los anuncios de Coca Cola.

La vestimenta del personaje navideño que mutó, en los despachos de aquellos publicistas que inspiraron a Mad Men, para teñirse del rojo refresco americano. La razón residía en una fórmula secreta incapaz de combinar su verdoso traje con su barba blanca. Pero, afortunadamente, su cambio de look mantenía intacta la ilusión del despertar de la mañana de Navidad.

Ciertamente, la ilusión navideña se agazapa entre las trincheras de la imaginación, que atesoran los recuerdos. Como en la corteza del 'cagatió' que está bajo manta del salón esperando sorprender con sus regalos; en la sonrisa del 'Apalpador' que surge de su rojiza barba al recorrer los deseos que le susurran los futuros irmandiños; y, también, en las nerviosas conversaciones por los pasillos de las ikastolas esperando la llegada del 'Olentzero'. La ilusión no sabe de lenguas, desconoce las diferencias culturales o la importancia de las banderas.  Pero se transmite con las lenguas, forma parte de la cultura y crea las tradiciones.

Y así un hombre cualquiera recopila las ilusiones que se encuentra a su paso.

domingo, 15 de diciembre de 2019

Lo remoto de las islas

Un hombre cualquiera pasea bañando sus pies con el Mediterráneo, cuando divisa una isla geográficamente imposible frente a Catalunya.

Tal avistamiento procuró de ayuda experta. Las cartas de navegación de Judith Schalansky eran básicas para investigar aquel peñasco desconocido en el 'Atlas de islas remotas'. Aquellos mapas no necesitaban de brújula, porque nunca perdían su Nórdica.  Sin embargo, la precisión con la que se describen los islotes desperdigados, allende los mares, no coincidían con aquel frente a las playas de Gavá. La falta de respuestas dio paso a elucubraciones e hipótesis. Una república utópica a la deriva, un "[...] país es tant petit que des de dalt d'un camapanar sempre es pot veure el campanar veí [...]", una tierra prometida para los inmigrantes sin patria ni bandera o, quizás, la famosa isla donde los mitos viven hasta eternidad.

Sea como fuere, la imaginación articula imposibles para zafarse de la monótona realidad. Y frente a lo desconocido siempre la ciencia intenta poner los pies en la tierra. En tierra firme, porque la isla duró más bien poco. De hecho nunca existió, a pesar de los muchos pares de ojos que creyeron verla. No fue producto de su imaginación, como diría Anthony Blake, sino un efecto óptico. Fata Morgana, así se llama al efecto. Y refleja un cuerpo sobre la superficie del mar, de forma majestuosa, como si fuera el castillo del rey Arturo. Pero al ser una ilusión óptica se desvaneció como un castillo de naipes cuando soplan los aires de la República.

Y así un hombre cualquiera sigue paseando por la playa tarareando el 'Mediterráneo' de Serrat.

domingo, 24 de noviembre de 2019

Lo otoñal de las postrimerías


Un hombre cualquiera enmarca las coloridas instantáneas bercianas en las postrimerías del otoño.

Las cepas huérfanas de sarmientos y racimos palpitan en las cubas de las bodegas. En esa oscuridad donde los caldos encarnan sus sabores hasta maridar las pantagruélicas jornadas gastronómicas. Mientras los paisajes sufren del insomnio sin los grillos, que silencian su rítmico compás durante los sueños de las noches de verano.  

Al mismo tiempo, la decoloración de los castaños, robles y nogales degrada su escala desde el verdor estival. El mismo que asombró, semanas antes, a turistas y paisanos cuando la fiebre de los mercurios les enrojecía las mejillas y la fiebre del oro les doraba los bolsillos hasta la médula, junto a la orilla del río. Ahora las aguas del Sil comienzan a enfriarse entre el pantano y las fronteras de la Comarca; hasta olvidarse de su propio nombre. Allá donde se pierde el rumor del crepitar de las encinas al asar los pimientos y al hervir el almíbar que endulza el marrón glacé. Todo con un familiar y pegadizo acento que trastabilla la lengua entre los brindis de mencía y el descorche del godello.

Y así un hombre cualquiera atesora, a conciencia, los recuerdos en la patria chica de la soñadora en pijama, como valiosas reliquias templarias.

lunes, 4 de noviembre de 2019

Lo mojado de los papeles

Un hombre cualquiera se planta frente a los carteles electorales en pleno diluvio.

El día de la marmota se repite otra vez. Esta vez el agua va resbalando sobre las sonrisas y los eslóganes. La tinta se va diluyendo hasta pintar los adoquines con pigmentos imposibles de combinar. Y sobre la pared la pureza de los carteles renace acartonada y liberados de las promesas del papel mojado.

La lluvia deja de empapar el chubasquero en una tregua inesperada. Allí, los cheques en blanco permanecen a la espera de portadores que los cobren. Con el rotulador permanente indeleble en la mano, el futuro comienza a escribirse negro sobre blanco. La palabra sanidad calma viejas dolencias latentes. Aquellas de las que la educación enseña para evitar que se repitan en la espiral de la Historia. Y que necesitamos pintar en verde esperanza ecológica con la conciencia puesta en los herederos del planeta. Los que trabajarán en tareas aún por diseñar en sociedades complejas y multiculturales. Por ahora, las predicciones meteorológicas anuncian nuevos nubarrones...

Y así un hombre cualquiera encarga el diseño de un arca dentro del sobre electoral

domingo, 27 de octubre de 2019

Lo accionado de las protestas

Un hombre cualquiera observa la estatua de Winston Churchill en la plaza del Parlamento.

