domingo, 31 de mayo de 2020

Lo portugués de los tercios

Un hombre cualquiera envía un retrato del Duque de Alba a la redacción de Elsevier Weekblad

Angela Merkel y Emmanuel Macron han propiciado la ayuda de 500.000 millones de euros a los países del sur de Europa. Italia y España, principalmente, han sido los más afectados por la pandemia mundial y tras semanas de bloqueo europeo se ha llegado al acuerdo. El Gobierno de los Países Bajos muy crítico con la situación, incluso ha puesto en tela de juicio la gestión sanitaria y presupuestaria de Italia, España y Portugal en las semanas previas. De hecho, el Presidente luso, Antonio Costa, lideró, entonces, la defensa del sur frente al egoísmo exacerbado y, posteriormente, disculpado del ministro de finanzas holandés.

La crisis política volvió sobre sus pasos con la portada del semanario de Amsterdam, Elsevier Weekblad. Bajo el titular 'Ni un céntimo para el sur', la portada representa a unos rubios y pálidos europeos del norte trabajando por el futuro, frente a unos sureños echados a la Bartola, viviendo de los fondos de la Unión. Nuevamente, Portugal ha salido al encuentro sin necesidad de tercios, ni de picas contra Flandes. El twitero @insoniascarvao ha rediseñado la portada colocando a los incansables inmigrantes del sur trabajando para unos holandeses quemados por el sol, en chanclas con calcetines blancos y recostados sobre toallas de euros confeccionadas por la mano de obra inmigrante. Y, ciertamente, el rechazo al inmigrante se mantiene desde tiempos de Fernando Álvarez de Toledo, cuya leyenda negra sigue asustando a los pequeños holandeses con solo decirles: '¡que viene el Duque de Alba!'.  

Y así un hombre cualquiera recuerda a Flandes la leyenda con el envío del retrato de Carlos Fitz-James Stuart y Martínez de Irujo.

martes, 26 de mayo de 2020

Lo coloreado de las tabernas


Un hombre cualquiera se asoma a la ventana y escucha en la lejanía el repiqueteo de cucharillas, los bufidos de la cafetera y hasta el cacharreo de tazas y platillos

Los bares se comienzan a desperezar de una obligada hibernación con el improvisado despertador de sus propios latidos. Los hielos aterrizando sobre los vasos, el dulce rasgado de los sobres de azúcar, el crujido de las chapas al separarse del botellín, la tiza deletreando el menú del día, los controlados choques de los brindis, el descorche de crianzas o reservas para maridar la carta, el animado burbujeo de los refrescos al servirse, el resquebrajado de los cubitos al enfriar el café. Estas percusiones rítmicas devuelven el pulso perdido y el color a los rostros que se atrincheran al otro lado de la barra.

Realmente, el color comenzó a imprimirse sobre la tristeza metálica de las trampillas cerradas. El ahumado color de un whisky sin complejos sirvió de base para dibujar el anhelo y las ganas de parroquianos, repartidores, vecinos, paseantes, productores, turistas y, sobre todos, camareros y taberneros. Todos ellos tienen en común estar #OrgullososDeLoQueSomos y, antes de que las medidas de desescalada permitieran abrir las trampillas, el frío metal de las persianas comenzó a caldearse con el retrato de los camareros antes de volver a ponernos "lo de siempre". Eso sí, a partir de ahora será con mascarilla, a dos metros de distancia, con pago con tarjeta y cartas digitales, pero con el agradecido y reconfortante calor que inspiró a Gabinete Caligari.

Y así un hombre cualquiera añora a los bares “qué lugares, tan gratos para conversar. No hay como el calor del amor en un bar”.

lunes, 18 de mayo de 2020

Lo inconfundible de los extraordinarios (7º caso práctico)


Un hombre cualquiera tiene la innata capacidad de toparse con humanos extraordinarios y hombres inconfundibles entre los modernos de Malasaña y los señores del Bodegón.

La libertad de las almas que no entienden de fronteras, ni banderas, conocen, verdaderamente, los secretos que se agazapan tras la línea del horizonte. El caso más singular lo representa el fan de los festivales. Él viaja con la música de un lugar a otro con el ritmo que marcan sus huellas sobre el pentagrama. Anota ciudades sobre el mapamundi, que convierte en un pañuelo para plegar, a su antojo, los puntos cardinales para su próximo viaje.

