domingo, 23 de enero de 2022

Lo dorado del alma

Un hombre cualquiera se restriega los adormecidos ojos al encontrarse con la aventurera de las siestas.

El sueño de una tarde de invierno con un cálido encuentro con abrazos contenidos y mascarillas, que eran incapaces de esconder la alegría del reencuentro. La aventurera de las siestas aparecía con chubasquero azul, botas de agua rojas y gorro a juego. La británica indumentaria no le borraba un ápice de su leonesa cabellera, su recobrado acento de la patria chica y la cercanía de quién vive a miles de kilómetros, pero es capaz de achicar la distancia y el tiempo.

Su mochila peregrina se asemeja al bolso de Mary Poppins, quizá más por su sonrisa enmarcada en carmín que por el bazar que atesora en su interior. Su azulado peinado se mimetiza con lo temprano del anochecer, que se ilumina por las estrellas y la pantagruelica lua. Y lo repasado de su manicura recuerda al perfil de las médulas por lo dorado de su alma.

Y así un hombre cualquiera busca un rato de siesta para llenar el cuaderno de bitácoras de aventuras.

viernes, 14 de enero de 2022

Lo inimaginable de lo alcanzado

Un hombre cualquiera observa a la mujer sentada en el balcón del edificio Schweeps con su melena al aire.

Su mirada busca entre calles y azoteas la felicidad que brota a la orilla del Manzanares. La modernidad de Malasaña le  recuerda que una televisor de tubo catódico puede convertirse en una cómoda silla de cocina, que helarte es un síndrome de Sthendal que te eriza el vello con una pintura sobre lienzo y que un tupper se convierte en una caracola para escuchar un mar de pegadizo indie para volar con los pies. A su derecha la vista se pierde por el extrarradio en un amasijo de cables y bombillas. Luciérnagas de tiempos lejanos que iluminan mensajes entrelazados por las redes. Y mirando entre el ajetreo de la Gran Vía, observa a pie de calle, a una joven que apura los últimos céntimos del marcador de la cabina para sentirse como en casa. En la villa y corte lo inimaginable se alcanza sin necesidad de ascender al cielo. El fruto de los olivos se triplica con recuerdos. Los esbozos de Goya son pintados de brillante celuloide. Los versos de Ayala se recitan en sótanos con vistas. Los deseos planean entre los vuelos de cigüeñas. Y las estelas de los trenes son estrellas fugaces con destino al norte.

Pero, a su vez, la escanciadora de palabras ha cambiado la ciudad con lo norteño de su acento, lo moderno de su elegancia y, sin duda, con su fragancia a paraiso natural en el desierto de asfalto. Cada 15 de mayo dota de alas, arco y flechas a San Isidro para seguir apuntando certeramente al corazón de las manzanas, al más puro estilo del pequeño Guillermo Tell. Y así brindar con sidra, rodeada de las amigables familias que crean los exilios de las patrias chicas. También ha cambiado el calendario con el teñido de festivos con recién nacidas celebraciones, que le hacen latir de ternura con lo iluminado de las velas, que se reflejan en la emocionada mirada materna. Y siempre con el viento de levante de cara y el salado sabor mediterráneo que le aliña sus días.

Y así un hombre cualquiera se inspira cada enero en las postales vividas junto a la escanciadora de palabras.

miércoles, 5 de enero de 2022

Lo mágico de las epifanías

Un hombre cualquiera se despierta embarbado de un albino rey Melchor.

Frente al espejo observa lo sedoso de la túnica, lo suave del armiño y lo dorado de la corona. El majestuoso abolengo de su reino del lejano Oriente se proyecta en el reflejo y se sonríe al acariciar con su guante los anillos que llenan sus manos de riqueza. Sobre el aparador el cofre refulgente de oro dora su sonriente rostro.

Por la puerta entreabierta unos gritos llaman la atención. ¡Han venido los Reyes!. La monárquica figura se comienza a desvanecer en el reflejo. Las barbas volvieron a su estado natural, las vestimentas despertaron entre las arrugas del pijama y el cofre se envolvió en un regalo olvidado por las prisas de los camellos. Y al final, la ilusión de la mañana de Reyes vuelve a convertir en niños a los propios padres.

Y así un hombre cualquiera disimula al esconder, entre los cojines del sofá, la corona que había olvidado sobre su coronilla.

sábado, 1 de enero de 2022

Lo afortunado de los patitos

Un hombre cualquiera pasea por el barrio durante las últimas horas del año.

El estanco recibe a los últimos clientes, quizá alguno con el propósito del último cigarro por quemar. Los últimos brindis de los parroquianos del bar de la esquina por el nuevo año. Los timbres de puerta de las tiendas de barrio repican con los últimos clientes. Y los repartidores de paquetes se afanan en entregar los últimos pedidos. Destacan un par de cajas amarillas, que resaltan a las monótonas cajas marrones de cartón. Una franja negra precinta el obsequio con un inscripción troquelada 100192 con un subrayado en espejo 100122, que se colorea por lo amarillento de la tapa.

La curiosidad se alía con las casualidades, en algunas ocasiones, para saciar el alma felina que se atrapa al vuelo sin alas. ¡Bendita destreza! El enigma sobre el contenido sólo necesitó de un traspies del repartidor, que en un acto reflejo agarro por la cinta troquelada una de las cajas, propiciando la caída al suelo de un pato de goma y una tarjeta de felicitación, que planeó hasta la suela de unas botas cualquiera La nota rezaba: "El 10 de enero de 1992, un mercante con 30000 patitos de goma zozobró en el Pacífico y los juguetes flotantes nadaron a la deriva determinando una investigación sobre las autopistas de los océanos. Tres décadas después, The First Years aprovecha para felicitarte tus 30 años y que lo celebres con el hangstag #DuckStormAniversary. Envía una foto de tu pato con el número de serie por Twitter o Instagram y si encuentras al otro pato con tu mismo número de serie, los dos patitos os traerán un 30% de descuento en nuestros productos durante los próximos 30 meses y, a los primeros dos patitos que se encuentren, 30.000 dólares para la ONG que elijas para ayudar a los que van a la deriva en mitad del mar". El repartidor recogió el tarjetón, arregló el paquete y siguió su ruta de reparto. 

Y así un hombre cualquiera se acerca a la juguetería para comprar los últimos regalos con lo afortunado de los patitos para un feliz 2022.