El sonido de una avioneta le distrae hacia el extraordinario cielo azul londinense. A escasa altura una pequeña aeronave amarilla volaba dando círculos hasta que por sus ventanas empezaron a volar una suerte de papeles. Las octavillas comenzaron a sobrevolar la ciudad y, por la fuerza de la gravedad, a planear hasta el suelo. Mientras tanto a pie de calle unas camionetas con su mercancía al descubierto se acercaban a las inmediaciones. El amarillo de los kilos y kilos de plátanos, sin duda, llamaban la atención, y, más aún, cuando comenzaron a colapsar el tráfico. Inmediatamente, los bobbies se apresuraron a pedirles que reanudarán la marcha. Según contaba The Guardian, a la mañana siguiente.

El repentino ataque de otoño apareció en escena con el suave descender de las octavillas. Propios y paseantes comenzaron a recoger alguna de aquellas hojas y a comentar entre ellos el curioso mensaje que habían recibido. Al mismo tiempo, las aceras de los aledaños comenzaron a atestarse de curiosos y, sobre todo, con las cantidades ingentes de plátanos que atrincheraban el recinto del Big Ben. Los camiones vacíos comenzaron a abandonar las inmediaciones. De hecho, el dron de la policía captó la imagen de la caja de los remolques, donde se encontraban dibujados los retratos de Boris Johnson, Theresa May o David Cameron junto al lema  "The First Monkey Minister". La imagen cenital y, también, el dibujo de las octavillas, protagonizarían las portadas de los periódicos del día siguiente, y correrían por todo Twitter como la pólvora. La acción pública ganaba en fuerza con los monos dibujados por Bansky; en las octavillas había inmortalizado la Cámara de los Comunes repleta de monos, bajo el título: Devolved Parliament.

Y así un hombre cualquiera busca entre las caras de la gente las máscaras de V de Vendetta.

viernes, 11 de octubre de 2019

Lo imborrable de los viajes

Un hombre cualquiera sobrevuela en globo aerostático el calendario, dibujando en granate las fechas imborrables.

Algunas vueltas al mundo no solo duran 80 días. Son tantos los rincones y recovecos por visitar que hacen falta varias vidas para conquistarlos. Cada uno con una anécdota que narrar en cada una de las postales que archiva en el corazón de madera de su maleta. A vista de pájaro los recuerdos son aviones de papel que planean por la memoria. Y de repente, un manojo de globos persiguen la estela de aquellos recuerdos que sobreviven al paso del tiempo.

Superando el vértigo, que te enseñan las horas de vuelo, el paisaje dibuja una carretera entre los viñedos. Allí abajo un 600 rojo danza sobre el asfalto de celuloide, al ritmo de los Beatles, en un plano secuencia con una coreografía casi perfecta. Las coordenadas se entrecruzan entre las notas de los cuadernos de bitácoras y las marcas de los mapas, porque, al final, todos los caminos llevan a la soñadora en pijama.

Y así un hombre cualquiera toma tierra como cada 12 de octubre para conquistar la tierra prometida

martes, 1 de octubre de 2019

Lo inimaginable de la realidad

Un hombre cualquiera hace memoria de todo lo que ha escrito de su puño y teclado y, sobre todo, de aquello que se dejó en el tintero.

La ciencia ficción es una realidad paralela sobre lo que no pasó o que no alcanzamos a vivir por pertenecer a otra dimensión. Más allá de creencias, experiencias o de Iker Jiménez; la curiosidad reclama de la imaginación un ejercicio de ucronía. ¿Y si Hitler hubiera derrotado al general invierno? ¿Qué habría pasado si Colón hubiera naufragado en mitad del Atlántico? ¿Y si la Armada Invencible hubiera hecho honor a su nombre? O, quién sabe, ¿y si Lee Harvey Oswald hubiera errado su tiro a Kennedy? A falta de un condesador de fluzo que consiga arrancar al maldito Delorean sólo los escritores, los maltratados guionistas y las noches de insomnio podrán imaginar lo que pudo suceder.

Por su parte, los arquitectos que no consiguieron anclar sus cimientos más allá de sus bocetos, cuentan con las maquetas y diseños en una especie de hibernación a la espera de plan de obra.  Su imaginación queda, de este modo, registrada en una eternidad provisional. La misma que hiberna sobre las copas de los árboles del Retiro. Allí, Alberto de Palacio imaginó una bola del mundo de 200 metros de altura asentada en una nave espacial. Obviamente, el fluir de muchos de estos bocetos imposibles se los lleva la corriente río abajo. Como el proyecto del canal fluvial para conectar Madrid con Lisboa, bajo el reinado de Felipe II. Menos mal que el rey prudente entendió lo incomprensible de tal empresa. No como el insensato caudillo (por la gracia de Dios) que quiso enterrar el Teatro Real sobre sus 22 pisos bajo tierra. Menos mal que algunos (proyectos) están enterrados y bien enterrados. Aunque los estilos que los sustentan se adapten al eclecticismo de la modernidad.

Y así un hombre cualquiera rellena nuevas libretas con las ideas que nunca formaran una historia, pero que inspirarán realidades inconexas para la imaginación

miércoles, 11 de septiembre de 2019

Lo cinematográfico de los turistas


Un hombre cualquiera otea lo divino de las alturas y lo insignificante de lo humano desde la azotea del Empire State.

Distraída mirando el móvil, la mujer de tez pálida y melena dorada obviaba las vistas de los ventanales, como si se tratara de un inerte trampantojo. Ella con su estiloso vestido color camel parecía salida de una película de los años 30. Quizá era por el vuelo de su falda o, también, por el recatado escote que vestían las curvas de aquella convulsa década. O quizá era la incidencia del tungsteno sobre su perfil, pero guardaba un asombroso parecido con Ann Darrow.

Ella parecía nerviosa, como esperando a alguien que no acababa de llegar. De hecho, su oscilante vaivén materializaba sus nervios, haciéndole retroceder unos centímetros hasta toparse con una mano descomunal a su espalda. Accidentalmente quedó encajada entre aquellos dedos, mientras era observada tras los cristales por los ojos curiosos de aquel voyeur improvisado. Al intentar zafarse de la trampa tocó la peluda extremidad y el miedo se hizo patente en sus asustados ojos, que acabaron por cruzarse con los de él. Se le cortó la respiración unos segundos, pero aguantó sin gritar. Tan solo lo que tardó en coger aire para convertirlo en un magnífico alarido. A 80 pisos bajo sus pies sintieron su miedo y, unas décimas de segundo después, también sus carcajadas. Y las de todos los turistas de la planta. Aquella rubia despistada se había topado con King Kong. Más bien con una recreación para disfrute y, por lo visto, susto de los visitantes del icónico monumento neoyorquino.

Y así un hombre cualquiera disfruta de los escenarios de película que construyen la ciudad que roza las estrellas desde sus azoteas.


sábado, 7 de septiembre de 2019

Lo escondido de las bambalinas

Un hombre cualquiera absorto por el Super Trouper de ABBA atraviesa un barrio vacacional camino al atardecer.

La imagen del barrio parecía una instantánea del Show de Truman. El césped perfectamente recortado, los rayos del sol reflejando en el blanco de las vallas y el cielo limpió de nubes sobre las buhardillas repletas de recuerdos enterrados entre cajas. La calle estaba regulada a treinta kilómetros por hora, convirtiendo a  los coches en un travelling a cámara lenta para filmar la perfección del vecindario. Desde la primera casa, donde las lámparas de las cocinas iluminan las vidas tras las ventanas, se proyecta el sueño americano de una película made in Hollywood.

El indiscreto espectador observa las sonrisas Profident y los mandiles inmaculados, pero en sus miradas se agazapa lo que esconden tras los marcos de las miradas. La mesa de la cocina expone el hormiguero artificial sobre el que el niño vierte licor para emborrachar a sus insectos. Tras él, la madre cierra la puerta de la despensa para buscar otro ansiolítico, escondido en el bote de la harina. De repente, la hermana mayor aparece entre las cortinas de la habitación de arriba, donde prepara su videocámara a la hora de la ducha de la vecina. Y de vuelta en la cocina, el padre en primer plano sonríe, mientras filetea aquella masa de carne que atropelló, supuestamente, de forma accidental la noche anterior. Aquel terrorífico thriller termina al sobrepasar la valla del jardín del vecino. Allí, una sutil brisa mueve las oscuras bambalinas, dónde se esconden los trapos sucios de la siguiente casa, lejos de las felices imágenes de Instagram. Y así una casa tras otra hasta llegar a su alquilado hogar por Airbnb.  Por el retrovisor al entrar al garaje, su vecino de enfrente, un doble de Kevin Spacey, le saluda haciendo pesas desde su gimnasio improvisado.

Y así un hombre cualquiera sonríe al apagar la música que entona el "there are moments when I think I'm going crazy".


  la hermana mayor subiendo a su habitación a la hora de la ducha de la vecina para cambiar la cinta de su videocámara; y, sonriente frente a la ventana, el padre filetea aquella masa de carne que atropelló supuestamente de forma accidental. Al observar la siguiente casa, 


viernes, 23 de agosto de 2019

Lo afortunado de las tormentas

Un hombre cualquiera pide a los dioses una tormenta de verano para sofocar el incendio de los mercurios.

Los altos cúmulos y estratos la acabaron desatando. La tormenta arreció contra las naves sin tregua hasta desguazar sus alas blancas. Su impredecible vaivén danzó de forma macabra con las naves hasta echar por la borda equipajes, mapas y marinos por doquier. Y con la ayuda de las olas acabó devolviéndolos a tierra firme. Así fue como Pericles naufragó desarrapado y mojado en plena playa, en busca de su destino entre las flotantes frases embotelladas de puño y letra por el propio Shakespeare.

A escasos metros el origen de los vientos se describía por el agitado palpitar de los abanicos, que despeinaban al pobre de Pericles e intentaban sofocar las caldeadas gradas del teatro. Al mismo tiempo que la violencia de las olas salpicaba al respetable con la frescura de una tormenta de verano, como un efecto especial perfectamente integrado en la obra. Y todo ocurría bajo la atenta mirada de una soñadora en pijama, romanizada en musa en vestido con abanico y agraciada por la fortuna de los dioses. 

Y así un hombre cualquiera observa el poder de la musa para impregnarse con la magia de los lugares que visita, entre el templo de Diana y el teatro romano de Mérida.

viernes, 26 de julio de 2019

Lo compuesto de las notas

Un hombre cualquiera revisa su colección de vinilos que resuenan en su mente con solo leer sus títulos.

La memoria en sus recovecos atrapa recuerdos que solo se despiertan con la activación de un resorte, aparentemente, inconexo con aquello que refleja o, quizá, no tanto. Cuántos más recuerdos compartidos, más resortes pueden activarse. Un sabor, un aroma o unas simples notas sirven de mecha para prender los recuerdos que atesoramos. Y, casi sin quererlo, en el caso de las notas se compone una partitura improvisada para hacer sentir aquella banda sonora adaptada.

Las notas que recordamos se enredan en banderas tricolores que resuenan desde un móvil por los pasillos que te encaminan al futuro desde el kilómetro cero. Pueden hacer vibrar las baldosas de la Quintana cuando el calor de la patria se siente a corazón batiente cada 25 de julio. O, sin duda, cuando la combinacion perfecta sobre el pentagrama se escribe con notas y espacios vacíos hasta convertirse en los auténticos héroes del silencio. Y, aún hay más, cuando los más suaves acordes mecen las melenas de juventud o, ya en las postrimerías de aquellos tiempos, cuando los testigos de la felicidad siguen los pasos que dibuja la pluma al firmar. 

Y así un hombre cualquiera hace hueco para los títulos que aún están por girar sobre el plato del tocadiscos.

jueves, 25 de julio de 2019

Lo incierto de los precipicios

Un hombre cualquiera solo se adentra en los senderos conocidos: camino a Soria, camino de Santiago y cuando se hace camino al andar.