Los cristales de sus gafas conocen a la  perfección las tonalidades que diferencian el azul del mar y el celeste del cielo. De hecho, ha conquistado el cielo de Madrid caminando a ocho metros y medio sobre el suelo. Ha surcado los pasos de cebra compuestos de versos sobre el tiznado asfalto. Ha imaginado a osos de peluche pilotando aviones. Ha amarrado fuertemente sus recuerdos con varios lazos a la muñeca. E, incluso, ha desfilado abrazando un corazón tatuado de leopardo, junto a una orgullosa Manuela, sobre la carroza de la Cibeles

Y así un hombre cualquiera espera seguir viajando al ritmo de las músicas que caracteriza a lo inconfundible de los extraordinarios.

Descubre más inconfundibles extraordinarios:




viernes, 15 de mayo de 2020

Lo confinado de los carteles


Un hombre cualquiera se encamina  a la ventana con chaleco, gorra y un clavel ajado en la solapa de la mano de la soñadora en pijama.

El autobús urbano avanza, prácticamente, vacío por la avenida; ni cuatro suman los gatos que se han subido al transporte público; que otros años a estas horas está atestado. Al llegar a la parada de la plaza de Marqués de Vadillo impresiona el silencio sin organillo y la ausencia de los furtivos vendedores de cerveza castiza y de importación. La celebración se extiende por todo la ciudad ante la cancelación de las celebraciones por el virus. Adentrándose en el alma de Carabanchel, la risueña Lili aprovecha el sol del mediodía para enrojecer las escamas de su dragón tatuado, como recuerdo de las guaridas de Usera, y del regalo del tatuador con acento latino, ahora compañero de terraza y alquiler desde la aplicación del estado de alarma. Y parece que la mezcla de culturas dibuja bocetos en tinta indeleble. Hacia el este, frente a la parada de Villa de Vallecas, Victoria y Almudena, ataviadas con guantes de látex, mascarillas y claveles en el pelo, pasean desde la panadería a casa con una empanada y unas rosquillas para celebrar el día desde su balconcillo. Se hacen un selfie con las fachadas engalanadas del barrio y, sobre todo, por su curiosa estampa de chulapas. Sus sonrisas se adivinan bajo las mascarillas, que Almudena consiguió de estraperlo en su trabajo en la residencia, dónde todo está más tranquilo por fin.

La marabunta de cabezas, gorras y pañuelos ha tomado las videollamadas entre amigos y familiares, ante el cierre por fuerza mayor de la pradera y, también, de los bares y los locales de las asociaciones sociales. De hecho, Gloria y María, antes de las doce y media, entran a la llamada grupal de “Izquierda Unida confitada”. Allí enseñan orgullosas el test de embarazo positivo de Gloria  y el resto de miembros promueven un jolgorio ensordecedor con un brindis grupal por el tintineo de sus botellines, sus vítores y sus aplausos. El mismo sonido de aplausos que atronaron la corrala de Manuela a la hora del vermut. La ovación de sus vecinos en agradecimiento a los paquetes de listas y tontas que había preparado y colgado de los picaportes de sus puertas a primera hora de la mañana. Ella emocionada, desde su puerta, les agradece, a su vez, el gesto y les confiesa que es la primera vez que no puede ir a su pradera en 72 años y que se ha quedado sin cartel de las fiestas para su colección. Aún le aplaudían cuando la chica de la buhardilla, Mercedes, debidamente protegida, salió de su casa y se acercó a la puerta de Manuela. Le regaló un boceto de la corrala, negro sobre blanco, sobre el que había escrito en rojo 'San Isidro 2020'.

Y así un hombre cualquiera acerca su vaso, junto con el de su emperatriz berciana, a la cámara del ordenador para brindar con los amigos de la pradera prohibida.


Inspiración castiza con Mercedes deBellard

¿Te acuerdas de otros San Isidro?






sábado, 9 de mayo de 2020

Lo perdido de los papeles


Un hombre cualquiera piensa en no perder los papeles hasta volver a los escenarios en exteriores, con luz natural, música diegética y rodeado de su reparto habitual.
  
"Sólo hay una persona que puede decidir lo que voy a hacer, y soy yo mismo", decía Charles Foster Kane. Y esta capacidad de decisión determina nuestra independencia y, también, obviamente, la posibilidad de errar. Al fin y al cabo, las circunstancias, los consejos y las corazonadas nos llevan a rechazar oportunidades increíbles y acabar por perder los papeles. Frente a la entrada de la joyería de Tiffany & Co para un taxi amarillo made in New York, ella se apea con su collar brillante, su traje negro y sus gafas de sol, es Marilyn Monroe. O, mejor dicho, habría sido si no hubiera declinado el papel que le había escrito Truman Capote para ella. Y, a veces, el problema está a millones de años luz. Al Pacino reconoció que no entendía aquello de la nueva esperanza, lo del campo de energía metafísico y ominipresente del lado oscuro y, mucho menos, lo que decía Chewbacca. Lo que le hizo rechazar ser Han Solo. ¿Sería la misma razón lo que le hizo oponerse a ser Edward Lewis en 'Pretty Woman'? ¿O quizá que, inicialmente, Molly Ringwald interpretara a Vivian Ward, en vez de Julia Roberts?

Sea como fuere, “la vida es como una caja de bombones, nunca sabes lo que te va tocar”, o puede que John Travolta o Bill Murray no supieran que la estatuilla del Óscar realmente está rellena de chocolate y que tienes que correr mucho para conseguirla. Tanto como para huir de la oscuridad de Buffalo Bill, al estilo de Michele Pfeiffer que se asustó con 'El silencio de los corderos' y no pudo interpretar a Clarice Starling. Por el contrario, el miedo no fue la razón del protagonista de 'El Resplandor' para no meterse en la piel de Michael Corleone, sino que "en aquel entonces creía que los indios debían interpretar a los indios y los italianos a los italianos". Las malas decisiones que tomamos son las buenas que han tomado otros, pero, al final, depende de nosotros mismos. Por eso, en este 'Regreso al futuro', que se calcula por fases de desescalada, debemos saber rectificar a tiempo, como del director Robert Zemeckis, que cambió a  mitad de rodaje a Eric Stoltz por Michael J. Fox para ser Marty McFly.

Y así un hombre cualquiera se prepara para su papel en el esperado estreno de 'La Calle' que anuncia la plataforma Netflix desde la fachada del Círculo de BellasArtes.

lunes, 4 de mayo de 2020

Lo inspirado de la fuerza


Un hombre cualquiera se acerca con su humeante taza de café al salón y se encuentra a la soñadora en pijama desayunando con unos moños al estilo Leia y su camisa de Star Wars, es 4 de mayo.

La interestelar historia de George Lucas quizá estuvo inspirada para crear a la Alianza Rebelde y el Lado Oscuro en personajes terrenales. Ya se sabe, la realidad siempre supera a la ficción. Incluso, en ocasiones, la ficción inspira a la realidad. El propio Ronald Reegan creó un proyecto militar denominado 'Guerra de las galaxias'. Más allá de ficciones y realidades, el éxito de la trilogía de Star Wars lleno los cines de todo el mundo. Seguramente, los cines británicos de finales de los 70 contaron con más de uno y de dos votantes del partido conservador entre las butacas de terciopelo. De hecho, justo un año antes del estreno de la película 'El Imperio Contraataca', Margaret Thatcher ganaba las elecciones y se hacía con las llaves del número 10 de Downing Street. Las felicitaciones y brindis a la dama de hierro se extendieron pronto a ambas riberas del Támesis. Y los tories publicaron una enhorabuena oficial del partido conservador en el periódico London Evening News: “May the 4th Be with you, Maggie”.

Y, ciertamente, el mensaje del Lado Oscuro británico recordaba a la mítica frase de ánimo de la Alianza RebeldeMay the Force be with you”. La paradójica coincidencia promovió la elección del 4 de mayo en el día internacional de Star Wars durante el festival de Toronto Underground Cinema, en 2011. Aunque todo se produzca en una galaxia muy muy lejana, acaba pareciéndose excesivamente a la realidad terrenal.

Y así un hombre cualquiera, aún dormido, desordena sus palabras al felicitar a la soñadora en pijama al más puro estilo de Yoda.