sábado, 23 de febrero de 2019

Lo inmaterial de lo imaginado

Un hombre cualquiera ejercita su imaginación al convalidar historias reales y experiencias ficticias en sus primeros 300 escritos.

Entre los huecos del teclado se agazapan los personajes, las ideas y los mundos sutiles a la espera de protagonizar relatos salvajes o de extraordinarias cotidianidades. La tinta brota de las teclas para imprimirse sobre los cuadernos de bitácoras. Así cada narración te transporta a lugares comunes y, también, a emplazamientos inimaginables. Y, casi sin pensarlo, alcanzar de esta forma un nirvana de puño y letra durante estos siete años en el Tíbet.


La imaginación es la única coartada que exime de la pena capital y del exilio permanente. Ciertamente, la auténtica libertad está en lo inmaterial de los pensamientos imaginados. Sin censura, ni cortapisas. Sin miedo a sentarse en el banquillo o subirse a un barquillo caminito de ultramar. Y siguiendo esta máxima, un hombre cualquiera ha imaginado el Prado en llamas; ha resucitado el surrealismo en la curva del bigote daliniano; ha otorgado el Nobel de literatura al alma de Lorca; ha llamado al más allá desde extintas cabinas telefónicas; ha traficado con alevosía y estraperlo a la requisada "Fariña"; se ha nacionalizado andaluz durante un 28 de febrero, como un aceitunero de Jaén más; ha cabalgado a lomos del alado Ondas; o, incluso, ha desmontado piedra a piedra el acueducto junto al mismísimo Diablo.

Y así un hombre cualquiera cierra los ojos para imaginar las historias que se inmaterializan en la memoria.

lunes, 18 de febrero de 2019

Lo surrealista de los anuncios

Un hombre cualquiera se para en seco en pleno Times Square al ver un anuncio surrealista.

Cientos de pantallas, miles de reclamos y millones de watios impactan sobre turistas y neoyorquinos que palpitan en el corazón de la Gran Manzana. La verticalidad de las pantallas y los soportes luminosos suministran publicidad de todo lo inimaginable que el ser humano pueda necesitar. Ropa, series de televisión, bebidas refrescantes, coches y hasta alistarse al ejército de Donald Trump. Si no te anuncias en Times Square no existes.

Pero la sorpresa de un hombre cualquiera vino cuando observó anunciarse alguien que ya no existe, al menos en este mundo. A todo color sobre fondo negro se dirigía a cámara con un mensaje claro y sobrenatural: "He vuelto". La duda inicial quedó resuelta, ya que volvía a existir. Salvador Domingo Felipe Jacinto Dalí i Domènech había resucitado en Nueva York. Su cara acuñada por la Fábrica de Papel, su pose de aristócrata a lo Jaime de Mora y Aragón y su bigote ingrávido volvieron para anunciar las fechas de su retrospectiva, 30 años después, en el Museo de Dalí en el San Petersburgo de Florida

Y así un hombre cualquiera entendió que el surrealismo nunca muere totalmente, como ya había anunciado el de Figueres:

"Si algún día muriese, aunque es poco probable, espero que la gente en los cafés diga: 'Dalí ha muerto, pero no del todo'. [...] No creo en la muerte en general y para nada en la muerte de Dalí", Salvador Dalí.

DALÍ LIVES | The Dalí Museum of San Petersburgo, California 

lunes, 11 de febrero de 2019

Lo retratado de los artistas


Un hombre cualquiera acude al Museo Británico con el pingüe capital conseguido con su apuesta en los Euromillones.


Tras una pequeña espera en las filas de entrada y el rutinario registro de la mochila, el siguiente paso son las urnas de aportación para el mantenimiento del museo. La sonrisa de los voluntarios se puede medir por la cantidad del dinero que atesoran. Sin duda, aquel voluntario contaba con una sonrisa escasa. Por ello, un hombre cualquiera,  sacando su cartera,  intenta aumentar la expresión de aquel chaval con el premiado billete de diez libras. Antes de aportarlo, lo estira para introducirlo en la ranura, pero nota algo extraño en su diseño.

Al observar el reverso en lugar de encontrarse a la impertérrita Isabel II, el billete retrata a la popular princesa Lady di. Cruza la mirada con el voluntario y sonriente le insta a botar el billete. Se lo muestra incrédulo, pero el voluntario, sin darle mayor importancia, lo coge y lo mete en la urna. Automáticamente el benefactor acerca sus ojos a una de las caras transparentes de la urna. Estupefacto descubre en los billetes de cinco libras a David Beckham, en los de veinte a John Lennon y en los escasos de cincuenta al mismísimo Colin Firth. Le pregunta al joven sobre la falsedad de aquel dinero. El colaborador del museo le sonríe y le desea una feliz visita a las exposiciones, dándole uno de los folletos promocionales del British Museum. La portada promocionaba a bombo y platillo la nueva adquisición del museo. Un Bansky. La obra se trata de un billete de diez libras con el retrato de Lady di, hecha por el conocido grafitero. Y con esta inspiración, el Banco de Inglaterra ha decidido decorar sus billetes con algunos de los artistas y personajes más notorios de la Gran Bretaña.

Y así un hombre cualquiera busca más rostros famosos de la pérfida Albión para retratar a las nuevas acuñaciones de libras.