12 de marzo de 2014. El duelo y el luto se extendía desde los crespones negros de los autobuses urbanos hasta la cancelación de los actos electorales. El tiempo avanzaba por la inercia entre aquel último día de campaña, la jornada de reflexión y el, en aquel momento, incierto resultado de las elecciones. El equipo socialista había preparado un último vídeo con el candidato a la presidencia. Zapatero caminando por un sendero hacia el futuro. De repente, el plano medio se habría a uno general. El plano se componía por la figura del político y una bifurcación, a la izquierda seguía el camino y a la derecha aparecía un precipicio. El spot terminaba con el socialista preguntando sobre el camino que los votantes debían elegir.

25 de julio de 2019. La incertidumbre y el bloqueo se extiende desde los soporíferos termómetros y hasta el acolchado relleno de los escaños de la carrera de San Jerónimo. El tiempo avanza por la inercia entre la última votación de investidura y las negociaciones in extremis por un nuevo gobierno. El equipo socialista planteó una estrategia arriesgada para revalidar la presidencia. Sánchez aboga por avanzar hacia el futuro. No tan de repente, la sucesión de planos se hace más compleja y solo se puede retroceder a posiciones comunes o despeñarse por el precipicio. La segunda y última votación de investidura lo dejara claro, pero si el resultado es volver a preguntar a los votantes la elección de los caminos será inescrutable.

Y así un hombre cualquiera incorpora a la lista de la compra: un GPS, un mapa y una brújula hacia el futuro.

sábado, 20 de julio de 2019

Lo mitificado de las conspiraciones


Un hombre cualquiera imagina un escenario hollywodiense escondido en la cara oculta de la luna.

"Sin hijos bastardos no habría monarquías" y sin teorías de la conspiración no habría mitos. Si todo fue un montaje el cartón pluma se habría desmontado por los repiqueteos de la hoz y el martillo. Y si fue real los argumentos del ultraje podrían entenderse como una campaña de marketing para mitificar la altura del Capitolio. Al final la utopía de tocar el cielo sirve para hacer volar nuestra imaginación. Y al final convertirnos en Buzz Lightyear, surcando el espacio como un pequeño paso para el hombre...

Y un gran paso para la humanidad. Absorta ante la gravedad de la Tierra que soportan los astronautas a su vuelta. Después de subir a los cielos y convertirse en semidioses, deben volver a poner los pies sobre tierra firme. Eso sí, antes de aterrizar les mantean y les llevan en volandas en una suerte de engañosa aclimatación, hasta que las masas les dejan caer, por la inercia de la fama, sobre el ingrato asfalto. Entonces, aquella celestial gloria revierte en una mundana e infernal atracción compleja de gestionar. En ese momento, entienden que el ostracismo por su hazaña es la letra pequeña del contrato por haber conquistado el cielo.

Y así un hombre cualquiera cree que la cara oculta de la luna, hoy, es un trastero para las teorías conspiranoicas y las estrategias de la guerra fría.

domingo, 14 de julio de 2019

Lo vitoreado de las nostalgias


Un hombre cualquiera reconoce entre el gentío de los Campos Elíseos, en las imágenes del Telediario, a Fermín y Margot durante el desfile del 14 de julio.

La pequeña Amélie no conseguía parpadear al ver aquel despliegue de soldados, tanques y tambores frente a ella. Fermín y Margot acentuaban la continua sorpresa de la pequeña al señalarle elementos que se le escapaban de su vista. De repente, un hombre salido de ‘Regreso al Futuro’, Franky Zapata, se alzó sobre una plataforma por encima de sus cabezas. Los tres se quedaron boquiabiertos con aquel hombre sin alas y que parecía haber alcanzado un tecnológico nirvana. Aún sin salir de su asombro, la pequeña se distrajo con el lejano ruido de unos motores. Entonces cogió a su padre por el mentón para enseñarle lo que había descubierto. Cazados al vuelo por su miradas, el cielo se tiñó con la tricolor francesa por el paso de la patrulla acrobática. Margot aprovechó para fotografiarles justo en el momento que los aviones sobrevolaban sobre cabezas. Una instantánea improvisada que quizá no valdría un Pulitzer, pero que enseñarían con tanto orgullo como Nicéphore Niépce con su primera fotografía.

El desfile acabó cansando a la pequeña y decidieron abandonar sus posiciones hasta perderse sobre los adoquines de París. Encontraron asiento y alimento en una pequeña terraza perdida entre Montmartre y el Pompidou . Allí la pequeña soñó una siesta;  mientras sus padres aprovecharon para hacer una videollamada a la familia pamplonica que agotaba el último día de sanfermines. Después del parte del encierro y las anécdotas del desfile se despidieron con un ‘Vive Le France’ y un ‘Gora San Fermín’. Fermín nostálgico por la lejanía de Pamplona miró a Margot, que le entendió sin soltar una sola palabra. Tras el largo día acabaron cansadísimos en el hotel durmiendo los tres, pero a las doce menos cinco el teléfono móvil de Margot comenzó a vibrar. Se levantó automáticamente y despertó a Fermín para llevárselo al balcón. Allí le anudó el pañuelo rojo al cuello y juntos susurraron el ‘Pobre de mí’.

Y así un hombre cualquiera aprovecha la casualidad para dejar el Tour de Francia y dejarse llevar por la siesta hasta atravesar la meta en Broude.

¿Y qué ocurrió otros 14 de julio? 

jueves, 13 de junio de 2019

Lo robado del infinito


Un hombre cualquiera encuentra en los paseos marítimos una frontera entre lo humano y lo infinito.

El pescador tira la caña con la esperanza de robarle inmensidad al mar. Lo intenta cada día, cómo un castigo bíblico. Justo antes de que el viento de poniente seque por completo sus aparejos, rescata algunas lágrimas en un frasco de cristal; antes que vuelvan a los dominios de Neptuno. Mientras, en los últimos minutos del día, el sol agoniza en el ocaso. Él presta atención para escuchar la encarnizada batalla entre el sol y el mar. Las brasas chirrían ante el progresivo hundimiento con el que el cielo enviuda cada atardecer. El pescador recoge sus pertenencias y vuelve a su hogar. Inconscientemente, durante el camino, se agarra su bolsillo izquierdo, que guarda una ínfima parte de mar.

'La frontera de Neptuno'


Convencido de la derrota solar se acuesta sin cerrar las contraventanas. Pero, una mañana más, los rayos del sol se magnifican al reflejarse sobre los vidrios de la estantería. Los reflejos de cada una de las gotas que atesora le recuerdan que aún le quedan batallas por abordar hasta que la guerra termine.

Y así un hombre cualquiera se queda fijamente mirando la línea del horizonte para diferenciar el cielo de su oleado reflejo.

lunes, 10 de junio de 2019

Lo coronado del pódium


Un hombre cualquiera alcanza el pódium sin subir el Mont Ventoux, ni pisar los Pirineos.

Era una veraniega sobremesa de julio de 1992, cuando un grupo de arqueólogos buscaba los orígenes de Europa, armados con brochas, cuerdas y cinceles. Atapuerca comenzaba a rodar al ritmo de las primeras etapas del Tour de Francia. Las siestas de los arqueólogos se tornaban imposibles a medida que Induráin escalaba puestos en la clasificación. Y el insomnio ciclista fue recompensado al coronar la sima de los huesos. Entonces apareció el primer cráneo completo de la excavación. Un botellín de bicicleta le sirvió para su bautismo, bajo el nombre de Miguelón

Era una primaveral noche de mayo de 2019, cuando recibí con honores republicanos una pieza de arqueología ciclista, sentado en la bicicleta estática y sin maillot amarillo. Una azafata en pijama me felicita en un pódium improvisado y me hace entrega del ansiado león de los ganadores del Tour de Francia. Gemelo de aquellos que durante cinco años consecutivos abrazó el mismísimo Induráin. Y que obviamente no podía tener otro nombre; que Miguelón.

Y así un hombre cualquiera se siente como si hubiera conseguido atravesar de amarillo la meta de los campos Elíseos.

miércoles, 15 de mayo de 2019

Lo florido de los carteles



Un hombre cualquiera se encamina con chaleco, gorra y clavel ajado en la solapa a la pradera de San Isidro de la mano de la soñadora en pijama.

El autobús urbano parece una lata de sardinas, pero, eso sí,  lleno de gatos. Y todos desembarcan en la plaza del Marqués de Vadillo con el rumor del organillo, los furtivos vendedores de cerveza y los castizos de origen, de nuevo cuño y de importación. Como la risueña Lili, que lleva desde hace semanas confeccionándose un vestido de chulapa. Después de la experiencia del primer año se ha dejado el mantón de Manila en casa por aquello del veranillo de San Isidro. Y se ha mudado al oeste, a Carabanchel, pero sin fiebre del oro. El maquillaje de sus ojos recuerda a las escamas de los dragones que se guarecen en Usera. Su patria chica madrileña. Y la chica de Almudena, Victoria, se ha vestido con chaleco y gorra y pasea de la mano de su madre por el puente de pirámides. Buscan una sombra en la ribera del Manzanares para evitar las aglomeraciones, pero cerca de la pradera para sentir el latir de la ciudad que emana de la ermita. Almudena ya no tiene tantas ojeras y le han dado el día libre. Desde principios de año, el día a día se ha visto mejorado con el cambio al turno de tarde.

El cartel de aforo completo no se atreve a asomar entre la marabunta de cabezas, gorras y pañuelos. Pero la procesión sigue avanzando hacia el santo. Los carteles electorales adornan la campaña y las farolas frente a los colmados bares y locales de las asociaciones sociales. En el local de Izquierda Unida, Gloria y María enseñan el diseño del tatuaje conmemorativo que se van a imprimir sobre la piel por su paso por el registro civil. Esa noche los fuegos artificiales se reflejarán en sus alianzas en el parque de Enrique Tierno Galván. Justo a la hora que Manuela recogerá su puesto de rosquillas y enrollará los claveles que enmarcan el cartel de las fiestas para su colección que ya alcanza los 71; nada más y nada menos.

Y así un hombre cualquiera alza su vaso de sangría cántabra para brindar  con su emperatriz berciana por las chulapas compañías que crecen sobre la pradera a la sombra del pirulí.

Inspiración castiza: Mercedes deBellard

¿Te acuerdas de otros San Isidro?



domingo, 28 de abril de 2019

Lo ibérico del eclesticismo


Un hombre cualquiera observa la dicotomía entre el dolor y la gloria de una península borracha de sol.

El equilibrio del funambulista se mide en los escasos centímetros de la cuerda floja. Esa es la  distancia entre el cielo y el abismo. La diferencia entre la estática quietud y el desbocado progreso. Y, sobre todo, lo que explica el endémico posicionamiento entre el ellos y el nosotros. Pero entre medias la cuerda colorea una escala de grises, que abarca desde el extremo de la negra oscuridad hasta la opuesta dureza del blanco.

Y como espectadores de nuestra propia Historia observamos ojipláticos este juego de equilibrios. Lo mismo le dan la cartera de ministro a un astronauta, que un comisario sin escrúpulos atiza el hedor de las pestilentes cloacas del Estado. El desagradable olor se enmascara con el incienso que alimenta a la bancada conservadora para oponerse a la ampliación del permiso de paternidad; mientras, con media verónica, llenan sus escaños de diestros con montera y estoque. Sin embargo, no es necesario el traje de luces para salir victorioso por la puerta grande tras ganar, por primera vez, una moción de censura. Incluso cuando las sombras impiden exhumar los nudos que quedaron atados y bien atados. Sin duda, aún resuenan el eco de las balas en unas mentes huecas, que pretenden llenar las manos con la ignorancia de las armas. En vez de armarse de humanidad para rescatar los barcos varados en el cementerio que se ha convertido el Mediterráneo. Y entre tanto, la Historia se escribe con las decisiones que permitimos tomar y, sobre todo, con las franqueadas, un 28 de abril, destino a los buzones de la carrera de San Jerónimo.

