viernes, 11 de octubre de 2019

Lo imborrable de los viajes

Un hombre cualquiera sobrevuela en globo aerostático el calendario, dibujando en granate las fechas imborrables.

Algunas vueltas al mundo no solo duran 80 días. Son tantos los rincones y recovecos por visitar que hacen falta varias vidas para conquistarlos. Cada uno con una anécdota que narrar en cada una de las postales que archiva en el corazón de madera de su maleta. A vista de pájaro los recuerdos son aviones de papel que planean por la memoria. Y de repente, un manojo de globos persiguen la estela de aquellos recuerdos que sobreviven al paso del tiempo.

Superando el vértigo, que te enseñan las horas de vuelo, el paisaje dibuja una carretera entre los viñedos. Allí abajo un 600 rojo danza sobre el asfalto de celuloide, al ritmo de los Beatles, en un plano secuencia con una coreografía casi perfecta. Las coordenadas se entrecruzan entre las notas de los cuadernos de bitácoras y las marcas de los mapas, porque, al final, todos los caminos llevan a la soñadora en pijama.

Y así un hombre cualquiera toma tierra como cada 12 de octubre para conquistar la tierra prometida

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