domingo, 28 de noviembre de 2021

Lo grande de Almudena

Un hombre cualquiera se entristece con lo enviudado de la literaria tinta de las historias por contar de Almudena.


Aquí quedamos los huérfanos, ojalá que heredemos su buena mano izquierda, su conciencia republicana y la circular cuadratura de sus historias. Su literatura inscribía con cuidada caligrafía vidas de otros tiempos que lucharon por un futuro que ahora es presente. La búsqueda de la justicia igualitaria y la igualdad justa. La narración de vidas sepultadas y la exhumación de narraciones amortajadas. En definitiva, describir para reescribir lo que sobreescribieron los dictados impuestos.

El poeta se queda viudo de amor y de la riqueza de la prosa marital, de la conversación del desayuno, de la inspiración entre lineas, de los aderezos con regusto de las sobremesas, de los callados comentarios de los invitados ante la silla vacía, de la última cena sin comunión ni Cristo. Y tristes los amigos por borrar su número de las agendas, por los capítulos contados de estraperlo, por las quedadas en calendarios que ahora se marchitan, por los brindis póstumos. Y solitarios los lectores que nos abrazamos a columnas decapitadas por guadañas sin sentimientos, por las páginas por escribir convertirás en papel mojado y por la maldita gota de tinta del punto y final.


Y así un hombre cualquiera se queda sin brújula de las raíces de un Madrid tricolor.  

domingo, 21 de noviembre de 2021

Lo inventado de las tramas

 Un hombre cualquiera siempre se acuerda de Walt Disney en la sección de congelados del supermercado.


Blancanieves enseña la vida de una mujer explotada por siete machistas a los que sirve y atiende; Pinocho presenta un claro perfil de niño que sufre de bullying; Cenicienta vive en una familia desestructurada con favoritismos maternales; Bella padece de un síndrome de Estocolmo por una bestia de maltratador; Pocahontas recibe la invasión de su cultura y la instauración del colonialismo; la Bella Durmiente sufre el abuso de un beso sin consentimiento por muy príncipe que sea; la ingeniosa suplantación de Aladin para conseguir su objetivo, demuestra que el fin justifica los medios; o, por ejemplo, Mulan se sube al techo de cristal, pero vestida de hombre con su catana de samurái transformista.


Las tremebundas historias que se tiñen de vistosos colores en los cuentos infantiles provienen de la calenturienta imaginación de Walt Disney. Quizá, por ello, permanece congelado para enfriar sus infernales ideas. Incluso se podría convertir en la trama de uno de sus propios cuentos. Un magnate de la fantasía y la imaginación se crioniza para resucitar años más tarde y volver a la vida. El humor negro de su equipo extiende el bulo por todo el mundo, apoyado en la riqueza del difunto, su capacidad de crear lo imposible y la serendipia de un visionario que inventa la crionización en las mismas fechas del fallecimiento de Walt Disney. Y, mientras tanto, el creador de Disneyland hecho cenizas en su tumba vive la eternidad ajeno a su recuerdo tras partir al más allá.


Y así un hombre cualquiera inventa unos rebozados de pollo con la forma del bigote de Walt Disney.

domingo, 7 de noviembre de 2021

Lo trucado de los reflejos

Un hombre cualquiera se encuentra con el país de las maravillas en plena puerta del Sol.

La plaza empequeñece con una conejera blanca y gigante, que convierte al espacio en una madriguera con barrotes y cerrojos para definir su cautividad. Bajo el reloj que marca el tiempo negro sobre blanco, el reflejo al otro lado del cristal copia a la figura ingrávida de vestido azul cielo madrileño. Su intensa mirada se fija sobre lo mojado de los adoquines que proyecta las figuras iluminadas sobre el espejo de lluvia.




Lo encapotado de la noche impide atisbar la menguante sonrisa de Cheshire. Y esquivando los charcos con sus miopes y cortos pasos, el Sombrerero se escabulle entre el gentío hasta atrincherarse tras las puertas del palacio. Por los pasillos se van cuadrando a su paso la tropa de naipes descorazonados con afilada lanza de acero genovés. Al llegar al salón principal arrió el sombrero y entró. Las cortinas apagaron las luces de la plaza y las lámparas definieron el trono, el cetro y la máscara de Alicia desapareció tras teñir su vestimenta del rojo de la Reina de Corazones.

Y así un hombre cualquiera observa la mutación al país de los horrores al dar las doce.