domingo, 24 de marzo de 2024

Lo tejido de la eternidad

Un hombre cualquiera se para ante un escaparate de una mercería que acoge, desde el sonido de su campanilla hasta el “gracias” inscrito en el ticket de compra.

Más allá de los calcetines, los ovillos y la ropa interior, la luz sobre el mostrador ilumina a la tendera enseñando bañadores a una clienta en pleno marzo. Un esperanzador optimismo veraniego en las postrimerías del invierno. El vaivén de izquierda a derecha de la cabeza de la compradora responde a cada propuesta de ropa de baño. En un momento, la vendedora apartó todos los bikinis y bañadores y le colocó una cuartilla y un lapicero rojo con la punta desgastada y una goma blanca en el extremo. La inspirada mujer comenzó a dibujar negro sobre blanco un sesentero torso femenino ávido de crema solar, salitre y una sonrisa con sabor a sandía. Sus trazos se transmitían en trepidantes transparencias y entretelas entrelazadas por un trampantojo estival.


La idea se plasmó en boceto. El boceto se despedazó en patrones. Los patrones se texturizaron en poliéster. El poliéster se tejió en bañador. El bañador se animó en histrionisa. La histrionisa se convirtió en veraneante. La veraneante se filmó en celuloide. Y el celuloide se proyectó en eternidad.


Y así un hombre cualquiera se decide a entrar al establecimiento al calor de un nuevo verano por adquirir.


(Historia inspirada en el bañador de la película "Entre vivir y soñar" de Alfonso Albacete y David Menkes)


domingo, 17 de marzo de 2024

Lo irlandés de marzo

Un hombre cualquiera se planta frente al espejo a lo Russian Doll, después de apagar el dejavu y tratar de izar los párpados mínimamente.

De repente, se queda ojiplático al observar su cabellera y su prominente barba teñida de un llamativo color pelirrojo. Pinta en mano y danzando por la música del pub se vuelve a la mesa, rodeada de sillones, en la que se ha empadronado. Sin pasaporte, ni brújula ha llegado allí bajo un cielo color algodón con un nuboso giste irlandés. Un álbum de fotos amarillentas por la malta y lúpulo brinda por los recuerdos compartidos.


"Descanse en pub", de A. Arias Gallego

Una sonrisa le ilumina la cara y sus papilas gustativas rememoran el frío sabor de la cerveza a medida que van llegando los de siempre. La elegante señora victoriana del pelo azul, el hombre con alma de lord con gabardina y paraguas, el pirata cojo sin parche en el ojo y pendiente con loro y la princesa carmesí de mechón morado y corona almenada. Algunos acuden con kilt, otras con pashmina esperanza, hay a quien le brota una camisa por debajo del jersey y hasta se han atrevido con algún corsé para cortar la respiración y quitar el hipo. Una elegancia sobredimensionado como excusa para rellenar con instantáneas vitalicias el cuaderno de bitácoras. Lo reverdecido de lo irlandés lo invade todo, en honor al patrón de las cañas, las pintas y los botellines.


Y así un hombre cualquiera vuelve a su estado físico habitual al sufrir lo innegociable de la resaca

viernes, 8 de marzo de 2024

Lo necesario de la igualdad

Un hombre cualquiera intenta aprender cada día sobre lo necesario de la igualdad.

El avergonzado encarnado de las banderas se tiñe de morado nuevamente para confraternizar hombres y mujeres por la igualdad. Las calles republican el femenino plural amarradas a pancartas, a voz en grito y con la cara pintada de violeta esperanza. Entre la multitud, Rosa avanza con paso lento y firme en plena manifestación. Acude por las convicciones que su abuela le infundió en el calor hogareño de la cocina. Acude por las batallas que su madre guerreó en el frío machismo de la oficina. Acude por las fronteras que ella misma traspasó en el rancio mundo de la corbata. Acude por las metas que la futura pequeña alcanzará en la carrera de la vida.

Las sonrisas se contagian, las consignas se multiplican y las manos se alzan. El feminismo es igualdad, con claridad y pedagogía el mensaje se interioriza. Entre la multitud, Rosa siente una ilusionante patadita rápida y firme en plena manifestación. Acuden por las reivindicaciones que a la bisabuela le quedaron por verbalizar. Acuden por las trincheras que a la abuela le quedaron por estabilizar. Acuden por las techumbres que a la madre le quedaron por romper. Acuden por las victorias que a ella misma le quedan por celebrar.

Y así un hombre cualquiera comprende que la igualdad es una necesidad.