sábado, 29 de julio de 2023

Lo reconstruido de los monstruos

Un hombre cualquiera se levanta con un molesto zumbido de oídos entre polvo, cascotes y papeles, tras la atronadora explosión.

La oficina contenía mesas, archivadores, pantallas y ordenadores, pero ya no se parecía a una oficina. El agujero de la fachada a la carrera de San Jerónimo conseguía atraer algo de aire fresco y, también, filtraba el incesante rugir de los leones ante la incertidumbre. La explosiva noche electoral había desmantelado la realidad. La que las encuestas habían manoseado y la misma que el origami de votos había reconstruido. El resultado era el mismo paisaje, pero totalmente cambiado por la lava de la erupción. Todo había cambiado, para que todo siguiera atípico, parafraseando a Giuseppe di Lampedusa.

En mitad de la oficina, una mesa y un par de sillas enfrentadas estaban ocupadas por un hombre de uniforme y de flequillo revoltoso ante el vientecillo de la libertad, que entraba por la abertura, y un gigante deforme de extremidades dispares y movimientos lentos. Ambos se afanaban en la apertura de unos tacos de sobres y el conteo de las misivas que rescataban de su interior lo que había llegado del exterior. Las cuentas clarificaron el resultado hasta entonces provisional y las decisiones de allende los mares ratificaron el resultado. El Fürher se levantó indignado: "Un monstruo no puede gobernarles. Imperaría el miedo". Ipso facto, Frankenstein se puso de pie: "Tú me ves como un monstruo porque tú mente me imagina así. No eres capaz de verme como una suma de las diferentes realidades. Tú sí que no puedes gobernarles, tú eres un asesino de discurso, de actitud y, si te dieran poder, de obra". El gigante recogió los resultados y se encaminó a cambiarlos por escaños al Congreso de los Diputados.

Y así un hombre cualquiera comenzó a recolocar el caos de las oficinas de la Junta Electoral Central.

miércoles, 26 de julio de 2023

Lo inconfundible de los extraordinarios

Un hombre cualquiera tiene la innata capacidad de toparse con humanos extraordinarios y hombres inconfundibles entre lo dicho de los rumorosos y lo universitario de los ideales.


La rebeldía de la juventud se defiende contra las injusticias, se manifiesta por la materialización de sus valores y se construye sobre los cimientos de sus creencias lo que se quiere ser en el futuro. Sin duda, la persona que mejor representa este planteamiento de vida es el concienciado rebelde. Un hombre sin miedo a la maldición de los gatos negros. Un hombre cuya lengua moldea su acento para nacionalizar sus discursos. Un hombre licenciado en carreras imposibles subido a lomos de un burro. Un hombre imperturbable a los efectos alevosos y nocturnos de los espirituosos que nublan la razón. Un hombre que apóstata de milagros, pontífices y meapilas. Un hombre capaz de soliviantar lo heroico de los silencios. Un hombre con una intelectualidad que reverdece desde los tiempos de Breogan. En definitiva, un hombre leal a sus principios y a quienes le acompañan.


Sus ideas son capaces de hacer brotar claveles en lo yermo de los cañones. Sus pensamientos se iluminan en plena oscuridad con lo izado de las estrellas. Sus planes se plantean sin fisuras con lo armonioso del compás del Bella Ciao. Sus rúbricas afirman alianzas aleadas a corazón abierto. Y su patria abriga ó caron do fogar.

Y así un hombre cualquiera reivindica la conciencia de los rebeldes que caracteriza a lo inconfundible de los extraordinarios.


Y aquí se reúne lo inconfundible de los extraordinarios:

El mafioso polaco

El tertuliano de las antípodas

El buenhumorado sureño

El arquitecto de utopías

El sosegado rebelde

El dueño del bigote

El fan de los festivales

El compositor de los vuelos

El coleccionista de cómics 

El mañoso baturro



viernes, 21 de julio de 2023

Lo velado del anochecer

Un hombre cualquiera pasea por Madrid entre febriles termómetros sin mitones, ni guantes.

La ciudad aprovecha para restaurarse y reformarse con antelación a que los árboles se deshojen por la gravedad terrenal. Los andamios, las vallas y los conos se multiplican como una invasión silenciosa de curris exiliados de Fraggle Rock. Los montones de arena y las pilas de adoquines convierten las calles en un apocalíptico escenario para una batalla campal.


Y las fachadas de los edificios se cubren con inmensas lonas y al filo del anochecer. La ciudad se prepara para una nueva velada de boxeo. Los contendientes han empapelado farolas y paredes con sus fotografías para buscar apoyos ante la pelea. El calor del verano perla sus ideas ante unos rostros quemados por un cambio climático sin atajar. Unas calles más abajo, un candidato con dos lados derechos de su cara se conserva ante los elevados grados políticos y centígrados. En la misma dirección, la fábrica de monstruos alertan de lo peligroso de las monstruosidades. Y, sin aerosoles, una incestuosa réplica del beso entre hermanos muestra lo estrecho de las fronteras. A la vuelta de una avenida, a pleno sol, se desdibuja una futurible dicotomía del technicolor al temible blanco y negro.


Y así un hombre cualquiera introduce su entrada para la velada en el sobre antes de votar sobre su futuro.

domingo, 16 de julio de 2023

Lo imaginado de la eternidad

Un hombre cualquiera acude al funeral de Francisco Ibáñez para llorarle, desgraciadamente, sin risas de por medio.


La capilla ardiente se instala en la azotea de 13 rue del percebe para acercarse, lo más posible, a la altura del maestro. Mientras en la entrada, el colmado de Senén cuelga un cartel de "abierto por defunción" para hacer caja con su promoción 2 por 3 en paquetes de pañuelos. Y, por su parte, la comunidad de vecinos ha pedido a Pepe Gotera y Otilio reparar el ascensor para la ocasión. Pero, la cotilla de la portera y Don Hurón sospechan del arreglo y esperan a pie de calle para indicar a los asistentes el uso de la escalera y, también, cotillearles sobre su relación con Ibáñez. De hecho, la representación de la T.I.A., encabezada por el Superintendente, Mortadelo y Filemón, Bacterio y una desconsolada Ofelia, sufren del improvisado tercer grado. Sin embargo, no sueltan prenda de la operación secreta para descubrir la epidemia de tristeza que sufre el país.


En las plantas superiores los vecinos van subiendo desconsolados por la escalera. Doña Leonor ordena a sus inquilinos que vayan a despedirse de Don Francisco, escaleras arriba, y el veterinario aprovecha la consulta de los elegantes pingüinos de la anciana de la protectora del segundo para que le acompañen en la despedida. Más arriba, los terribles angelitos del tercero lloran desconsolados la pérdida, abrazados a su infatigable madre, a la que le va cosiendo unos remiendos el sastre de camino al velatorio. Allí se encuentra Ceferino Raffles y su mujer que le roban las gafas y el lápiz a Ibáñez, por lo innecesario de dichos objetos a partir de ahora. Y en un momento de altruismo, le regalan las gafas a Rompetechos, que llegó allí sin saber muy bien cómo, y al ponerse las gafas se topa con la triste realidad y ni fuerzas le quedaron para enfadarse. Y se abraza, en busca de ánimo, a Manolo, el pintor. Poco a poco, todos acuden a la inexorable despedida. Finalmente, llega el botones Sacarino con una carta del difunto con el título de "Mi herencia". Entre sollozos lee el contenido: "Queridos personajes de mi imaginación. Os di todo lo que tenía: una vida llena de historias. Ahora sólo os puedo dejar una gran herencia: la eternidad. Una eternidad para que viváis para siempre vuestras historias en la memoria de los lectores."


Y así un hombre cualquiera vuelve a casa para animarse al calor del humor de los tebeos.

viernes, 14 de julio de 2023

Lo histórico de las huellas

Un hombre cualquiera se fija en el montaje que une las fachadas de la catedral de Pamplona y Notre Dame en el escaparate de la Estafeta cerrada por el 14 de Julio.

El montaje recuerda a otros tiempos de ambas ciudades y muestra el paso de la Historia, que deja huella y marca sobre calles, edificios y monumentos. El porvenir comienza conociendo la historia previa. De hecho, Margot y Amélie suben de la mano las escaleras del metro de Le Bastille. La madre le va explicando el origen del 14 de julio con la Toma de la Bastilla y la revolución que cambió el orden establecido por la gracia del cetro terrenal y del divino. Ante la plaza, Amélie pregunta por la ubicación de la fortaleza (bastille). Margot saca de su mochila una tablet y abre una aplicación fotográfica. El objetivo enmarca la plaza y por arte de la tecnología los torreones y murallas aparecen sobre el adoquinado. Amélie asombrada mira hacia su padre y su hermana al ver la recreación.

Al mirar la realidad la pequeña se entristece por la ausencia de la construcción. Fermín, al darse cuenta de la expresión de Amélie. Le coge de la mano y le lleva unos metros más adelante en la acera. Al llegar a cierto punto, se paran en seco y el padre se baja hasta la altura de su hija. Y, entonces, le cuenta al oído que la Historia está siempre presente, aunque se destruyan edificios, se transformen las ciudades o los protagonistas hayan desaparecido. Ella le mira sin entender lo que le ha dicho. Entonces la mano de su padre le señala hacia la izquierda y sus miradas se encuentran con Margot y Edith sentadas en el suelo, cámara en mano. Ambas le señalan al adoquinado, que esboza una línea continua y distinta al resto del suelo. Y Fermín le dice, la Bastille sigue estando en la plaza y se dibuja con esta triple línea de adoquines. La cara de sorpresa de Amélie con la tricolor francesa en las mejillas y la carcajada del padre con el pamplonica pañuelo rojo al cuello, tras desvelarle el descubrimiento, quedan retratadas para la posteridad. 

Y así un hombre cualquiera coge una tiza y escribe "désolé pour moi" frente a la Estafeta por el 14 de julio.



¿Y qué ocurrió otros 14 de julio?