domingo, 27 de agosto de 2023

Lo envidiado de los anhelos

Un hombre cualquiera se sumerge el alma en la frescura del Tera a los pies del espigón mejurero para imaginar otros tiempos.

El entramado de ramas y hojas enfría el mercurio y calma el acalorado calendario estival. Los turistas y lugareños descansan el cuerpo sobre la alfombra de hierba y enfrían la rutina bajo la película de agua. La pendiente se crece en altura y majestuosidad hasta almenarse sobre lo escarpado de la vista condal.


Desde lo predominante del castillo, el joven heredero se entretiene contando propiedades y territorios, hasta toparse con los siervos a las orillas del río. Sus ventanales le aíslan de las risas y los chapuzones. Su estatus no le permite entender sobre lo que el dinero no puede comprar. Y el reflejo de lo ilustre de la nobleza le deslumbra ante la dignidad de lo plebeyo. Pero, aquel instante de debilidad le hace anhelar la vida sin títulos, ni soledades adineradas. A pesar de la distancia, la mirada del heredero se cruza con otro joven sentado sin trono, ni posesiones a pie de río. Ambos se envidian con el desconocimiento de la distancia. Desde arriba se empequeñece lo oprimido y desde abajo se guarece lo solitario.


Y así un hombre cualquiera emerge el cuerpo en lo cristalino del río junto a lo poblado de Sanabria para volver a la realidad.

viernes, 18 de agosto de 2023

Lo socorrido de las canciones

Un hombre cualquiera se sorprende al encontrar una reposición veraniega de Los Vigilantes de la playa. 

Las imágenes del opening contienen aroma a aftersun, el tacto de los pies en la arena y el sabor salado de los chapuzones. El calor del verano se expande desde el crepitar de las hojas del calendario por lo febril de los termómetros y, también, sin duda, por la cámara lenta de cuerpos corriendo enfundados en encarnados bañadores. ¿A quién no le va a gustar?

En escena aparecen tres hombres con camisas hawaianas sobre sus toallas y tocan con sus guitarras "Staying Alive". A escasos metros uno de los socorristas saca a la orilla a un bañista que se está ahogando. Rápidamente, un corrillo de gente se arremolina para observar la maniobra de socorro. Los movimientos del socorrista se sincronizan con el ritmo del himno de los Bee Ges hasta que el bañista comienza a toser y los aplausos enmudecen el milagroso concierto improvisado.

Y así un hombre cualquiera imagina una campaña institucional para enseñar primeros auxilios a los ciudadanos al ritmo de la banda británica y protagonizado por Pamela Anderson y David Hasselhoff.

viernes, 11 de agosto de 2023

Lo instantáneo del presente

Un hombre cualquiera admira los instantes que se inmortalizan sobre el reflejo del mar.

Cuando termina el camino, sólo queda navegar por los recuerdos. Las barcas fondean en lo profundo de las vivencias para amarrar el tiempo, que se escurre por la borda. El salitre adereza los sinsabores y la brisa airea los tesoros. Sin cantos de sirena, ni la luz de los faros, el viaje se improvisa entre las pausas del oleaje. Pero, también, el final de un camino suele ser el inicio de uno nuevo. Las barcas mecen la espera de las millas por recorrer, que se arremolinan en el cuentakilómetros. El salitre sazona el hambre de aventuras y la brisa iza las velas blancas. Hay cantos de sirena y luces en los faros, el viaje no hace más que impulsarse con cada nueva ola.

"Maresía", foto cedida por Alex García

Sentado en un taburete sobre la escollera, el abuelo enseña a su nieta a tejer las redes para capturar la inmensidad del mar. Él, con la mirada cobriza por lo oxidado del tiempo, le cuenta, en pasado, la dureza del marinero, lo terrible de los temporales y lo naufragado de las pérdidas. Ella, que salpica con su mirada alegre lo azulado del porvenir, le habla, en futuro, de la recuperación de los océanos, la importancia de la ley de costas y la lucha contra lo climático de la ebullición. Ambos se miran, en presente, para dar continuidad al espacio-tiempo, lo que los mortales llaman vida.

Y así un hombre cualquiera aprecia como se desdibuja la instantánea al echar las redes al mar.

domingo, 6 de agosto de 2023

Lo desalmado de los salvavidas

Un hombre cualquiera observa, en la lejanía televisada, las retenciones de la operación salida de verano.

El coche tumbado ruedas arriba espera la llegada de las emergencias. El humo del motor, el polvo del airbag y las manchas de tierra muestran las irrefutables pruebas de lo ocurrido. Dentro los dos cuerpos se mantienen amarrados por el cinturón. Inertes, inconscientes y callados. Sólo algún pitido del vehículo rompe un mortuorio silencio.


Poco a poco, el humo se va difuminando, los cuerpos van siendo rescatados y la normalidad se va recuperando. El conductor y el copiloto se pliegan hasta acomodarlos en la caja. Allí descansarán hasta la próxima reencarnación. Fuera, sobre el asfalto, las normas de tráfico, el sentido común y las medidas de seguridad resucitan vidas, cada día. Mientras, los desalmados dummies seguirán salvando vidas en cada ensayada prueba de choque.


Y así un hombre cualquiera valora la sensatez del tiempo a la descerebrada velocidad.