miércoles, 23 de febrero de 2022

Lo embarazoso de la historia

Un hombre cualquiera echa un vistazo a la programación del Teatro de la Zarzuela.

Las inescrutables casualidades de la vida pueden evitar que estés presente en cualquier hecho que pueda rellenar los libros de texto de Historia; o te pueden situar en todos los eventos históricos contemporáneos, como a la familia Alcántara de Cuéntame. Por ejemplo, un embarazo de gemelos le sirvió de salvoconducto a la diputada Anna Balletbó para salir del Congreso, después de la entrada de Tejero y su séquito. Por suerte o por desgracia, el destino le convirtió en corresponsal de la Historia, por las circunstancias, al ser una de las primeras personas en contar lo acontecido de primera mano. Ella que siempre tiene su vena periodística activada.

Aquel 23 de febrero, treinta y tres minutos después de la llegada de los tricornios al Congreso, la limpiadora del Teatro de la Zarzuela se encontraba quitando el polvo a la taquilla. El plumero le servía de instrumento de limpieza y, también, hacía las veces de micrófono para su profesión frustrada de soprano. Y en estas estaba canturreando la “verbena de la paloma”, cuando el teléfono de taquilla comenzó a sonar. El respingo que dio hizo que se acordara, repentinamente, de la madre de Antonio Meucci; ya que era día descanso y no había funciones. Tras reponerse del susto, Carmen descolgó el auricular y respondió:

- Teatro de la Zarzuela, buenas tardes.

Al otro lado, desde el despacho de abogados de un compañero de partido, la política catalana le respondía con urgencia

- Buenas tardes, por favor, póngame con el Rey.

La limpiadora contrariada con la petición dejó unos segundos de silencio. Miró a su alrededor buscando explicación a aquella extraña petición entre los títulos programados del teatro y los nombres de los actores y cantantes e, incluso, buscó entre los teléfonos de las oficinas, por si había alguien apellidado Rey. Y ante el vacío de respuesta, desde el otro lado del hilo telefónico,

- Por favor, ¿me puede comunicar con Juan Carlos I? soy la diputada Anna Balletbó y acabo de salir del Congreso de los Diputados.

Carmen, entendiendo la confusión y desconociendo lo acontecido, respondió

- Disculpe se ha equivocado, ha llamado al Teatro de la Zarzuela, no al Palacio de la Zarzuela.

Y, de repente, el teléfono comenzó a comunicar; le habían colgado. La diputada socialista soltó una carcajada por la surrealista equivocación ante la gravedad de la situación que se vivía en el hemiciclo a escasos pasos de allí. Buscó en su agenda el teléfono de Jordi Pujol, quién le dio el número del Palacio de la Zarzuela y pudo hablar con el Jefe del Estado. Mientras, Carmen seguía riéndose de la equivocada llamada y canturreando entre medias de las risotadas. Feliz e ignorante de las balas que adornaban las cornisas del Congreso.

Y así un hombre cualquiera desecha la idea de asistir a la sesión de la Zarzuela por miedo a equivocarse y acabar en el palacio, en vez del teatro.

domingo, 20 de febrero de 2022

Lo soñado de los astronautas

Un hombre cualquiera se queda extasiado ante el escaparate del estudio de tatuajes.

Dentro Luna le entrega al tatuador un sobre manuscrito con el texto: "Vale por un regalo de reyes". Su creciente sonrisa ilumina la estancia, que se amplifica al quitarse la chaqueta. Sus brazos recordaban a una estrellada noche de verano plagada de constelaciones. La Osa mayor, Orión, Casiopea, Piscis, Centauro, Hydra, Cáncer, Lyra, Géminis

La pequeña Luna soñaba en ascender al universo al ritmo de Starman de Bowie con su escafandra de astronauta. Sus vértigos y su mal de altura le hacen vivir con los pies bien pegados al suelo. Vive en un bajo sin ascensor, jamás pisará una terminal de aviones, el Everest sólo lo verá en foto y tiene claro que su eternidad sería en el cálido infierno. Por ello, borra el fronterizo horizonte sobre su tatuada piel. Un cielo terrenal, una Tierra celestial. Y, en medio de las universales constelaciones, las líneas definen en la inmensidad al cohete que inmortaliza los sueños de Luna.

Y así un hombre cualquiera abandona el escaparate tras tatuar su asombro en el reflejo

lunes, 14 de febrero de 2022

Lo esperado de los encuentros

Un hombre cualquiera se abstrae del ajetreo matinal al concentrar su atención en lo rítmico de sus latidos.

La mañana se enamora por la fragancia de los ramos de flores, los sabores empaquetados de las pastelerías y los regalos enlazados a la espera de desanudarse. Sin revoloteos inesperados, ni puntiagudas flechas... La mañana de San Valentín maquilla la realidad de un lunes laboral. 

A escasos metros, una voz quejumbrosa y ahumada por los vicios se alza para clamar la comercialización del amor. "A través del olvido, Cupido se vengaba de mi." Bajo el ajado bombín, un vagabundo clochard moribundo jalea a los enamorados desde su sucursal bancaria de madera. Cansado de predicar en el desierto de asfalto, el alter ego de Sabina se tumba a roncar versos sueltos sin sordina.

Y así un hombre cualquiera siente como se le aceleran los pulsos ante su esperado encuentro con la soñadora en pijama.

domingo, 6 de febrero de 2022

Lo imperfecto de los espejos

Un hombre cualquiera se prepara un café y, por la ventana, se cuela el canto del periquito del vecino.

El monótono pentagrama doméstico del patio de vecinos se salpica con las rítmicas notas del plumado tenor. Sus patas se agarran firmes al columpio para mecerse con la melodía; sin perder la vista a su idéntico reflejo del espejo. Una copia que le imita en movimientos y gestos. Inconsciente de su simétrica imagen con una bailarina de ballet, que ensaya sus ejercicios en una secuencia infinita de caleidoscopios que cuelgan de las paredes.

Al igual que los espejos de la bailarina, el reflejo del periquito muestra, al fin y al cabo, lo mismo. Los imperceptibles fallos de los movimientos que imprimen la imperfección de la soledad. Ambos encerrados y solos en jaulas transparentes para alcanzar la perfección que se encierra al otro lado del espejo.

Y así un hombre cualquiera bebe el café para huir de las pesadillas de la siesta.