miércoles, 7 de junio de 2017

Lo histórico de los salvapatrias




Un hombre cualquiera desconfia de los personajes que se empeñan en reescribir la Historia, sin razón, ni TARDIS, ni Delorean, ni puertas del Ministerio.

Islas Azores, marzo2003. Tony Blair lucha contra el rebufo de los misiles para no despeinarse junto a Bush, Aznar y un despistado Barroso, situado dos peldaños más abajo. Las huellas de las firmas se convierten en laberintos circundantes, como pesadas losas de mármol sobre su reputación política. De hecho, el antiguo inquilino de Downing Street acabaría arrepintiéndose, una década después, de haber lastrado el futuro de iraquíes, laboristas y de su propia trayectoria política.

Isla británica, abril 2017. Tony Blair lucha contra la brisa que blande lo frágil de la bandera europea sobre los oscilantes mástiles de la Common Wealth. El smog que envuelve al Brexit difumina la realidad. Y los fantasmas reaparecen del pasado para confundirse entre los británicos de a pie y alzarse como héroes del presente. A fin de cuentas, los salvapatrias toman las armas para reescribir la Historia, pero la acaban emborronando con la escoria de la pólvora. ¿Volverá a ser mayo en pleno junio o la empresa de mudanzas lo cambiarán todo en el número 10?

Y así un hombre cualquiera confía en reencarnarse en Doc, el Doctor Who o un funcionario del Ministerio del Tiempo para arreglar la Historia.

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