viernes, 17 de marzo de 2023

Lo pelirrojo de marzo

Un hombre cualquiera se planta frente al espejo después de apagar el despertador y tratar de izar los párpados mínimamente.


De repente, se queda ojiplatico al observar su cabellera y su prominente barba teñida de un llamativo color pelirrojo. Mirándose fijamente busca en su memoria lo acontecido la noche anterior. Coge su móvil para recabar información, pero ningún indicio le explica la razón del cambio. Vuelve a la habitación dubitativo y le sorprende sobre el sillón una camisa blanca, chaleco y chaqueta verde y un kilt. En una nota manuscrita sólo aparece una hora, 11:45 a.m, y una dirección, plaza de Isabel II. La curiosidad le hace enfundarse en la indumentaria y lanzarse a la misteriosa cita con gafas de sol y una insaciable sed por los nervios.


En el andén de Cuatro Caminos toma el vagón antes de ser atrapado por las puertas. Y, a pesar de las pintas, nadie parece fijarse. El metro se adentra en el túnel y la megafonía informa: "Próxima estación: San Patricio". El inesperado nombre le deja pensativo y, automáticamente, mira el móvil. 11:24 del 17 de marzo. Una sonrisa le ilumina la cara y sus papilas gustativas rememoran el frío sabor de la cerveza a medida que se acerca a su parada: Ópera. Al salir por la boca de metro, un repentino ataque primaveral hace reverdecer la plaza. Isabel II ha mutado en el líder Daniel O'Connell y el Teatro Real se ha rediseñado en el Trinity College. Sin saber muy bien de dónde una jarra de cerveza con el giste rebosando se aferra a su mano. Al tiempo que un desfile de gaiteros y la University College Dublin Dance Society lo invade todo en honor al patrón de las cañas, las pintas y los botellines.


Y así un hombre cualquiera vuelve a su estado físico habitual al sufrir lo innegociable de la resaca.


domingo, 12 de marzo de 2023

Lo burbujeante de las estrellas

Un hombre cualquiera espera en una temprana terraza primaveral con el reflejo amarillo del sol bajo el horizonte del giste.

Lo graduado de las gafas de sol permite entretener la espera con la humedecida etiqueta del refrigerio. Dentro, las burbujas fugaces dibujan sus estelas con el deseo de saciar la sed. Y la única estrella que se mantiene iluminada es la que se dibuja sobre el vidrio. Blancas, rojas, amarillas… se pintan sobre la inmensidad del finito y frío universo etiquetado.

La lectura se condimenta entre los sabores del lúpulo, la malta y el grano. Gota a gota, se hidratan con el agua para que la levadura engrandezca lo espirituoso de la bebida. Estos cinco elementos que despuntan en el estrellado símbolo, que desde el medievo, marca e indica las fábricas y bodegas de cerveza. A falta de letrados, lo simbólico ilustraba lo ilegible de las letras. Y así la luz de los astros se mantiene, desde entonces, en el alma de los tercios, botellines y tercios.

Y así un hombre cualquiera tiñe su bigote con la espuma para robarle una sonrisa a la soñadora en pijama con su tatuada constelación.