Y así un hombre cualquiera concluye que la realidad entre Punta de S'Esperó y Finisterre está filmada por el propio Pedro Almodóvar.



martes, 23 de abril de 2019

Lo desternillante de la idiosincasia


Un hombre cualquiera busca monólogos de humor y espectáculos de comedia para ejercitar las carcajadas.

Las válvulas de escape sirven para rebajar la tensión latente y relajar los sistemas sobrecargados. El ser humano cuenta con una válvula de escape propia que reduce el insomnio y los infartos, rejuvenece la piel y fortalece el sistema inmunológico y actúa como un analgésico natural anti-estrés. Y no es  ninguna broma, es la propia risa.  

Y, desde hace décadas, hay especialistas que, incansablemente, nos hacen reír aunque la plaza esté abarrotada o, incluso, si es un martes y trece. Da igual si han nacido un viernes de dolores o si les persigue la Benemérita. Ellos, sin tricornio, se han ganado sus medallas con casco y camisa roja junto a un teléfono para hacer estallar las risotadas del enemigo. Y recuerdan sus batallitas con el mítico ¿Sabe aquel que diu?. Y, entre broma y broma, representan lo Tip y Coll spanish con paisanos oriundos de Albacete, Málaga o del mismísimo San Francisco. Pero, absolutamente todos están empadronados en Lepe. O, al menos son hijos adoptivos, cómo unos informales ilustres ignorantes de la antigua Sumeria, aquellos que representan la Resistencia; sin votación o imposición, porque, al fin y al cabo, nadie sabe nada. Nada de lo que cuentan las Noticias del Guiñol, el Mundo Today o esa revista que sale los miércoles. Así que lo mejor será emigrar a Polonia, Oregón o, incluso, a la lejana Mongolia. Y de repente ¡Campana y se acabó! La comedia toma conciencia de su propio género. Y, entonces, la Hache deja de ser muda, Abril no solo es una feria y las gafas de pasta se suben a palmear al 'tablao' flamenco. Y faltan muchas, muchísimas, más y otros tantos de cuyos chistes no logro alcanzar a reproducir por falta de gracia. Pero los guionistas de Campofrío los rescatarán para que volvamos a desternillarnos con nuestras graciosas idiosincrasias en esta vida moderna.

Y así un hombre cualquiera encuentra  en su búsqueda miles de cómicos intrusos con sus propias giras a las que llaman campaña electoral.



domingo, 14 de abril de 2019

Lo soleado de la Historia


Un hombre cualquiera se encuentra en la explanada de la Puerta del Sol, donde el mercurio alcanza los veinte grados y un violáceo atardecer pinta el ocaso monárquico.

En lo alto del balcón, impulsando con sus saltos las manecillas del reloj, Maura grita a la muchedumbre: “Pueblo de Madrid, permanece vigilante mientras el rey esté en Palacio. El pueblo con su ciudadanía lo desarma. Sigue con orden y entusiasmo. ¡Viva la República!”. El júbilo y los aplausos dejan paso al rítmico murmullo de una marsellesa que el tenor Fleta entona frente a una manifestación con brazaletes rojos en dirección a la plaza de Oriente; justo antes del derribo, en la plaza Mayor, de la estatua de Felipe III. En trayectoria contraria, por la calle Montera, un par de coches con funcionarios socialistas, que ya habían izado la tricolor a espaldas de Cibeles, suben despertando a los sonámbulos de la dictadura con el ruido de sus cláxones. Los primeros bocinazos asustan a unas mujeres con claveles del Retiro prendidos en el pelo. Tras reírse del susto,  vuelven a su charla  en un corrillo junto a la entrada del metro. Una de ellas, que sirve en la casa de la familia Maura en Príncipe de Vergara, les cuenta a sus amigas sobre la reunión del Gobierno Provisional aquella misma mañana en el domicilio de sus jefes. Y como el General Sanjurjo se cuadró ante el nuevo gobierno. Otra de ellas, les cuenta que la selección de fútbol de Italia, que juega contra España al domingo siguiente en San Mames, se hospeda en el hotel donde limpia. Y el botones le ha dicho al mediodía que el propio Mussolini ha avisado por telegrama a los jugadores que vuelvan a su país y que el gobierno de Roma corta las comunicaciones con este lado del Mediterráneo.

Mientras la Monarquía se embarca en el Príncipe de Asturias, caminito de ultramar, para divorciarse del Estado; Imperio Argentina vive “Su noche de bodas” sobre las pantallas de los Cines Callao. Donde cada noche el rodaje del celuloide en el proyector coge velocidad, como los bólidos por la Gran Vía hacia un ilusionante futuro. El mismo que salió de las urnas dos días antes, el domingo 12 de abril de 1931, almenando las coronas sobre los ayuntamientos de pueblos y ciudades desde la Estaca de Bares hasta el Mar Menor.

Y así un hombre cualquiera se ilusiona con el rojo festivo del calendario para celebrar el 14 de abril por la Puerta del Sol.



miércoles, 27 de marzo de 2019

Lo mediático de las casualidades

Un hombre cualquiera se topa haciendo zapping con el anuncio de la próxima emisión de Jumanji.

