Un hombre cualquiera encuentra un
recetario francés de los tiempos de la resistencia en una antigua librería.
5 de mayo de 2017. Greenpeace, esa
voz de Pepito Grillo por la defensa del medio ambiente, se moja a veinte metros
sobre las urnas de París. En silencio gritan desde una gigantesca pancarta que
valora el presente de la revolución francesa con los eternos: Libertad, Igualdad
y Fraternidad. Y mientras, el faro Eiffel ilumina el camino a los colegios
electorales de cada francés para desfondar en la playa, antes de desguazar las
naves frente al rocoso acantilado.
7 de mayo de 2017. Matthias Fekl,
toma aire frente a la prensa en el centro de datos del Ministerio de Interior,
antes de dar los resultados de la segunda vuelta de las presidenciales. La vástiga
chovinista y el salvador liberal esperan la derrota de su oponente para tomar
las riendas del Élysée. Y los jinetes de La Casa Blanca, El Kremlin, Downing
Street o del propio Vaticano esperan que los herederos de De Gaulle apuestan
por la carrera en el hipódromo frente al peligroso cuerpo a cuerpo en campo
abierto.
Y así un hombre cualquiera apaña un improvisado
menú gabacho con los restos que el festín dejó en las tres baldas de la nevera
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