miércoles, 15 de mayo de 2024

Lo hogareño de los carteles

Un hombre cualquiera se encamina a la pradera con chaleco, gorra, bigote, un clavel ajado en la solapa de la mano de sus chulapas.

El autobús urbano avanza por la avenida repleto como un puesto de rosquillas. Los cuatro gatos se rodean de exóticos leones, pumas, leopardos, tigres, panteras y jaguares, que se convierten en autóctonos entre lunares y patas de gallo. Al llegar a la parada de la plaza de Marqués de Vadillo, el ambiente festivo marida entre el ritmo del organillo, los chinchines orientales y los acordes latinos. Los brindis castizos y de importación se traducen sin necesidad de intérpretes en la torre de farolillos de Babel. El epicentro del jolgorio chulapo se extiende desde la pradera a las Vistillas, impulsado por la vital vecindad de las corralas. Hogareñas colmenas que acogen y abrazan con el espíritu comunal de otros tiempos en los que las redes sociales eran de carne y hueso. A la sombra del puente de Toledo, bañado de un fluido tránsito de goyescos y chulapas sobre el Manzanares, Lili y Néstor juegan sobre el césped con Rocín y Flaca. Han asentado su campamento, algo apartado del bullicio, para convertir el 15 de mayo en la fecha que Lili le pide matrimonio a su tatuado chulapo. La planeada siesta se soñará con los ojos abiertos planeando la celebración al calor de los dragones y los altos vuelos del quetzal. Todo ello, sobre el verdor de la carabanchelera pradera. La misma que se extiende hasta Vallecas, donde Almudena y Paco reciben a los habitantes de la residencia para que celebren al patrón en el jardín con entremeses y vasitos de salmorejo. Victoria va inmortalizando la fiesta para el álbum de recuerdos que en unas semanas estará en el salón de la televisión. Una dura competencia durante varios días para el Pasapalabra y el parte de la noche.


La marabunta de cabezas, gorras y pañuelos avanza al son de las campanadas del mediodía. Y, también, resuena el eco de las atracciones y altavoces con un improvisado hilo musical, que llega incluso a las inmediaciones del Matadero. Allí las británicas pecas de Gloria y la brillante sonrisa de María han convertido un hueco de sombra para comer y practicar los primeros pasos de “chotis” con Vera. Gloria atesora en la cesta las preciadas rosquillas que compró por la mañana en la pradera. Sin duda, las adquirió en uno de los puestos más madrugadores, el de Manuela. Allí esperaba la tendera a su clientela con su enlacado peinado del que florece un encarnado clavel, con sus graciosos eslóganes de venta y con sus precios asequibles (y nunca populares); que le convierten en un clásico del mercado de San Isidro. Obviamente, ya tiene a buen recaudo su cartel de las fiestas para su colección, que le recuerda a su hogar y siempre en la memoria a su artista, Mercedes, que ilustra su vida con pinceladas biográficas.


Y así un hombre cualquiera se inmortaliza con la emperatriz berciana y la heredera del imperio entre los amigos de siempre de la pradera.


Inspiración castiza con Mercedes deBellard

¿Te acuerdas de otros San Isidro?


domingo, 12 de mayo de 2024

Lo nocturno de los duelos

Un hombre cualquiera camina desorientado por un anochecido París acariciando los adoquines con sus huellas y buscando el rastro bohemio de la ciudad.

Un decimonónico traqueteo de herraduras transporta a un pasado histórico, sólo con cerrar los ojos. O, quizá no haga falta hacerlo, la imagen que se materializa es propia de una novela en las postrimerías de Montmartre. El tungsteno de las farolas se refleja en lo plateado de la armadura y en la coronada bacía. Su barba canosa recuerda que el diablo sabe más por viejo que por diablo. Y su visión alucinada le evade de la realidad y le altera su estratosférica imaginación. Y la aventura empieza una vez más.


En un lugar de la Francia, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un gigante de los de panza en ensanchamiento, corazón despistado, abrazo de aspa y gorro capirotado. Lo pardusco de la madrugada les encontró para el duelo. La lanza en astillero se enfocó en el corazón del coloso. Rauda y veloz. Metálica y puntiaguda. Sanguinaria y certera. El encontronazo hizo batir los brazos del titán con el rítmico repiqueteo de las faldas contoneantes de una corista. Unas pinceladas al vuelo que ni el mismísimo Toulouse-Lautrec habría alcanzado a cazar. El inmenso ser quedó desmembrado y Don Quijote, aunque algo agotado, sólo tuvo que tranquilizarse y colocarse el casco. Tras su victoria alza el vuelo y se pierde entre las sombras de la noche, junto con su inseparable Sancho. En la escena del crimen, el Moulin Rouge huérfano de su equis o su cruz, según los ojos que lo miren, espera auxilio para que el espectáculo pueda continuar.


Y así un hombre cualquiera recoge un tornillo del suelo que guarda en su bolsillo como recuerdo de lo nocturno de los duelos.


Caen las aspas del Moulin Rouge en plena noche

domingo, 5 de mayo de 2024

Lo acertado de lo materno

Un hombre cualquiera recuerda que su primera palabra fue, indudablemente, mamá.

Cada madre esboza y dibuja la maternidad con lo alumbrado de sus pequeñas obras maestras. Hay madres que consiguen materializar los deseos de la lámpara junto a Jasmine y Aladdin. Hay madres que explican la historia a través de renovados mapas de la U.R.S.S. Hay madres que dan el ejemplo de soltar lastre para ascender hacia la felicidad. Hay madres que se aíslan entre playas para amar con la fuerza de las olas. Hay madres que reverdecen las infancias con el milenario saber hacer de los celtas. Hay madres que defienden la familia por hecho y por derecho. Hay madres que renuevan lo hogareño de los paraísos. Hay madres que crían con las pociones mágicas importadas de su maternal Galia. Hay madres que se esfuerzan para superar los imprevistos retos de la vida. Hay madres que agradecen sus premios poniendo en valor su mayor tesoro. Hay madres que estrenan su primer domingo de mayo y su primer hogar en familia. Hay madres que crean familias en femenino plural. Hay madres que repiten experiencia con lo experimentado de una experta.


Todas estas recetas de la maternidad se complementan con los acertados trucos de las madres que nos parieron. Las que nos protegieron con la fuerza de sus latidos. Las que fortalecen el ánimo sin ninguna palabra y con muchos besos. Las que hornean con todo el tiempo del mundo lo delicioso de la felicidad. Las que convierten las cotidianas rutinas en extraordinarios momentos. Las que inmortalizan veranos para abrigar inviernos. Las que hacen crujir la corteza y acolchar la miga de la masa madre. Las que se visten con pijama para hacer los sueños realidad. Y que acaban definiendo lo materno por lo acertado de sus caricias, consejos y decisiones.


Y así un hombre cualquiera recuerda que no solo el primer domingo de mayo es el día de la madre.