El inconfundible tambor del juego le despierta en plena sobremesa. Mientras, una sombra toma el salón de repente. En el alféizar de la ventana un tucán le mira desafiante. Rápidamente coge su móvil y fotografía al ejemplar. Poco a poco, gracias a la protección del cristal, se envalentona a acercarse y, entonces, el ave extiende la envergadura de sus alas y se pierde entre las copas de las acacias y las plataneras de la calle. Incrédulo aún por la extraordinaria visita se pone a twittear la imagen. Al poner el hanstag #Jumanji, le salta una recomendación #JumanjiEnVivo. Casi automáticamente lo incorpora a su tweet: "Un tucán irrumpe en mi ventana #JumanjiEnVivo"

Se adentra en los demás mensajes de la etiqueta para ver qué más se ha twitteado, pero un ruido atronador le hace asomarse, nuevamente, a la ventana. Una manada de paquidermos y rinocerontes corren por la calle desbocados entre los gritos de los transeúntes y los frenazos de los coches. Su asustado reflejo en el black mirror se aminora al activar su pantalla, entonces descubre la gran evasión de cientos de animales del zoo de la ciudad. Por lo visto, un error en los dispositivos de seguridad han abierto las jaulas y los animales se han fugado. Un avance informativo alerta a los ciudadanos que se resguarden en los edificios hasta que las autoridades estabilicen la situación.

Y así un hombre cualquiera se agazapa en la trinchera del sofá, pero vuelve a alucinar cuando en el canal que está puesto comienza Jurassic Park.


domingo, 17 de marzo de 2019

Lo artístico de los tesoros


Un hombre cualquiera se pierde por las oficinas del Palacio de Telecomunicaciones hasta alcanzar la azotea, desde donde observa, celestialmente, el trasiego de la plaza.

El subsuelo de la ciudad oculta oscuros túneles metropolitanos, inexplorados restos arqueológicos, heredados estacionamientos de parking y hasta valiosos tesoros acorazados. Allí mismo, bajo el asfalto entre los arcos de la Puerta de Alcalá y la cúpula de Metrópolis, se agazapan los tesoros de los búnker del Banco de España. Este submundo se vigila por sofisticados sistemas antirrobo, pero, sin duda, el más persuasivo lo activa la diosa Cibeles.

El emplazamiento de estos búnker les permite un singular sistema contra los asaltos al interior de las bodegas. El aviso de intrusos activa un mecanismo que filtra el agua de la fuente de la Cibeles hasta inundar las estancias; ahogando las cleptómanas aspiraciones de los amigos de lo ajeno. Sin embargo, el acuático sistema resbala sobre las impermeables hojas de la valiosa Caja de las Letras. Allí la fuente de la eterna juventud alimenta las letras de Matute, los celuloides de Berlanga, los personajes de Espert o los pasos de Ullate. Estos y otros muchos representantes del arte se encapsulan contra el tiempo bajo la instructiva mirada del mismísimo Cervantes. El creador de Don Quijote atesora las llaves que guardan los objetos que inspiraron a los artistas. Junto a las marcadas herraduras de Rocinante, el camino abierto por los dueños de las capsulas inspirarán las pisadas de los que aún no saben ni caminar.

Y así un hombre cualquiera alerta del asalto al Banco de España al observar un inesperado vaciado de las pezuñas de los leones de la Cibeles.

https://bloghombrecualquiera.blogspot.com/2012/02/lo-extraordinario-de-la-cotidianidad.html



sábado, 23 de febrero de 2019

Lo inmaterial de lo imaginado

Un hombre cualquiera ejercita su imaginación al convalidar historias reales y experiencias ficticias en sus primeros 300 escritos.

Entre los huecos del teclado se agazapan los personajes, las ideas y los mundos sutiles a la espera de protagonizar relatos salvajes o de extraordinarias cotidianidades. La tinta brota de las teclas para imprimirse sobre los cuadernos de bitácoras. Así cada narración te transporta a lugares comunes y, también, a emplazamientos inimaginables. Y, casi sin pensarlo, alcanzar de esta forma un nirvana de puño y letra durante estos siete años en el Tíbet.


La imaginación es la única coartada que exime de la pena capital y del exilio permanente. Ciertamente, la auténtica libertad está en lo inmaterial de los pensamientos imaginados. Sin censura, ni cortapisas. Sin miedo a sentarse en el banquillo o subirse a un barquillo caminito de ultramar. Y siguiendo esta máxima, un hombre cualquiera ha imaginado el Prado en llamas; ha resucitado el surrealismo en la curva del bigote daliniano; ha otorgado el Nobel de literatura al alma de Lorca; ha llamado al más allá desde extintas cabinas telefónicas; ha traficado con alevosía y estraperlo a la requisada "Fariña"; se ha nacionalizado andaluz durante un 28 de febrero, como un aceitunero de Jaén más; ha cabalgado a lomos del alado Ondas; o, incluso, ha desmontado piedra a piedra el acueducto junto al mismísimo Diablo.

Y así un hombre cualquiera cierra los ojos para imaginar las historias que se inmaterializan en la memoria.

lunes, 18 de febrero de 2019

Lo surrealista de los anuncios

Un hombre cualquiera se para en seco en pleno Times Square al ver un anuncio surrealista.

Cientos de pantallas, miles de reclamos y millones de watios impactan sobre turistas y neoyorquinos que palpitan en el corazón de la Gran Manzana. La verticalidad de las pantallas y los soportes luminosos suministran publicidad de todo lo inimaginable que el ser humano pueda necesitar. Ropa, series de televisión, bebidas refrescantes, coches y hasta alistarse al ejército de Donald Trump. Si no te anuncias en Times Square no existes.

Pero la sorpresa de un hombre cualquiera vino cuando observó anunciarse alguien que ya no existe, al menos en este mundo. A todo color sobre fondo negro se dirigía a cámara con un mensaje claro y sobrenatural: "He vuelto". La duda inicial quedó resuelta, ya que volvía a existir. Salvador Domingo Felipe Jacinto Dalí i Domènech había resucitado en Nueva York. Su cara acuñada por la Fábrica de Papel, su pose de aristócrata a lo Jaime de Mora y Aragón y su bigote ingrávido volvieron para anunciar las fechas de su retrospectiva, 30 años después, en el Museo de Dalí en el San Petersburgo de Florida

Y así un hombre cualquiera entendió que el surrealismo nunca muere totalmente, como ya había anunciado el de Figueres:

"Si algún día muriese, aunque es poco probable, espero que la gente en los cafés diga: 'Dalí ha muerto, pero no del todo'. [...] No creo en la muerte en general y para nada en la muerte de Dalí", Salvador Dalí.

