Un hombre cualquiera sufre, sin
aviso ni comunicación, un repentino ataque de triscadecafobia el décimo tercer
día del mes.
La superstición es una yinkana
para sobrevivir a una amenaza constante e irreal, como la estrategia militar de
Andorra en su hegemonía mundial. Ciertamente, la irracionalidad utiliza el
espíritu de un espía andorrano al caminar por la acera, a lo Jack Nicholson en
Mejor imposible, evitando pisar las rayas del pavimento. Todo ello, mientras
esquiva la escalera del operario de Telefónica, ahora Movistar, y al gato negro
de la bruja de Salem del bajo B. Sin duda, lo mejor es ver el lado gracioso de
la triscadecafobia, que nadie lo mostraba mejor que Josema y Millán al aroma de
una empanadilla de Móstoles.
Por su parte, Ángel Nieto, un
triscadecafóbico de libro, se inventó el doce más uno para ahuyentar la mala
suerte al ritmo del Yellow Submarine, cuyo disco salió a la venta un 13 de
enero de 1969. Al alzar cada título sobre el rostro del campeón se dibujaba una
sonrisa, que sólo necesita trece músculos para mostrar una reluciente sonrisa
de Profident. Y, al final, todo acaba con la celebración de un brindis para dejar
el vaso medio lleno, cuyo día internacional, por cierto, se celebra cada 13 de
septiembre.
Y así un hombre cualquiera toma un
azucarada píldora para desvanecer su ataque irracional, total, no hay mejor
medicamento que el efecto de un placebo.
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