miércoles, 14 de abril de 2021

Lo tricolor de la barraca

Un hombre cualquiera adquiere en la cuesta de Moyano un ejemplar de 'La Barraca: Teatro Universitario' de Luis Sáenz de la Calzada.

Las ganas de lectura conquistan el primer banco libre bajo el primaveral sol de abril. Los rayos inciden sobre las hojas con el reflejo de un caleidoscopio y los personajes y actores comienzan a vagar por el paseo. Desde unas maletas amontonadas, Federico, sentado entre libros y papeles, dirige al Comendador de 'Fuenteovejuna', a Fabia del 'Caballero de Olmedo' o a Benito Repollo del 'Retablo de las Maravillas'. El teatro de la Barraca resucita en las calles de Madrid con el antojo de un calendario coloreado por la tricolor.

Un par de paseantes con sombrero, bigote y bajo el brazo el Diluvio del 14 de abril de 1936 se encuentran entre las casetas. El hombre con borsalino gris ojea la sección de cultura, donde se anuncia la representación del 'Caballero de Olmedo' por la Barraca. Ambos comienzan a comentar la noticia y comparten pareceres sobre la figura de Lorca y la última ocasión que disfrutaron de una representación de la Barraca. El más bajo con acento levantino comenta que ojalá hubiera existido el grupo de teatro en su infancia y que hubieran llegado a su pueblo, bañado por el Mediterráneo, con las misiones pedagógicas. Las mismas que humanizan el teatro y reivindican el oro de los textos clásicos para culturalizar a las clases populares. De repente, las negras tormentas que abrigan los aires hacen volar las hojas del periódico y apagan el caledoscopio, que cierra para siempre el telón de la Barraca con el carmesí del terciopelo, cómo premonición del rojo agonizar que acabará, a mediados de julio, con el irrepetible Federico.

Y así un hombre cualquiera recuerda la obra 'Federico Hacia Lorca' con la que la Joven Compañía resucitó al poeta granadino y reconstruyó la teatralizada Barraca.

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