DALÍ LIVES | The Dalí Museum of San Petersburgo, California 

lunes, 11 de febrero de 2019

Lo retratado de los artistas


Un hombre cualquiera acude al Museo Británico con el pingüe capital conseguido con su apuesta en los Euromillones.


Tras una pequeña espera en las filas de entrada y el rutinario registro de la mochila, el siguiente paso son las urnas de aportación para el mantenimiento del museo. La sonrisa de los voluntarios se puede medir por la cantidad del dinero que atesoran. Sin duda, aquel voluntario contaba con una sonrisa escasa. Por ello, un hombre cualquiera,  sacando su cartera,  intenta aumentar la expresión de aquel chaval con el premiado billete de diez libras. Antes de aportarlo, lo estira para introducirlo en la ranura, pero nota algo extraño en su diseño.

Al observar el reverso en lugar de encontrarse a la impertérrita Isabel II, el billete retrata a la popular princesa Lady di. Cruza la mirada con el voluntario y sonriente le insta a botar el billete. Se lo muestra incrédulo, pero el voluntario, sin darle mayor importancia, lo coge y lo mete en la urna. Automáticamente el benefactor acerca sus ojos a una de las caras transparentes de la urna. Estupefacto descubre en los billetes de cinco libras a David Beckham, en los de veinte a John Lennon y en los escasos de cincuenta al mismísimo Colin Firth. Le pregunta al joven sobre la falsedad de aquel dinero. El colaborador del museo le sonríe y le desea una feliz visita a las exposiciones, dándole uno de los folletos promocionales del British Museum. La portada promocionaba a bombo y platillo la nueva adquisición del museo. Un Bansky. La obra se trata de un billete de diez libras con el retrato de Lady di, hecha por el conocido grafitero. Y con esta inspiración, el Banco de Inglaterra ha decidido decorar sus billetes con algunos de los artistas y personajes más notorios de la Gran Bretaña.

Y así un hombre cualquiera busca más rostros famosos de la pérfida Albión para retratar a las nuevas acuñaciones de libras.

martes, 29 de enero de 2019

Lo sediento del alma

Un hombre cualquiera se despierta con las primeras luces en una habitación de un hotel de Segovia con una desértica sed.

Cada mañana la joven Fuencisla acudía con sus cantaras a los manantiales de Fuenfría para recoger agua. El peso, los kilómetros y la rutina acabaron por agotar a la joven, que arrastraba por los caminos sus víveres y las maldiciones de aquella trabajosa necesidad. El oído atento del innombrable advirtió sus quejas y salió a su encuentro. Le engatusó con sus palabras y le prometió que nunca volvería a tener que cargar con aquellas cántaras. Ella le escuchó entusiasmada y acepto vender su alma a cambio del suministro de agua a la ciudad. Cuando Fuencisla despertó con el canto del gallo salió con premura de la casa. Los primeros rayos calentaban una gran piedra en mitad de la plaza, justo a los pies del acueducto. La promesa incumplida le había conseguido el agua sin perder ni una gota de su alma. 
 
El escultor, José Carlos Abella, al calor de esta historia esculpió una estatua del demonio junto al monumento romano para honrar a la leyenda popular. Todo estaba preparado para situar su obra, pero una asociación católica de la ciudad denunció la colocación de la obra por su vinculación a la adoración satánica. Los rumores y habladurías se escurrieron por los mentideros hasta llegar a oídos del homenajeado. A la mañana siguiente una epidemia de sed asoló a la ciudad. Las emisoras de radio con el espíritu de la Guerra de los Mundos difundieron la noticia. ¡El acueducto ha desaparecido! En su lugar la estatua del Mefistófeles, robada del taller de escultura, ocupaba el centro del Azoguejo.

Y así un hombre cualquiera se plantea la razón por la que vendería su alma. 

lunes, 7 de enero de 2019

Lo británico de la Comarca

Un hombre cualquiera acude a su tradicional primera cena del año con los habitantes de la Comarca, ataviado con chaleco, bombín y monóculo.

La cena, a pesar de celebrarse entre las Médulas y el Manzanal, no contiene botillo, ni castañas y, mucho menos, patatas bravas del Bodegón. A cambio el menú se prepara al otro lado del mostrador entre bandejas, freidoras y bolsitas de ketchup. Todo bajo la atenta mirada del retrato de la dueña del local, la mismísima Elizabeth II. Sí, sí la suegra de Camila Parker Bowles y la doble real de Helen Mirren. Aquel McDonald's, junto a la ribera del Sil, se había convertido con todo el boato y abolengo en una réplica del restaurante homónimo ubicado en Banbury.

Allí, dentro de las propiedades de la corona británica, se asienta un curioso restaurante con Ronald McDonald, cómo bufón real, y sin carne de camello, como en las coloniales sucursales de los restaurantes de la India. Los empleados hacen cambio de guardia cuando se produce el relevo de horarios. Y el plato estrella es el Big Mac, pero con un cambio de nombre al ser elevado a la categoría de Sir Big Mac de la Orden del Imperio Británico, como David Beckham, Colin Firth o Mick Jagger. Además, el uniforme de los empleados, al estar bajo el gobierno real, se compone de levita y corbata. En ocasiones desde las cocinas se oye una irónica arenga: God save the burguer!

Y así un hombre cualquiera recuerda su primera cena del año nuevo con algunas licencias poéticas y, obviamente, el deseado  juguete del Happy Meal.