martes, 22 de abril de 2014

Lo bélico de la sobremesa



Un hombre cualquiera cuelga la colada en el paréntesis de la somnolienta sobremesa, donde resuena el rumor de los televisivos bustos parlantes en el patio de luces.

¡Niño calla que no escucho el parte!, le reprende el jubilado del tercero a su nieto ante los titulares del día. ¡Pero si es el telediario!, le actualiza el niño. El silencio posterior concluye una batalla en tablas. Realmente, con la que está cayendo, los informativos tienen más de parte de guerra que de altavoz de la realidad, según el canal que se sintonice, en un extenso pantone de grises. 

Las tropas perfilan su estrategia hacia el este a las puertas de la europea fortaleza de calderilla, mientras el vodka calienta el gaznate de los soldados en las trincheras de los Urales. Así, el telón de acero se desoxida con el aluvión de tinta que inunda titulares y editoriales de opinión, en un viejo continente que había olvidado el olor a pólvora en su propia casa.  ¿Por qué reescribir las pesadillas narradas por Kurt Vonnegut?, si el futuro se cimenta con las cenizas que han construido la historia.

Y así un hombre cualquiera observa el blanco ondear de las sábanas ante la tenue y desapercibida brisa de la libertad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario