Un
hombre cualquiera busca una ruta sin peajes a la Galia, pero el GPS le
acaba situando en plena provincia de Tarragona.
La
Galia de Astérix y Obélix, como la Numancia de la victoria pirrica
o la Asturias resistente de Pelayo, se basa en la defensa a ultranza
de lo propio frente al imperialismo preponderante. Lo que ahora llama
Trump las guerras comerciales y que toda la vida, sin eufemismos, se
ha llamado invasión. Quizá sea un acérrimo seguidor de Celtas
Cortos y su "haz turismo invadiendo un país".
Bien,
pues de aquellos romanos, de los posteriores musulmanes o los más
cercanos estadounidenses, ahora todas sus tácticas y experiencias se
han concentrado en unos nuevos invasores con imagen corporativa y
campañas de marketing; se hacen llamar multinacionales. La evolución
del colonialismo decimonónico crea embajadas en cualquier esquina de
ciudad, aldea de montaña o en un pueblo con mar una noche después
de un concierto. Y en lugar de tu bar, al verano siguiente,
construyen una sucursal del Banco Hispanoamericano (o insertar marca
globalizada deseada). La aldea gala ahora es L'Ametlla, que
manteniendo la aplicación del plan general urbano de 1992, impide la
instalación de multinacionales como el BBVA, Sareb o Lidl en su
territorio municipal.
Y
así un hombre cualquiera, cuando le hablan de las maravillas de la
globalización, grita aquello de ¡Están locos estos romanos!.
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